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EL RACISMO Y LA INTOLERANCIA DEL MARXISMO CULTURAL (2/2)

CONTRA EL RACISMO Y LA MORAL DE LOS PROGRES

Son tiempos difíciles,
pero paradójicamente divertidos.

Todo el mundo habla de razas excepto cuando no quiere que le llamen racista. Hay que mantenerse firme y hablar de razas, incluso cuando moleste. Es más, las razas existen siempre y cuando nadie defienda la suya (siendo blanco), porque entonces te salen con miles de artimañas argumentativas para escudarse o defenderse de lo que consideran un ataque racista verbal. Si un negro defiende su raza todo aquel que no ponga buena cara se verá envuelto en un auténtico ambiente de exclusión, pues negarle la identidad a ese negro sería un acto de racismo. Y es que a todas horas se habla de razas para diferenciar al negro, al chino, etc. (paradojas de la vida cotidiana), sin embargo al blanco le dicen que las razas no existen. Dicho todo esto hay que destacar que la psicología del marxista cultura es altamente contradictoria, refutándose ellos mismos, siendo muy complicado hacer una crítica global a este tipo de sacerdote que va del dogmatismo al relativismo, de un argumento a su contradicción, con suma facilidad.

En este nuevo mundo de lo cultural, "donde sólo existe lo cultural para hacer una valoración de la realidad, de la sociedad...", que nada tiene que ver con lo biológico -según los marxistas culturales- no sólo no tiene valor el sexo, sino tampoco la raza. Es decir, el marxista cultural, en su nuevo dualismo, lamenta que lo biológico sea una imposición, algo 'inmodificable', pero a la vez celebra que dicha realidad para nada afecte al ser social (algo muy cristiano, por otro lado, ¡ese odio al cuerpo!, a lo físico, a lo natural... ¡pero el marxista cultural a la vez te emputece... para joder el cuerpo!); por lo cual, y partiendo de que todos son iguales, se trate de mujeres y de hombres, de chinos, de negros, de indios o de blancos, el marxista cultural nos quiere convertir en seres sin biología o ajenos a ella donde el determinismo biológico no tenga sus efectos "en la teoría", y sólo en la teoría, pues la realidad se muestra exquisitamente evidente, afortunadamente evidente, totalmente irrefutable. Entonces, para los marxistas culturales, un negro y un blanco no son un negro y un blanco, sino dos "personas iguales", dos personas culturalmente diferentes (por imposición) que deberán evolucionar hacia la cultura global que constituirá el "Hombre Nuevo". Y la cosa no acaba ahí, son meras personas culturales con (pero sin) sexo, con (pero sin) raza, con (pero sin) nada, SÓLO CON ROLES OPCIONALES. Para estos el roll de madre puede hacerlo un hombre, así que ¿nos convencerán de que podemos hacer el rol de negro, es decir, ser étnicamente negros? ¿Convencerán a los negros de que podrán ser étnicamente blancos y componer obras como las de Mozart y menos hip hop? Por lo tanto, si la sexualidad es inmodificable pero la feminidad y la masculinidad son opcionales, imposiciones sociales, ¿nos convencerán de que la raza es inmodificable (siempre que no la nieguen de primeras) pero que la etnia es una imposición social que surge por unas diferenciaciones artificiales generadas por grupos de hombres y no por la biología? ¿Diferencias que surgen de la irracionalidad de un grupo de personas que no han sabido ver lo iguales que son a cualquier homínido?

La raza es un concepto biológico y como tal es desechable, no interesa, no importa... al ingeniero social; al corruptor moderno sólo le interesa cargarse lo biológico, pues este no debe jugar un papel en lo cultural ni en la propia vida. Debemos mantenernos firmes y reafirmar nuestra esencia natural, porque si no viviremos en un mundo fantasmagórico, hecho sólo de ideas, de razón "sin sentidos", con razón procesada con el cerebro y no sentida desde el mundo. El marxista cultural va en contra de la vida, pues no es un hombre de este mundo, de lo real, sino de otra parte, del mundo de las ideas.

Y ahora pasemos a analizar tres esquemas que explican todo esto.


El primero de los esquemas es el de "sexo y género", que ya conocemos por una publicación anterior en este blog:


Para el análisis de los siguientes esquemas he hecho una serie de cambios en el anterior para explicar dos posibles mentalidades que puede tener el marxista cultural, pues marxistas culturales hay de tantos tipos como matices pueden ellos mismos darle a sus ideas. Pero hablamos siempre de matices rocambolescos, con apariencia de verosimilitud, que surgen más de la fantasía de la razón, que de la propia realidad. El progre es el único capaz de sostener a la vez que todos somos iguales. que a la vez diferentes, que las razas no existen y que existe la raza humana, lo cual le convierte en una alimaña bastante compleja.

El esquema número dos establece la lógica menos paranoica del marxismo cultural, ya que relativiza la raza sin negar su evidencia. En este esquema el hombre es tratado como un ser social, como he repetido hasta el hartazgo, dándole al papel biológico una importancia insignificante, como si lo biológico no determinara ciertas actitudes, como si lo biológico no determinara la inteligencia, la fuerza, ¡la cultura!, etc., como si lo biológico simplemente diera lugar a variantes de fenotipo, siendo lo de dentro "lo mismo" (esto no lo dice el esquema pero se deduce ateniéndonos a la lógica del primero de los esquemas). Lo que importa es la persona, y la persona no es un concepto biológico, sino moral. El hombre es persona, puede serlo, pero ante todo es hombre (género HOMO), es decir, 'animal'. ¡Qué manía en aislar al hombre del reino animal!

Obviamente, lo biológico no determina la cultura de forma absoluta, pues el medio es un factor de influencia importante.

He de señalar que el tipo de marxista cultural especificado en el esquema número dos también puede aseverar, al no ser un negacionista de la raza, que la única raza existente es la humana, cambiando el lado izquierdo del esquema:

RAZA
ES BIOLÓGICO
SE TRANSMITE GENÉTICAMENTE
NO ESTABLECE NINGUNA DIFERENCIA REAL
ENTRE GRUPOS HUMANOS
NO ES EL ORIGEN DE LA DIFERENCIA
ES INMODIFICABLE

El esquema número tres es más delirante, y es a su vez el más extendido, pudiéndose resumir en una sentencia: las razas no existen. Bajo esta lógica el hombre no tiene una dimensión biológica, siendo el único ser sobre la tierra que no la tiene. Quien sostiene tamaña estupidez sólo basa sus conjeturas en un absoluto: el hombre es un ser determinado socialmente, es un ser moral. Para este un negro puede ser étnicamente un latino o un nórdico. 'Qué más da si lo que determinará tu etnia será si te adaptas o no a un tipo de determinación social', piensa este tipo de marxista cultural. La etnia es, de esta forma, y como lo son lo femenino y lo masculino, un rol social. Mañana podremos ser esquimales si queremos, o de los Bakongo. En el mundo globalizado todo será posible y cada uno no será lo que es, que es lo que debemos descubrir, sino lo que quiera ser. Y aquí podríamos derivar hacia el problema filosófico de la libertad... ese otro dogma marxista cultural cuando tal concepto es tratado con esa ideología que sólo lleva a una parte: al desarraigo.■


Vídeos sobre RACISMO LEGAL:
- Un racismo legal - Del silencio mediático a la manipulación periodística
- Racismo Anti Blanco Agresion por parte de 5 moros de mierda en un cercanias de Madrid

Enlaces:
- Artículos publicados en El Mundo de Daorino con etiqueta "Sobre las Razas"
- Artículos publicados en El Mundo de Daorino con etiqueta "Marxismo Cultural"

EL RACISMO Y LA INTOLERANCIA DEL MARXISMO CULTURAL (1/2)

CONTRA EL RACISMO Y LA MORAL DE LOS PROGRES

El progre es el único capaz de sostener a la vez que todos somos iguales, que a la vez diferentes, que las razas no existen y que las razas deben de mezclarse (mestizaje). Luego nos hablan de "raza humana", raza humana en lugar de especie humana, lo cual nos desvela en toda su miseria a este ser tan exento, tan ayuno, tan abstinente de cultura y, a la vez, tan sabelotodo y tan alimaña.

Si en el mundo hay racistas, son aquellos que quieren reducir todo a lo mismo. Si hay odio hacia lo diferente, existe precisamente en aquellos que quieren reducir todo a lo mismo. Si no les molestara la diversidad no se empeñarían tanto en la igualdad. Así que racistas e intolerantes, odiadores e inversores del orden natural, esos son los marxistas culturales, los nuevos sacerdotes, los nuevos oradores que levantan su voz en variopintos púlpitos con esa nueva moral de esclavos que caracteriza a nuestra modernidad. Hombres que son capaces de decir una cosa e inmediatamente después la contraria y salir airosos, hombres que a cada momento dicen una cosa distinta, aunque siempre dirigidas hacia un mismo fin. Alcemos el martillo alegremente, y peguemos fuerte, ¡Nietzsche no ha muerto!

Pero también hay algunos rapados, muchos 'fachas' y muchos casposos que no han superado la derecha y la izquierda, viviendo enfrascados en esquemas de división política del pasado, autoproclamándose herederos de la pestilencia derechista; hablamos de escoria que se llama identitaria sin saber lo que ello conlleva, siendo la justificación del progre para joder a todo un movimiento, un movimiento identitario de verdad, que quiere desprenderse del lastre que supone todo lo anterior. Esa escoria blanca se autoproclama racista, piensa con el odio, siendo tan imbéciles como los progres, pues ellos también quieren reducir todo a lo mismo, sólo que a su propia raza. Yo quiero diversidad, pues así mido mi propia superioridad. Lo débil, lo inferior, existe para engrandecernos. Por supuesto, mi diversidad no es la de todos juntos, sino la de cada uno en su sitio.

Al progre, en realidad, lo que le molesta de estos falsos identitarios y de los identitarios auténticos, no es que odien  (pues ellos también odian, aunque no lo sepan) o que no odien racialmente respectivamente, sino que no se odien a sí mismos, que no se sientan culpables por ser lo que son, o que no se den cuenta de que las razas no existen, que existe sólo la humana y por lo tanto no sean racistas contra los "inhumanos". Y así es, les molesta que no se hayan enterado de que las razas no existen, pues todo proviene "de las diferencias provocadas por las tensiones entre las diferentes etnias, restándole valor al componente biológico y real de la raza". Y entiéndase etnia como un concepto que para nada tiene que ver con su origen etimológico, sino, en este contexto, bajo los parámetros del marxista cultural, como algo que únicamente se ciñe a lo cultural.

Por supuesto, existe un racismo identitario, que yo defiendo, y que explico en este artículo:


En un sentido identitario, racismo adquiere su significado etimológico y real, alejado de toda emoción de odio. Ser racista en sentido identitario no es odiar, sino apreciar la diversidad, poner en 'valor' la raza, ese inmutable sello identitario.

No obstante, la paradoja está en que son los progres los abanderados del antirracismo. 


Esa canción va dirigida a y en contra de (tácitamente) los blancos, mezclándose la endofobia por parte de unos españolitos traidores y el odio de unos inmigrantes ascendidos a "personas que nos dan lecciones de moral". Pero no han condenado públicamente canciones como las que podréis ver más abajo, no han generado un revuelo espantoso, ni ocupado cientos de minutos en telediarios y programas televisivos. Estas canciones, al parecer, no incitan al odio, ni a la violencia, pues están echas por los "oprimidos". Existe pues un racismo legal, un racismo en sentido progre además, pues se basa en el odio, un odio que siempre niegan: el que existe de "otros" hacia los blancos.




Un negro puede azotarte, un chino puede mearse encima de ti, un ecuatoriano puede pegarte con un palo, todo el que viene de fuera puede joderte porque ellos son los superiores moralmente (eso se creen y a eso los han encumbrado). Eso no es racismo al parecer, pues se considera que el racismo es sólo una actitud del hombre blanco (las razas no existen, pero bien que diferencian al blanco de los demás). Cuando el que no es blanco actúa de forma racista no se le considera, entonces, racista, sino una VÍCTIMA. Se le disculpa, se le justifica, se dice que ha sido provocado por las diferencias sociales, porque vive en un ambiente de exclusión, etc. La culpa es siempre nuestra. Hoy debemos luchar contra el racismo legalizado contra nosotros los blancos, y también contra la endofobia de miles de traidores, a quienes deseo que prueben en toda su plenitud, contra la pared y con los pantalones bajados, toda su multiculturalidad. ¿Se dirán a sí mismos, contra la pared, mientras son sodomizados por un nigeriano de dos metros, que lo que les pasa es culpa suya y que lo que hace falta es más integración? Porque ellos siempre salen con eso, parece ser que la fórmula "más integración" es la panacea... la solución de todos los problemas, cuando no significa otra cosa que dejar entrar a más inmigrantes y convertir a los autóctonos en ciudadanos de segunda.■

ANTE EL V ANIVERSARIO

A todos los que seguís este blog

El 4 de septiembre de 2006 se publicó la primera entrada de El Mundo de Daorino. Entonces tenía 25 años y este blog tenía una presentación, un enfoque y un estilo diferentes. Creo que puedo decir, sin que se considere presunción, que mis enfoques se han ampliado, e irán ampliándose, que mi estilo se ha depurado muchísimo, y espero ser capaz de seguir depurándolo, y el diseño del blog, que ha pasado por diversas fases, ha llegado hasta un punto del que me siento muy satisfecho, por estilo, simetría y belleza.

En un principio quería que fuera un blog filosófico, cinéfilo, literario –sobre todo literario- y de reflexión en general. Supongo que no ha perdido esa esencia, a pesar de que no hablo sobre películas o libros tan a menudo, por no decir que ya no trato esos temas. Sin más, me he centrado en lo filosófico y en lo político. Además, poco a poco, me he ido centrando en la reivindicación, en la reivindicación política por un lado y en la reivindicación filosófica y guerrera, que en mí, creo, van de la mano, por otro. ¿Qué sentido tiene la lucha sin una base en ideas, pensamientos, ética, etc.? No quiero ser una mera bestia autómata. Bestia, sí, pero con una cosmovisión, con unas metas, con unos ideales y unos valores.

En ese sentido, en el de los ideales y en el de los valores, he cambiado mucho. He cambiado sobremanera. Bien saben todos, porque yo lo dije, y mejor decirlo yo a que se enteren por otros que quisieran joderme –pues yo doy la cara y me expongo a tal cosa–, que yo fui comunista, que estuve afiliado al PCE, etc. Desde que renuncié a dichos ideales, que considero erróneos, hace muchísimos años… pero, no lo olvidemos, como librepensador debo decirlo, en gente noble esos ideales surgen de la necesidad de crear un mundo mejor, más justo y libre, NO TODOS NACEN Y CRECEN CONOCIENDO LA HISTORIA NO OFICIAL, NO TODOS CRECEN SABIENDO QUE ESTÁN ENGAÑADOS, LA MAYORÍA CRECE SÓLO VIVIENDO LA IDEOLOGÍA MODERNA QUE NOS VENDEN, ASUMIÉNDOLA SIN ESPÍRITU CRÍTICO E INMERSO EN LA MAYOR DE LAS IGNORANCIAS.

Y es eso lo que queremos nosotros también, un mundo mejor, más justo y libre, pero bajo otros presupuestos, pues nosotros los librepensadores, e identitarios, sabemos que el comunismo –así como cualquier forma de capitalismo– no es la vía para ello, sino la vía hacia el terror, hacia la reducción de todo a lo mismo, hacia la destrucción de todo lo diverso. Durante años fui un antirracista, en sentido progre, un antifascista como los guarros del 15M, Democracia Real Ya, los antipapa…  –sólo que yo me lavaba y era tolerante con todas las ideas, provinieran de donde provinieran–, y tenía como valores y moral algo extraño, algo perjudicial que sólo puede conducir al fracaso; de hecho, la debacle social actual es consecuencia de la asunción sin resistencia de dicha moral y valores, impuestos por la memocracía y los ingenieros sociales del marxismo cultural.

Y un día me desperté, me desperté tras ver muchas contradicciones, tras muchas discusiones, tras mucha moralina de sacerdote rojo, por ver ese fascismo (contra el que los rojos dicen que luchan, un fascismo que no he visto en ningún fascista de verdad todavía) en los propios que son antifascistas, por verlo entonces en mí, por ver de repente toda la mentira que ellos me habían inoculado, ya fuera de forma consciente o no. Un día me desprogramé y me miré al espejo, diciéndome: “tanto luchar contra el racismo, tanto luchar por la libertad, tanto vender la liberación de los oprimidos, de las mujeres… cuando en realidad he sido todo este tiempo un racista, un destructor de razas mejor dicho,  un promovedor de tal barbarie, un destructor de la libertad, evocando bajo una careta libertaria el yugo de todos los hombres… cuando en realidad debería haber defendido mi tierra, los valores eternos, una moral lo más ceñida posible a la naturaleza, es decir, un orden natural de las cosas”. Esta transformación, estas nuevas motivaciones, me hicieron respirar aire mucho más limpio. Me trajo y me trae problemas, pero es un goce ser uno mismo a cada instante, gozar de la libertad, esa libertar contradictoria que se niega a sí misma, esa libertad que sólo uno puede darse, como librepensador y soberano, como hombre hecho a voluntad.

La desprogramación fue como un segundo nacimiento. Tal desprogramación no sólo me llevo a ser el que soy ahora, sino un yo sin etiquetas, porque el librepensador es él mismo sin etiquetas. El librepensador hace gala de una no identificación con lo que está fuera de sí mismo. Uno puede identificarse, por supuesto, con uno de su propia cultura y raza, pero es porque se comparte algo común, cada uno dentro de sí. Lo que quiero decir es que desde el acontecimiento vital mencionado anteriormente las ideas viven a mi servicio, no me identifico con ellas, sino que en ellas veo un valor, un valor que me enriquece y que evito a toda costa que me posea. Es decir, hay que evitar el fanatismo a toda costa, hay que sacar de la idea el jugo que te haga crecer, como si la idea fuera una rica fruta, pero sin que la idea te devore como si tú fueras un duro trozo de carne.

Tal vez a muchos esto les parezca complicado y vean en mí, ahora mismo, un Daorino contradictorio, pero para nada es así. Muchos dirán que Daorino defiende una causa y que, ciertamente, ¿cómo puede hablar en esos términos, parece muy poseído por ciertas ideas? Pues muy sencillo, precisamente como sólo puedo identificarme conmigo mismo, pues no renuncio a mi soberanía y a mi libertad, como yo hago uso del mundo, de las ideas, etc. como ricas frutas, extrayendo su jugo, sea este de buen sabor o de mal sabor (para esto hay que ser buen rumiante, y ya me dirijo a Nietzsche y a Rosset), sacando de todo ello unos ideales, unos valores, unas metas y una causa (que manufactura uno mismo), me puedo identificar con aquellos que considero “mis iguales”; no iguales de idénticos, sino iguales de rango, aristocráticamente hablando; es decir, puedo identificarme con aquellos que son lo más parecidos a mí, pues veo en ellos algo propio de mí, que no es mío en realidad –pues cada cual pertenece a sí mismo, excepto los poseídos–, algo que se manifiesta de forma común: de ahí surge el pueblo, ese sentimiento de pertenencia, ese espíritu que forja el surgimiento de una identidad colectiva que debería desembocar en la nación; puedo identificarme, en definitiva, con aquellos que se proyectan en la misma dirección que yo, Y POR ELLO PUEDO LUCHAR Y MATAR Y MORIR POR AQUELLOS QUE CONSIDERO MIS IGUALES, PUES ES, SOBRE TODO, LUCHAR POR UNO MISMO, LUCHAR POR EL ESPÍRITU COMÚN, POR LA CAUSA COMÚN, QUE UNE A HOMBRES SOBERANOS. SER LEAL A TU PUEBLO ES EL MAYOR HONOR QUE UNO PUEDE ATESORAR, SER LEAL A TU PUEBLO ES AMARSE A SÍ MISMO. La próxima revolución será de este tipo de hombres, auténticamente libres y soberanos, proyectados hacia arriba ante la mirada cautivadora de nuestros dioses y ante la mirada temblorosa y ascendente, pero porque miran desde abajo, de los corderitos y demás alimañas. La próxima revolución será llevada a cabo por hombres que sin piedad defiendan lo que es suyo Y QUE NO HUYAN, por hombres que ante la sangre no se mareen, sino que sonrían, por hombres que se han hecho a sí mismos y que no han sido hechos por otros. Como veis, mi pueblo es muy pequeño, escaso, no son todos los españoles, ni todos los europeos, ni siquiera todos los blancos (y he de decir que mi concepción racial no es sólo biológica, también espiritual, pero esto ya lo desarrollaré)… muy a mi pesar, desgraciadamente.


Y volvamos a hablar sobre este blog. Desde el nacimiento de este blog se han publicado 265 entradas (sin contar esta). De las 265 entradas, 73 han sido escritas por diversos colaboradores. 26 de ellas son resúmenes de las sesiones de debate de Foro Identidad. Luego hay 6 textos, que son transcripciones, y cuya autoría figura a nombre de los autores de dichos textos. Se tratan de David Duke (1), Alain de Benoist (3), Jean Thiriart (1) y Nicolás Maquiavelo (1). Por supuesto, no me olvido de todos los colaboradores que se han ofrecido o accedido a publicar en mi blog, a quienes estoy muy agradecido, y nunca lo suficiente. Por orden alfabético: Alan Christian (4), Arjun (1), Die Herren (1), Enfant Terrible (1), JDia (2), León Riente (19), Oso Solitario (1), Qbit (2), Sigfrido (5), Soldado Vikingo (3) y Tercerarevelación (2).

También he de mencionar que durante el último año surgió un blog anexo a El Mundo de Daorino, dedicado al senderismo, donde pongo información diversa sobre las rutas que realizo: tracks, vídeos, fotos, etc. Se trata de un espacio del que me siento muy orgulloso y con el que disfruto mucho, pues el trabajo de dicho espacio no está en el teclado, sino en las piernas, en los caminos, en los senderos, en el mundo real.


Y este blog cumplirá 5 años. Y para conmemorarlo pensé que tenía que pedir a muchas de las personas que más aprecio de la blogosfera y de mi vida personal que dedicaran unas palabras a El Mundo de Daorino. Así he hecho. Dichas palabras se publicarán este domingo 4 de septiembre. Quiero agradecer la aceptación que ha tenido la propuesta. Asimismo, agradecer también el hecho de que estéis ahí y de que leáis mi blog. Sin duda, he encontrado, gracias a este espacio, a muchos de mis iguales.

HASTA MUY PRONTO Y MUCHAS GRACIAS.

EXPRESIÓN SENSIBLE DE LO INVISIBLE


Más allá de no agotarse en un naturalismo –tal como hoy sólo la ignorancia o la falsificación tendenciosa de algunos puede presentarla– más allá de conocimiento de los ideales de la superación viril y de la liberación absoluta, en la concepción pagana el mundo era un cuerpo viviente, compenetrado por fuerzas secretas, divinas y demónicas, por significados y por símbolos, de acuerdo al dicho de Olimpiodoro: era la “expresión sensible de lo invisible”. El hombre vivía en conexión orgánica y esencial con las fuerzas del mundo y del supramundo, de modo tal de poder decir, con la expresión hermética, que era “un todo en el todo, compuesto de todas las potencias”: no otro es el sentido que trasunta de la doctrina ario-aristocrática de âtmâ. Y esta concepción fue la base sobre la cual se desarrolló, como un todo en su manera perfecta, el corpus de las ciencias sagradas tradicionales.

El cristianismo infringió esta síntesis, creó un abismo trágico. Y así, por un lado el espíritu se convirtió en el “más allá”, lo irreal, lo subjetivo; de allí la raíz primera del abstractismo europeo; por otro, la naturaleza se convirtió en materia, exterioridad encerrada en sí misma, fenómeno enigmático. De allí la actitud que tenía que dar lugar a la ciencia profana. Y como el saber interior, directo, integral dado a la Sabiduría se le sustituyó el saber exterior, intelectual, discursivo-científico, profano, simultáneamente a la conexión orgánica y esencial del hombre con las fuerzas profundas de la naturaleza que constituía la base del rito tradicional, del poder del sacrificio y de la misma magia, se le sustituyó una relación extrínseca, indirecta, violenta: la relación propia de la técnica y de la máquina. He aquí pues en cuál manera la revolución judeo-cristiana contiene el germen de la misma mecanización de la vida.

Julius EVOLA, Imperialismo Pagano. Ediciones Heracles, año 2001. Págs. 102-103. Traducción del italiano y estudio preliminar a cargo de Marcos Ghio.■


Hay un impulso biológico que no es menos profundo por no ser espiritual; porque no es espiritual es por lo que es más profundo y por ello, sagrado, sagrado porque su violabilidad conlleva sacrilegio. ¿Qué valor puede tener una religión que se basa en oír y creer? La verdad no necesita ser creída, poco valor tiene aquello que necesita ser creído, que es cuestión de fe, que no tiene un lugar en el mundo, en el único mundo posible.

Crear un más allá, generar un abismo que separe a los hombres de lo sagrado y de la posibilidad de una experiencia vívida que supere lo perceptible por los sentidos, eso ha generado el judeocristianismo y otras formas de desacralizar el mundo; es mejor sentir la esencia de las cosas, vivir en un mundo vivo y no en un mundo donde lo sensible es mera materia, mera masa inerte sin posibilidad de transmitir nada, mera mecanización, en definitiva.

¿Existen los dioses? Si. Veo a Zeus a lo lejos en una lluvia con su trueno, a Poseidón en los mares calmos y crepitantes… ¡siento a Ares cuando la ira me embarulla y a Atenea equilibrándome para no generar un estrago que me perjudique! Siento a Eros ante la belleza irresistible de una mujer y en los impulsos que dicha belleza me genera por tan agradable impudicia; también siento a Hera, diosa de las mujeres y del matrimonio, cuando veo a una madre ofrecer su seno a aquello que es sangre de su sangre… Los dioses se manifiestan, nosotros les damos valor pues valor deben tener nuestras acciones, lo que hacemos. Que les hemos creado a nuestra semejanza… sin duda, ¡ellos no existen sin nosotros! Pero es que la única diferencia sustancial es que ellos son inmortales… ¡hemos creado dioses que nos sobrevivirán!

Los dioses surgen de la asunción de que hay un orden natural de las cosas, un orden no humano, no creado por nosotros. Es a partir de ese orden que con la razón hemos de generar un orden racional de las cosas. No es como siempre se ha hecho, generar un orden racional de las cosas que transforme la naturaleza: eso ha provocado toda una hecatombe de difícil explicación, una deriva perpetua. Nuestros dioses, nuestro Olimpo, nos ayudan a vertebrar ese orden natural, a generar un centro al hombre. Y esa es la misión de toda religión, fijar un punto, un centro, una brújula espiritual que pueda catapultarte a lo sagrado. Pero lo sagrado está en nuestro mundo, ¡ni en el más allá ni el más de ningún sitio!

Salir a la naturaleza es reconciliarse con los dioses. Un hombre reconciliado con los dioses es un hombre que tiene grandes posibilidades de ser humilde –pues reconoce sus limitaciones, PERO REALMENTE HUMILDE ESTÁ MAL DICHO, por lo que deduciréis– sin renunciar a su orgullo, es decir, en una contextualidad de amor propio. Para mí el orgullo es reconocerse en la justa medida, pues si orgullo es amor propio, ¡qué mal se quiere aquel que se sobrevalora o que se infravalora! Y ahora que surge el punto medio –inferido de justa medida–, decir que es algo totalmente subjetivo. En sí mismo no existe, es una medida racional de las cosas y como tal, de existir, sólo en nuestra cabeza. Así que amarse en su justa medida no es realmente el punto medio, sino verse objetivamente, verse de la forma más consciente posible, verse uno mismo tal como es, es decir, en toda su radicalidad.

Yo pienso, entonces, que los hechos se muestran de forma radical. Lo que es se ha manifestado como es. El punto medio, la comparación, etc. son medidas racionales, como he dicho, pero en realidad no ha habido punto medio, ni siquiera justa medida, pues el hecho o el fenómeno se ha manifestado en toda su plenitud. Las cosas son al margen de nuestra interpretación. Es la interpretación lo que hace que nos confundamos, lo que a veces nos hace ver lo que no existe. Es por ello lógico la necesidad de un mirarse a sí mismo, de un pararse, analizar y autocriticarse para no exagerarse o exagerar algo hacia arriba o hacia abajo.■

EL IDEALISTA O EL HOMBRE DE OTRO MUNDO




Escena de la película Cielo sobre Berlín, del director Win Wenders. Mientras los ángeles quieren experimentar nuestro mundo sensible el hombre sólo piensa en paraísos imposibles y en la muerte.

Lo opuesto al idealista es el realista. Sin embargo, el idealista es el más realista de los realistas, diría que es el ser creador (de artificios) por antonomasia, todo lo que inventa ocupa un lugar en la realidad… pero nadie la ve: es la realidad de la fe, es la realidad de la utopía, es la realidad que no es real. A pesar de todo, el realista es idealista también, pero sus ideas brotan de las cosas que se pueden tocar, observar e intuir; más que crear transforma, y sea esa su creación: patria, familia, amor filial… todo ello tiene que ver, sin menospreciar su naturaleza espiritual, con la sangre, con la tierra, con las montañas y con los ríos; no es sólo cuestión de conocimiento pensado, sino de conocimiento vivido. Así pues yo trataría esta dicotomía como si fuera una cuerda. En un extremo tropezaríamos con el idealista, en el otro con el realista, pero en el centro con un nudo donde tanto el idealista como el realista se atropellan, se mezclan, se cruzan y se confunden, pero que delimita claramente dos formas de arrojarse a la existencia en un mismo mundo.

Max Stirner es mi maestro en esta materia. Resulta sugestivo leer su libro El único y su propiedad y descubrir un mundo de fantasmas y de espíritus, donde los idealistas son una especie de sombras, como muertos vivientes, como ángeles, como poseídos… poseídos por una idea, por una idea por la que luchan hasta el fanatismo, si es que la idea les posee completamente. Los realistas, los que se rigen por el orden natural de las cosas, son como exorcistas, como loqueros, o como hombres que viven entre tinieblas, dentro de una espesa niebla donde la visibilidad se ha reducido drásticamente. Y es que el mundo ha perdido su sentido, ha perdido su valor y claridad, ahora sólo hay sombras, espíritus, ideas… ideas que no son cosas, ideas que no representan nada de este mundo.

El idealista ama todo lo universal, pues el idealista es un ser totalitario. Quiere que su idea adquiera dominio integral sin distinguir la particularidad de cada cual, he ahí su tiranía. Así que no se enfaden con aquellos que dicen que somos todos iguales, con aquellos que dicen que no hay razas, que sólo hay una raza, la raza humana, con aquellos que sólo dicen que hay una única civilización, etc. Ellos están roídos como una mazorca de maíz en una conejera, están imbuidos y posesos por una idea que rige cada uno de sus movimientos, cada una de sus frases, cada uno de sus actos y ensoñaciones… su existencia la basan en determinaciones racionales, no someten su razón al juicio de la experiencia. Su realidad es en definitiva una realidad pensada que poco tiene que ver con lo que es realmente lo real. Si alguien les refuta y les explica que su concepto universal está equivocado, automáticamente te responderán que estás en un error lógico, que no tienes Razón y que lo que dices es absurdo, además de llamarte inculto, inmoral, malvado, malo, egoísta... ¡Qué perversos son los utópicos! Y es que la idea da superioridad moral y siempre llevan razón: un hombre racional no soporta ver su razón equivocada.

Así pues, poco puede hablarse con un idealista, con los fanáticos de la idea, con los que viven ojos hacia dentro con miedo a lo que pudieran ver si arrojaran su mirada a la existencia. En alguien que ve en todos la humanidad sin distinciones sólo verá en el disidente un inhumano, pero siempre al hombre, al mismo hombre; y se sentirá culpable de tu inhumanidad, pues en ti se ve reconocido igualmente. Aquel que ve en todos una misma raza verá en el disidente un loco que no se ha enterado del gran descubrimiento de la uniracialidad (jeje)… pero te verá del mismo color que a todos: nos os esforcéis en explicárselo, entre un negro y un blanco no verá nunca la diferencia racial, sino al hombre, lo que hay de humanidad en los dos y nada más: injusticia para el negro y para el blanco, la particularidad no existe. Aquel que ve en todos la igualdad, aquel que por comodidad racional ve a todos iguales, comete la mayor de las injusticias pero a la vez verá en el disidente un fascista, o un nazi… o un favorecedor de y conforme con las desigualdades sociales.

El idealista como negador de la realidad pues ésta refuta todo su mundo artificial e invisible.

¡Así que inhumanos, incivilizados y demás disidentes, rompamos el muro del idealismo, exorcicemos por doquier a los poseídos!■


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