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CONTRA EL SEXISMO: UNA VISIÓN NACIONAL REVOLUCIONARIA

Ser nacional revolucionario significa ser ni de izquierdas ni de derechas. Es seguir la tercera vía, una tercera vía que se rebela contra las dos fuerzas del capital: el liberalismo y el marxismo, aunadas en ese plan internacionalista que es el mundialismo. Para mí ser NR consiste también en defender tu nación desde una perspectiva combativa e inconformista, desde el orden natural y mirando hacia toda la comunidad que defiende, una comunidad con una identidad claramente diferenciada. Pero últimamente miro, no sin desagrado, cómo la línea nacional revolucionaria se adhiere a movimientos nada nacional revolucionarios que a buena gana nos encerrarían entre rejas o nos meterían una paliza; incluso observo cómo adopta algunos de sus principios, como el feminismo, ¡nadie sabe por qué!, vomitando innumerables barbaridades y falsedades demagógicamente.

El feminismo es el sexismo que hoy domina. No es la igualdad con los hombres lo que persigue, pues si así fuera protestarían contra todas esas ayudas que reciben los empresarios por contratar mujeres en lugar de machacarnos con el victimismo y con el que "antes las...", como si las mujeres de antes estuvieran esclavizadas por los hombres o no fueran libres, no tanto como los hombres, como si los hombres no amaran a las mujeres, disfrutando de tenerlas amarradas en la cama (a mi abuela le da miedo salir a día de hoy a la calle, y antes, me decía, caminaba a sus anchas, con total seguridad, sin miedo). Las mujeres son hoy un sector de la sociedad que beneficia al y se ve beneficiada por el capital. Aliarse con el feminismo no significa otra cosa entonces que aliarse con el sistema y servir al capital, no es otra cosa sino la instrumentalización de la mujer, la ideología que más que nunca ordena y somete a la mujer diciéndole constantemente contra quien debe rebelarse y lo que tiene que hacer: liberarse de toda obligación personal (familia) y librar su batalla contra el "opresor", el hombre. El feminismo le ha dicho a la mujer que las mujeres antes no eran libres porque no eran dueñas de su cuerpo, porque no trabajaban (¿cómo?), porque iban tapadas con prendas parecidas al burka (¡pero qué dicen!), etc. Pues óiganme, feministas, hay mujeres bien constituidas, no envenenadas, que libremente asumen su verdadero papel como madres y protectoras del hogar, como educadoras, depositarias y transmisoras de los auténticos valores que hacen de una sociedad un lugar sano y saludable. Y no, no son un mero vientre, no son simples paridoras. Ni el hombre es un simple polinizador, ni un monstruo que deba ser hoy reeducado por unas cuantas que se creen... ¿qué se creen?, unas cuantas que a la mínima te llaman machista o cualquier otra lindeza.

Hoy ser feminista es bueno, defender los derechos de las mujeres es bueno. ¿Por qué ese derecho no puede recaer también sobre los hombres? ¿Por qué los hombres no tienen derecho a defenderse? ¿Por qué los hombres no pueden ser machistas y defender sus derechos? Claro, ser machista significa tener una mentalidad supremacista respecto a la mujer y no perseguir la igualdad de derechos respecto a la mujer, mientras que el feminismo sería, según el diccionario, un "movimiento que exige para las mujeres iguales derechos que para los hombres". El diccionario dice muchas cosas. Pero feminismo es "tendencia hacia lo femenino", no es otra cosa que esa, lo mismo que racismo es "tendencia hacia la raza" y para nada odio racial. ¡Malditos estos tiempos de neolengua donde las ideas no pueden campar a sus anchas con un significado verdadero!

Y bien, "tendencia hacia lo femenino" no connota ninguna reivindicación de igualdad respecto hacia los hombres, sino una clara adhesión, escrupulosa y radical adhesión, hacia todo lo que tiene que ver con lo femenino. Por supuesto, me sumo a esas mujeres que defienden su propia identidad como tales, que defienden lo eterno femenino: mal hace aquella que quiere igualarse a los hombres. No obstante, esto en el terreno de la identidad sexual. En cuanto al terreno de los derechos éstos deben permanecer en igualdad para todos los hombres y mujeres de una misma comunidad, ya que no son menos uno respecto al otro y su peso es el mismo, aunque sus proyecciones distintas. Así que no hay que defender derechos para las mujeres, sino para la comunidad. Los derechos son para todos. Y si en el pasado ha habido abusos no es culpa de nuestra generación, no tenemos la generación actual que pagar ninguna deuda del pasado, porque eso sí que es una tara marxista, una tara a su vez adoptada del judeocristianismo, ese ansia de unos de querer hacer culpables a los presentes de un pasado que no vivieron, como si los presentes fueran herederos de las faltas del pasado cual pecado original. Y esos abusos no fueron sólo contra la mujer, sino contra toda la clase trabajadora, ni todo lo que le pasa o haya pasado a la mujer es culpa de los demás. Si somos nacional revolucionarios, ¡si somos revolucionarios!, es porque queremos ¡empezar! algo nuevo, construir y forjar nuestro propio destino sin ningún tipo de resentimientos. Nuestra revolución debería y deberá suponer una ruptura con todas las épocas: la rueda ha dado ya un giro y el nuevo giro debe empezar con el empuje de nuestra impetuosa fuerza en un camino ascendente.

Y ataquemos a la paridad, que no debe ser por una simple razón: un número igual de hombres y de mujeres es un freno para el ascenso de los mejores. A un puesto de trabajo deben acceder... una revolución la hacen... ¡la hacen los mejores, los más capacitados, al margen del sexo! Y que no vengan hablando de paridad las feministas, feministas que hacen una revolución para mujeres, y sólo para mujeres, a quienes se adhieren algunos hombrecillos.

Y yo digo que cualquier feminismo es malo, provenga de donde provenga, se tiña con lo que se tiña, diga quien lo diga. El feminismo significa ruptura, lo mismo que lucha de clases concurre a ruptura. ¡Contra el feminismo y el machismo unidad, contra el mundialismo soberanía nacional, contra la lucha de clases comunidad nacional! Seguir la senda del feminismo es adentrarse en la lógica marxista y de lo políticamente correcto, es generar una confrontación absurda, aumentar la desigualdad entre hombres y mujeres en favor de la mujer porque esa igualdad feminista se consigue... ¿cómo se consigue? Dando facilidades a la mujer en forma de ayudas al empresario en cuanto a inserción laboral, fomentando el aborto, descuidando la familia, magnificando la violencia de género, protagonizada en gran medida por inmigrantes, y dando una imagen de la mujer como no agresora potencial y si de pobre víctima (Enlace 1) (Enlace 2) (Enlace 3), etc. ¡Qué no os engañen! Aquí hay una clara voluntad de supremacismo femenino mediante una estrategia que ya conocemos de sobra y que utilizan multitud de colectivos. Asimismo, que decir sino afirmar que esa mentalidad de la mujer oprimida es algo moderno

En definitiva, el machismo es una lacra, cierto, pero el feminismo no es mejor. Un nacional revolucionario, de la misma forma que se desmarca de toda orientación desfasada por inexistente y ficticia de izquierda y derecha, lo mismo debe hacer con el sexismo, provenga de donde provenga, pues si no es así de nada se van a diferenciar los partidos nacional revolucionarios de otros pertenecientes a lo que podríamos llamar izquierda tradicional.

Mal orientadas están las mujeres si van adhiriéndose al feminismo, que será muy moderno, pero nada conveniente. Igualmente, decirles que son unas desagradecidas, cual inmigrantes a quienes todo se les da y encima se quejan. Los hombres han defendido el hogar incluso con la vida, han perecido en guerras por grandes ideales y por la familia, han hecho y siguen haciendo los trabajos más duros y arriesgados y os han protegido a vosotras, pandilla de gritonas, bolleras y ridículas mujeres (PRUEBA DE LO DICHO). Si de justicia histórica se trata...¡Los hombres del mundo reclamamos una muestra o gesto que repare tales daños hacia los hombres, que tanto han sufrido durante siglos al servicio de la protección de la mujer, de la familia y de la patria! Por supuesto, reconocemos el servicio de la mujer, como elemento protector del hogar y dadora de vida, habiendo sido la garantía, como sigue siéndolo, del futuro de nuestro pueblo, un futuro en juego por la irresponsabilidad tanto de hombres como de mujeres.

Así que un nacional revolucionario no debería tener en cuenta el sexo para defender unos derechos u otros, porque un nacional revolucionario debe defender los derechos para toda su comunidad. Porque es lo más justo, porque es lo verdaderamente revolucionario, porque en tal mentalidad sí que no hay discriminación, porque en dicha visión el sexismo brilla por su ausencia y porque en dicho ánimo si se respira UNIDAD.■


NOTA: Este texto es una respuesta a un artículo de título "En defensa del feminismo" publicado en TdE.

EL FEMINISMO, ESA IDEOLOGÍA MARXISTA CULTURAL (II): SEXO Y GÉNERO


«La perspectiva de género nos viene a decir que, las diferencias entre hombres y mujeres responden a una percepción cultural, social y psicológica y no a condiciones biológicas. En otras palabras, la sociedad inventa las diferencias entre los sexos, éstas no tienen un origen natural. (…)

El sexo se basa en el aspecto externo, fisiológico de la persona y el género en los comportamientos, actitudes, pensamientos de hombres y mujeres de acuerdo a un orden preestablecido.»

Todo lo que le ha pasado a la mujer es por culpa de la sociedad, es por culpa de la sociedad que la mujer siempre haya sido “obligada” a llevar a cabo ciertas pautas de comportamiento, es por culpa de la sociedad que la mujer sea femenina. Esa afirmación es la que sale de todo marxista o persona con “preocupaciones” sociales en la modernidad, achacando lo femenino, como se ha dicho, a una imposición, puesto que lo masculino y lo femenino forman parte de lo cultural, mientras que ser macho o hembra forman parte de lo biológico, algo sin valor en un mundo basado exclusivamente en lo racional; así piensan seres de tan agudizado ingenio, así piensa todo animal marxista de la modernidad.

Esquema interpretativo del dualismo marxista-cultural propuesto por los ideólogos a sueldo de CC.OO., con el que nos intentan convencer de lo arbitrario de lo femenino y de lo masculino, constituyendo meras opciones transmitidas socialmente o una imposición cultural.

Yo pienso que es ahora cuando a las mujeres se les está diciendo e imponiendo cómo tienen que ser, mucho más que antes, más que nunca. Las mujeres, también los hombres, reciben constantemente información sobre pautas de comportamientos desde la televisión, recibiendo órdenes de los ingenieros sociales, ingenieros que no están en la capilla o en el Vaticano, sino en un cómodo sillón en Los Ángeles, en un Ministerio, en los programas de sobremesa de las televisiones públicas y privadas, en el Forem, en las aulas de los colegios, institutos y universidades, en la psuedocultura de consumo, etc. Así que mujeres, desengañaros, no sois libres, ahora no estáis liberadas, sino perspicazmente orientadas hacia un fin, inteligentemente manipuladas y engañadas, astutamente esclavizadas, sibilinamente enseñadas sobre lo que es ser libre o no por y para unos interesados.

Hablando de sexo y de género ya entramos de lleno en el combate cultural, pues en esa dualización existe el esfuerzo real de estos marxistas culturales por desnaturalizar el mundo y generar una confrontación entre sexos en un plano cultural, un mundo, al parecer, aislado del biológico. Yo afirmo que no tenemos género, sino sexo.

Según los ingenieros sociales, reitero, el sexo se refiere a lo meramente biológico, mientras que el género designa algo cultural, algo que es, al parecer, transmitido culturalmente y que establece la diferencia entre lo masculino y lo femenino; de esta forma lo femenino y lo masculino son opciones culturales y no una imposición biológica. Aunque en el siguiente enlace se confunde lo sexual con lo “de género” –a lo cual se le achaca la culpa de toda desigualdad en el panfleto que hacemos referencia–, la siguiente noticia no deja de adquirir una delirante y aplastante lógica en un mundo que pensaba que no la tenía (jaja); pero claro, se trata de una lógica marxista cultural o promovida por tal ideología: Bebé criado sin identidad sexual en Canadá desata polémica

Según el panfleto en el que basamos este escrito, lo cultural es la base de toda desigualdad y puede evolucionar, puesto que no es inmodificable: por ello es el terreno cultural el campo de batalla. Debo recalcar lo de “evolucionar”, porque ello conlleva que la evolución va dirigida irremisiblemente hacia la igualdad (no lo dicen en el esquema, pero se sobreentiende), y hacia ese fin va enderezado todo el esfuerzo del ingeniero social: eliminación de lo masculino y de lo femenino, pues ante la pretensión de igualarse desaparecen ambos, ¿y qué surge? A mí esta dualidad me parece peligrosa (es decir, la de dos mundos, un mundo biológico y otro cultural tal como expone el ingeniero social), pues no hay necesidad de desvirtuar lo biológico, ya que lo biológico da lugar a, ¡determina!, lo cultural; y de hecho es lo que determina el papel de cada cual dentro de una cultura. Es lo biológico lo que determina el comportamiento social de la mujer y del hombre. Desnaturalizar la vida humana es una calamidad. En definitiva, vivimos en un mundo donde claramente se quiere eliminar el carácter propio de lo eterno femenino y de lo eterno masculino, crear un mundo donde como mínimo lo femenino y lo masculino sean opcionales, pues según el nuevo orden moral lo masculino y lo femenino constatan imposiciones sociales en el hombre y en la mujer.

Si se relativiza –o se obvia– toda diferenciación natural biológica, dando prioridad a ese nuevo mundo de género –inventado–, es posible construir ese ideal marxista del “hombre nuevo”; de esta forma respondemos a la pregunta “¿y qué surge?”. Surge ese ser humano que no es ni hombre ni mujer, que no es una construcción natural, sino artificial, de género, racional, de ingeniería, escrupulosamente cultural y social, como el que hace un muñeco, un ser de serie, estandarizado, mecanizando y sin identidad. Lo natural, lo real, lo inmutable, siempre ha sido un muro imposible de derrumbar para cualquier idealista que basa su mundo en imaginerías, por ello construyen un mundo alejado de lo biológico, es decir, el susodicho mundo de “género”, una dimensión aparte donde ya, bajo parámetros racionales, bajo la estela del combate cultural, puede pugnarse lo biológico y reducir a hombres y a mujeres a lo mismo, ¡a lo mismo! Pero eso será imposible, pues el orden natural de las cosas siempre vuelve a su cauce a pesar de la locura de unos que establecen un orden racional a la desesperada, forzado, irreal y completamente dañino e injusto.

¿Vamos a consentir esto?... ¡No!■

De interés:

Más propaganda marxista cultura:

EL FEMINISMO, ESA IDEOLOGÍA MARXISTA CULTURAL (I)

Marxistas culturales, ¿queréis batalla cultural?... ¡Adelante!

Llevo muchos días un tanto obsesionado con el feminismo y empeñado en defender a las mujeres de todo lo que las quiere destruir. Es un tema que me apasiona. Que me obsesione no quiere decir que se haya apoderado de mí, sino que en él veo un sendero fascinante que explorar, uno de los pilares fundamentales de nuestro mundo globalizado, un punto a profundizar en serio para conocer al enemigo, ese enemigo feminista, ya sea hombre o mujer, porque va en contra de la mujer y de lo femenino. Y por supuesto, cómo no, también va en contra de los hombres.

Gracias a mi novia me ha llegado un libro de formación de CC.OO. llamado “La igualdad de oportunidades entre mujeres y hombres”. Aquí os lo dejo en pdf, y aunque la edición que manejo es distinta los contenidos son idénticos: PROPAGANDA DE CC.OO. Se trata de un libreto que aspira a ser “de formación”, pero que no deja de ser propaganda marxista cultural, un panfleto, un medio de adoctrinamiento para con la mujer y el hombre.

La base de dicho panfleto es la igualdad. La igualdad supone que tanto hombres como mujeres no tienen ningún punto diferencial, que ambos sexos constituyen un idéntico respecto el otro y que por lo tanto sus rolles sociales deben ser los mismos -(esta frase no está bien dicha bajo la lógica marxista cultura, pero ya desarrollaré en un segundo artículo la diferencia sexo/género para estos ideólogos). Así que hombres y mujeres son iguales, dicta el dogma feminista. Si lo son, ¿por qué tanto empeño en estas campañas de apología de la igualdad?, ¿por qué tanta discriminación positiva? Lo que es es sin necesidad de esfuerzo. Y es que la realidad se impone pavorosa a vista de todos y los inversores de valores, los patrocinadores de la destrucción de nuestro pueblo, lo saben, y por ello se empecinan en confundirnos mediante la razón con supercherías y palabras bonitas, a sabiendas de que calarán fácilmente en un pueblo que no ha salido de su estupidez supina, que se sabe que traga con todo mientras tenga el estómago lleno y el desván repleto de cosas inútiles; vivimos en una sociedad no hecha para la crítica, inmadura, que asiente y avanza como un burro.

Si por algo destaca el feminismo es por su actitud poco democrática. No admite discusión, todos sus dictados son verdades absolutas. Cuando una feminista habla el dogma lo somete todo, la feminista o el feminista está dominado completamente por el dogma; pero si sale alguien no conforme con el pensamiento que nos imponen los ingenieros sociales del marxismo cultural se vuelven, en el mejor de los casos, relativistas y dialécticas/os, aparentemente democráticas/os y demostrando cierto respeto fingido; y en el peor de los casos, son censuradores/as, difamadores/as... Algunos ejemplos de dogmas incuestionables del feminismo:

- La mujer ha estado sometida al hombre desde siempre.
- La mujer antes no podía trabajar.
- Todos los hombres eran unos borrachos y pegaban a sus mujeres.
- Los hombres son primarios, guarros y unos salidos.
- Los hombres son unos hipócritas.
- Todos los hombres son machistas.
- La mujer es igual que el hombre, pero luego dicen:
- La mujer es mejor que el hombre, o:
- La mujer es igual que el hombre pero diferente.
- El matrimonio es una institución machista.
- El aborto da libertad a la mujer.
- La iglesia católica (y sólo la iglesia católica) es machista.

Sin embargo, si aplicamos esos dogmas a la inversa, todo son “peros”. Cualquier mujer podrá aseverar cualquiera de esas sentencias que no recibirá crítica, excepto si Daorino está presente, jajaja… Es curioso también que si tomas una actitud crítica, las mujeres y algunos hombres, poco dados/as al debate, saldrán al paso con ciertas frases de este tipo:

- ¿Por qué te calientas tanto la cabeza?
- ¿Pero a ti qué más te da?
- ¿No es malo estar siempre discutiendo?
- Te pones como un energúmeno.
- Eres un machista.
- Eres un antiguo.
- ¡En qué mundo vives!
- Actualízate.
- No te gusta nada.
- Siempre estás en contra de todo.
- Eres un quejica.

Como veis, la mujer feminista, o el hombre feminista, a sabiendas o no, es huidizo/a respecto al debate, siempre y cuando no sea un verdadero marxista, es decir, de los teóricos, de los críticos... Por supuesto, no todas las mujeres son así, ni todos los hombres. Así que qué pena que no me encuentre ante verdaderos marxistas, esos sí que aman la discusión, con esas personas sí que puede uno pasarlo bien si de confrontar ideas se trata. Pero si en algo reside el éxito del marxismo cultural es en haber inoculado en el mundo ideas como auténticos dogmas de fe, es decir, que no den lugar a discusión, tal y como se deduce de todo lo anterior. El mundo entero ha dicho sí a esos dogmas. Yo, como librepensador, me resisto a todo dogma.

Yo no puedo defender un concepto de igualdad entre hombre y mujer sin tener en cuenta el elemento biológico, un elemento insoslayable. Partiendo de que hombre y mujer son diferentes toda igualdad se hace imposible, incluso desde una perspectiva moral o cultural. Pero hoy la igualdad supone una forma, en este asunto, de minusvalorar a la mujer: la mujer es la mejor siendo mujer, y no puede aspirar a otra cosa que ha desarrollarse como mujer. Estos libros de adoctrinamiento echan la culpa al hombre de que la mujer no se haya podido desarrollar más en ciertas facetas, cuando a lo mejor la mujer no ha querido desarrollarlas, prefiriendo ocuparse de otras cosas, de lo que a ella le hace mujer. ¿Por qué ahora esto? ¿A qué viene esta nueva moral? Esta inversión en la mentalidad femenina es un fenómeno prácticamente nuevo, al menos a nivel masivo, pues en la historia existen ejemplos aislados. De la misma forma nos echan la culpa, a los europeos o a occidente en general, del subdesarrollo de los países africanos de piel negra, cuando estos países siempre han vivido en el subdesarrollo. ¿Qué culpa tenemos nosotros de la miseria de otros? La inoculación de la culpa, un elemento de la que es deudor todo marxismo cultural de su ascendencia abrahámica. MORAL DE ESCLAVOS, MORAL DE ESCLAVIZAR, ESE ES EL ÁNIMO QUE MUEVE A TODO MARXISMO, A TODO ABRAHAMISMO, A TODO HOMBRE INFERIOR Y DÉBIL.

Las feministas y toda su ascendencia y prole ideológica sienten un odio visceral hacia lo tradicional. Todo lo que antaño dignificaba a la mujer hoy es algo antimoderno e infame. Estas mujeres echan la culpa al catolicismo y al franquismo de todo (y pasarán décadas y seguirán con lo mismo), viven enamoradas de la libertad sin saber lo que es... Y desde que Europa perdió la guerra en 1945 los ingenieros sociales se han empeñado en ir en contra de la mujer, esa mujer antaño equilibrada, que prefería su papel tradicional a su nuevo papel de concubinas del régimen democrático: el orden natural de las cosas parece que se ha roto.

No olvidemos que durante la Segunda República la derecha ganó unas elecciones gracias al voto femenino. Hoy los republicanos de izquierdas y sus amigos nos engatusan con sus consignas de mujer víctima, de que la mujer nunca ha gozado de libertad excepto en la Segunda República, a pesar de haber preferido ésta su papel tradicional excepto en los tiempos modernos. Yo digo que la mujer nunca ha dejado de trabajar, yo digo que la mujer ha sido la más conservadora y que ha sido la garante de que las tradiciones y los valores se mantengan vivos. Es a la mujer a quien el sistema ataca hoy, pues bien sabe que emputeciéndola, que poniéndola al servicio del capital masivamente, que confrontándola contra el hombre, dinamitarán toda la base sobre la cual se sostiene toda sociedad saludable, toda cultura sana: la mujer, la que siempre ha sido protectora, nido de amor y seguridad hogareña. Los hombres siempre se han empeñado, si acaso, excepto algunos con intenciones siniestras, en salvaguardar tesoro tan valioso. Hoy, todo lo que la mujer consigue, lo consigue gracias a la discriminación positiva. Su único mérito es haber nacido mujer, “porque ella lo vale”. ¿Vais a permitir esto, mujeres? Yo sé que sois capaces de conseguir las cosas por vosotras mismas, yo sé que podéis ser mujeres y cada vez mejores, dejar de pensar en ser como los hombres, pues no somos ni debemos ser ninguna cima para vosotras, excepto si se trata de amarnos.

En las páginas dedicadas a la “Historia por la lucha de la libertad” de dicho panfleto, se dice algo muy interesante que me ha sorprendido leer:

«Republicanos de izquierda, radical-socialistas y radicales fueron los grupos políticos que más se opusieron a la concesión de sufragio femenino, ya que pensaban que este estaba destinado a la derecha conservadora. No obstante, también se utilizaron argumentos más absurdos: el voto femenino podía constituir una fuente de discordia dentro de los matrimonios; la mujer no estaba capacitada para votar ya que en ella predominaba la emoción y no la reflexión; la mujer carecía de inteligencia y voluntad, etc.

Para paliar estas “insuficiencias” algunos diputados propusieron limitar el derecho al voto a las mujeres mayores de 45 años, no muchas teniendo en cuenta la esperanza de vida de la época, o incluso se planteó conceder el voto a la mujer de forma provisional; si se comprobaba que el voto femenino iba a los partidos conservadores, se suprimía de nuevo el sufragio.»

Esto lo dice un panfleto de CC.OO.; hagámosles caso, aunque sea por esta vez, por tal arrebato de lucidez y de objetividad.■

Artículos de interés:
- EL LOGRO FEMINISTA (I)
- EL LOGRO FEMINISTA (II)

EL FEMINISMO COMO MEDIO PARA LA DESTRUCCIÓN DE LA FAMILIA

por David Duke


Simultáneamente con el sacrificio de nuestra nación en el altar de un imposible igualitarismo racial, apareció la promoción de la igualmente ficticia idea de la "igualdad" sexual. A las mujeres se les dijo que eran psicológicamente iguales que los hombres pero que eran socialmente condicionadas por su entorno para ser esposas y madres en vez de ser investigadoras científicas y capitanas de industria. No solamente las "liberadoras de las mujeres" trataron de convencerlas de que criar y cuidar a la siguiente generación era menos importante que sudar en una cadena de montaje o trabajar en el último rango de una serie de ejecutivos, sino que aún fueron más lejos al menospreciar el papel de esposa y madre.

Freud también contribuyó a la destrucción de la familia con su respaldo a la supuesta liberación de la promiscuidad sexual. Una de las más arraigadas características de Occidente ha sido siempre la importancia dada al parentesco, contrariamente al Tercer Mundo. Freud y sus proveedores judíos de psicoanálisis enfrentaron al sexo con el amor y justificaron la destrucción de la unidad familiar con pretextos tales como una gratificación sexual insatisfactoria.

La liberación de la mujer ha reestructurado completamente a la familia americana, porque la mayoría de esposas y madres han sido forzadas a entrar en el mercado laboral por los nuevos standards económicos, limitando así las opciones de las que hubieran preferido ocuparse de su hogar. Muchos investigadores dicen que la creación de millones de madres "trabajadoras" ha tenido un efecto desastroso en la estabilidad familiar y en el desarrollo de los niños. El resultado ha sido que muchas mujeres están ahora luchando como único sustento para ellas y sus hijos, y las que forman parte de una familia biparental, a menudo se encuentran estresadas y debilitadas por tener que realizar el tradicional trabajo de las mujeres en el hogar y trabajar ocho horas diarias fuera de él.

SUPREMACISMO JUDÍO (El poder judío en la sombra), por DAVID DUKE. Ediciones Ojeda, Barcelona, 2007. Pág. 140