DEBATE PÚBLICO " UNIVERSIDAD Y SOCIEDAD"

Compañeros, no se pierdan este 28 de marzo de 2012 el I Debate Público organizado por la MANE sobre el primer punto del Programa Mínimo de los Estudiantes Colombianos: "UNIVERSIDAD Y SOCIEDAD".


Aquí les dejamos la invitación y el afiche oficial.



PEÑA SACRA DE RANCHILES, EN BOLONIA (TARIFA, CÁDIZ)

Lugar donde se encuentra el yacimiento


Todo el que busque información sobre los celtas encontrará un mapa que presumiblemente delimitaría la presencia de este grupo étnico en Europa. Éstos estuvieron en la Península Ibérica, pero dichos estudios no reflejan que llegaran hasta su zona más meridional. No obstante, cerca de las ruinas de Baelo Claudia (Tarifa) he podido comprobar de primera mano que posiblemente los celtas si pudieron establecerse en la zona, al presentarme ante un altar de piedra que es conocido coloquialmente como Piedra Escalera; y a pesar de su abandono y su pasar desapercibido para el ojo distraído, se trata de una rareza, como de algo que no debería estar ahí, una pieza de otro puzle que tanto historiadores como arqueólogos tienen problemas para su ubicación.


En muchas referencias bibliográficas los celtas son descritos como un conjunto de pueblos de la Edad de Hierro de origen indoeuropeo. Y bien cabe destacar que los griegos llamaban a los celtas "hiperbóreos". No obstante, si existe más constancia de los Íberos, concretamente de los turdetanos (descendientes históricos de los Tartessos), sobre quienes una hipótesis sugiere que llegaron a la Península Ibérica en el periodo Neolítico y que, presumiblemente, no serían de origen indoeuropeo. Sobre ellos han escrito varios historiadores griegos, como Heródoto o Estrabón, existiendo referencias a los Íberos que se remontan desde el siglo VI a.C. Dicho esto, he de advertir que todo lo que concierne a este tema no está exento de especulación interpretativa.

No obstante, hay que tener en cuenta que aunque los griegos llamaran Iberia a toda la Península Ibérica, celtas e íberos eran dos culturas diferenciadas, siendo los celtíberos simplemente uno de los pueblos célticos de la Península Ibérica o una referencia a las tribus celtas o celtizadas, constituyendo a su vez otra cultura diferenciada de las otras dos citadas. Transcribo literalmente de una de las fuentes consultadas: "Este pueblo celtíbero habitaba al oeste de la Cordillera Ibérica. Los romanos los consideraban una mezcla de celtas e íberos, diferenciándose así de sus vecinos, tanto de los celtas de la meseta como de los íberos de la costa".

Sin más, adentrémonos en los entresijos de la Piedra Escalera o Peña Sacra de Ranchiles.

Está situada en la vertiente sur de la Sierra de la Plata, muy cerca del Oppidum de la Silla del Papa. Se trata de un bloque de arenisca de unos 16 metros de largo por 12 de ancho y unos 3 o 5 metros del atura. Con sólo observarla uno piensa casi de forma instantánea que debió tratarse de un lugar de ofrenda y sacrificio a los dioses. No obstante, a pesar de todos los datos mencionados, no ha sido fácil identificar qué cultura pudo ser la que tallara sobre la piedra en aquel lugar, con vistas a la ensenada de Bolonia. Aún así existen ciertas evidencias que pueden ponernos en la pista, ya que se sabe de la presencia de otras tres construcciones semejantes: Ulaca en Ávila, Panoias en Portugal y Susa en Italia.

CASTRO VETÓN DE ULACA
PANOIAS (PORTUGAL)
El oppidum de Ulaca data de la segunda Edad de Hierro y está asignado con bastante seguridad a los vetones, una de las muchas tribus celtas que se instalaron en la Península Ibérica.

La estructura hallada en Susa, en el Piamonte italiano, también data de la Edad de Hierro. A pesar de la multitud de hipótesis al respecto se interpreta el elemento como un área de sacrificio celta, y posiblemente dedicada a un jefe local llamado Cozio.

Por último, el Santuario de Panoias, atribuido a los celtas y excavada en granito, en el norte de Portugal. Según la bibliografía manejada dicho santuario siguió siendo utilizado por los romanos al menos hasta el siglo III d. n. e. para culto de Serapis, un dios oriental de origen egipcio.

Tras todo este repaso parece más que probable que la Peña Sacra de Ranchiles tenga una clara relación con los celtas. Algunos autores como Plinio o Estrabón hablaban de un pueblo llamado celtici, situado en el actual Campo de Gibraltar, aunque algunos autores modernos piensan que no se trata de un detalle relevante o de un dato que haga referencia explícita a los celtas.



A pesar de todo estos datos sigue tratándose una incógnita históricoarqueológica, que en realidad no es tal. Los celtas, como pueblos del norte, hiperbóreos, fueron de fenotipos muy particulares. Dichos fenotipos no son difíciles de encontrar por la zona. Se trata simplemente de una intuición, o quizá de un deseo, o puede que se trate de mi fantesear con querer ser descendiente de aquellos excavadores de roca, de un auténtico pueblo guerrero; pero una cosa está clara, cuando uno profundiza en el legado cultural de la zona en concreto y de Andalucía en general, cuando uno ve con los ojos, simplemente con la vista, el legado genético, que se traduce en el fenotipo, cae el mito propiciado por intereses políticos sobre que los andaluces descienden de los musulmanes que tomaron con la espada esta tierra, tierra de la que fueron expulsados heroicamente.■


Bibliografía consultada:

CONTRA EL SEXISMO: UNA VISIÓN NACIONAL REVOLUCIONARIA

Ser nacional revolucionario significa ser ni de izquierdas ni de derechas. Es seguir la tercera vía, una tercera vía que se rebela contra las dos fuerzas del capital: el liberalismo y el marxismo, aunadas en ese plan internacionalista que es el mundialismo. Para mí ser NR consiste también en defender tu nación desde una perspectiva combativa e inconformista, desde el orden natural y mirando hacia toda la comunidad que defiende, una comunidad con una identidad claramente diferenciada. Pero últimamente miro, no sin desagrado, cómo la línea nacional revolucionaria se adhiere a movimientos nada nacional revolucionarios que a buena gana nos encerrarían entre rejas o nos meterían una paliza; incluso observo cómo adopta algunos de sus principios, como el feminismo, ¡nadie sabe por qué!, vomitando innumerables barbaridades y falsedades demagógicamente.

El feminismo es el sexismo que hoy domina. No es la igualdad con los hombres lo que persigue, pues si así fuera protestarían contra todas esas ayudas que reciben los empresarios por contratar mujeres en lugar de machacarnos con el victimismo y con el que "antes las...", como si las mujeres de antes estuvieran esclavizadas por los hombres o no fueran libres, no tanto como los hombres, como si los hombres no amaran a las mujeres, disfrutando de tenerlas amarradas en la cama (a mi abuela le da miedo salir a día de hoy a la calle, y antes, me decía, caminaba a sus anchas, con total seguridad, sin miedo). Las mujeres son hoy un sector de la sociedad que beneficia al y se ve beneficiada por el capital. Aliarse con el feminismo no significa otra cosa entonces que aliarse con el sistema y servir al capital, no es otra cosa sino la instrumentalización de la mujer, la ideología que más que nunca ordena y somete a la mujer diciéndole constantemente contra quien debe rebelarse y lo que tiene que hacer: liberarse de toda obligación personal (familia) y librar su batalla contra el "opresor", el hombre. El feminismo le ha dicho a la mujer que las mujeres antes no eran libres porque no eran dueñas de su cuerpo, porque no trabajaban (¿cómo?), porque iban tapadas con prendas parecidas al burka (¡pero qué dicen!), etc. Pues óiganme, feministas, hay mujeres bien constituidas, no envenenadas, que libremente asumen su verdadero papel como madres y protectoras del hogar, como educadoras, depositarias y transmisoras de los auténticos valores que hacen de una sociedad un lugar sano y saludable. Y no, no son un mero vientre, no son simples paridoras. Ni el hombre es un simple polinizador, ni un monstruo que deba ser hoy reeducado por unas cuantas que se creen... ¿qué se creen?, unas cuantas que a la mínima te llaman machista o cualquier otra lindeza.

Hoy ser feminista es bueno, defender los derechos de las mujeres es bueno. ¿Por qué ese derecho no puede recaer también sobre los hombres? ¿Por qué los hombres no tienen derecho a defenderse? ¿Por qué los hombres no pueden ser machistas y defender sus derechos? Claro, ser machista significa tener una mentalidad supremacista respecto a la mujer y no perseguir la igualdad de derechos respecto a la mujer, mientras que el feminismo sería, según el diccionario, un "movimiento que exige para las mujeres iguales derechos que para los hombres". El diccionario dice muchas cosas. Pero feminismo es "tendencia hacia lo femenino", no es otra cosa que esa, lo mismo que racismo es "tendencia hacia la raza" y para nada odio racial. ¡Malditos estos tiempos de neolengua donde las ideas no pueden campar a sus anchas con un significado verdadero!

Y bien, "tendencia hacia lo femenino" no connota ninguna reivindicación de igualdad respecto hacia los hombres, sino una clara adhesión, escrupulosa y radical adhesión, hacia todo lo que tiene que ver con lo femenino. Por supuesto, me sumo a esas mujeres que defienden su propia identidad como tales, que defienden lo eterno femenino: mal hace aquella que quiere igualarse a los hombres. No obstante, esto en el terreno de la identidad sexual. En cuanto al terreno de los derechos éstos deben permanecer en igualdad para todos los hombres y mujeres de una misma comunidad, ya que no son menos uno respecto al otro y su peso es el mismo, aunque sus proyecciones distintas. Así que no hay que defender derechos para las mujeres, sino para la comunidad. Los derechos son para todos. Y si en el pasado ha habido abusos no es culpa de nuestra generación, no tenemos la generación actual que pagar ninguna deuda del pasado, porque eso sí que es una tara marxista, una tara a su vez adoptada del judeocristianismo, ese ansia de unos de querer hacer culpables a los presentes de un pasado que no vivieron, como si los presentes fueran herederos de las faltas del pasado cual pecado original. Y esos abusos no fueron sólo contra la mujer, sino contra toda la clase trabajadora, ni todo lo que le pasa o haya pasado a la mujer es culpa de los demás. Si somos nacional revolucionarios, ¡si somos revolucionarios!, es porque queremos ¡empezar! algo nuevo, construir y forjar nuestro propio destino sin ningún tipo de resentimientos. Nuestra revolución debería y deberá suponer una ruptura con todas las épocas: la rueda ha dado ya un giro y el nuevo giro debe empezar con el empuje de nuestra impetuosa fuerza en un camino ascendente.

Y ataquemos a la paridad, que no debe ser por una simple razón: un número igual de hombres y de mujeres es un freno para el ascenso de los mejores. A un puesto de trabajo deben acceder... una revolución la hacen... ¡la hacen los mejores, los más capacitados, al margen del sexo! Y que no vengan hablando de paridad las feministas, feministas que hacen una revolución para mujeres, y sólo para mujeres, a quienes se adhieren algunos hombrecillos.

Y yo digo que cualquier feminismo es malo, provenga de donde provenga, se tiña con lo que se tiña, diga quien lo diga. El feminismo significa ruptura, lo mismo que lucha de clases concurre a ruptura. ¡Contra el feminismo y el machismo unidad, contra el mundialismo soberanía nacional, contra la lucha de clases comunidad nacional! Seguir la senda del feminismo es adentrarse en la lógica marxista y de lo políticamente correcto, es generar una confrontación absurda, aumentar la desigualdad entre hombres y mujeres en favor de la mujer porque esa igualdad feminista se consigue... ¿cómo se consigue? Dando facilidades a la mujer en forma de ayudas al empresario en cuanto a inserción laboral, fomentando el aborto, descuidando la familia, magnificando la violencia de género, protagonizada en gran medida por inmigrantes, y dando una imagen de la mujer como no agresora potencial y si de pobre víctima (Enlace 1) (Enlace 2) (Enlace 3), etc. ¡Qué no os engañen! Aquí hay una clara voluntad de supremacismo femenino mediante una estrategia que ya conocemos de sobra y que utilizan multitud de colectivos. Asimismo, que decir sino afirmar que esa mentalidad de la mujer oprimida es algo moderno

En definitiva, el machismo es una lacra, cierto, pero el feminismo no es mejor. Un nacional revolucionario, de la misma forma que se desmarca de toda orientación desfasada por inexistente y ficticia de izquierda y derecha, lo mismo debe hacer con el sexismo, provenga de donde provenga, pues si no es así de nada se van a diferenciar los partidos nacional revolucionarios de otros pertenecientes a lo que podríamos llamar izquierda tradicional.

Mal orientadas están las mujeres si van adhiriéndose al feminismo, que será muy moderno, pero nada conveniente. Igualmente, decirles que son unas desagradecidas, cual inmigrantes a quienes todo se les da y encima se quejan. Los hombres han defendido el hogar incluso con la vida, han perecido en guerras por grandes ideales y por la familia, han hecho y siguen haciendo los trabajos más duros y arriesgados y os han protegido a vosotras, pandilla de gritonas, bolleras y ridículas mujeres (PRUEBA DE LO DICHO). Si de justicia histórica se trata...¡Los hombres del mundo reclamamos una muestra o gesto que repare tales daños hacia los hombres, que tanto han sufrido durante siglos al servicio de la protección de la mujer, de la familia y de la patria! Por supuesto, reconocemos el servicio de la mujer, como elemento protector del hogar y dadora de vida, habiendo sido la garantía, como sigue siéndolo, del futuro de nuestro pueblo, un futuro en juego por la irresponsabilidad tanto de hombres como de mujeres.

Así que un nacional revolucionario no debería tener en cuenta el sexo para defender unos derechos u otros, porque un nacional revolucionario debe defender los derechos para toda su comunidad. Porque es lo más justo, porque es lo verdaderamente revolucionario, porque en tal mentalidad sí que no hay discriminación, porque en dicha visión el sexismo brilla por su ausencia y porque en dicho ánimo si se respira UNIDAD.■


NOTA: Este texto es una respuesta a un artículo de título "En defensa del feminismo" publicado en TdE.

EL COLONIALISMO CHINO: ¿UN NUEVO ORDEN MUNDIAL?

RESUMEN DE UN DEBATE DE FORO IDENTIDAD, CELEBRADO EL 4 DE FEBRERO DE 2012

Asistentes: Carlos P, Daorino, De Lorenzo, GuAy, JDia, Mago M., Pablo de La Línea.
Duración: 11:10-13:10 horas.
Autor de esta síntesis: De Lorenzo

Es el conocido contertulio Daorino, robusto pilar de nuestra asociación, el encargado de hacer la introducción para el debate de hoy. Como es habitual, menciona y resume los textos recomendados, disponibles, como de costumbre, en nuestra página web. Lanza a continuación una interesante pregunta: ¿es China una alternativa real al dominio histórico de Estados Unidos? Habla seguidamente de la compra de deuda de terceros países por parte de China e identifica esta práctica como netamente usuraria. Práctica que relaciona con el capitalismo de estado o capitalismo marxista, advirtiendo no ver contradicción alguna en ello. Desarrolla este hilo y habla de la presencia masiva de multinacionales en China, de la explotación salvaje. Concluye con una pregunta de esas que van al fondo del problema: ¿el capitalismo internacional utiliza a China como base de operaciones, o China es un actor del capitalismo internacional?

JDia parece recoger parcialmente la línea de análisis inaugurada por Daorino y se plantea si las diferencias entre el bloque comunista y el capitalista son reales. Su tono nos informa de su escepticismo con respecto a estas supuestas divergencias. Goldman Sachs, dice, aconseja a las 13 familias más poderosas del mundo y, a la vez, califica la deuda de los estados. Añade la observación de que la globalización provoca que los productos de países sin estado de bienestar inunden el mercado de los países con estado de bienestar, deteriorando gravemente la economía de estos últimos. Él también tiene una pregunta que formular: ¿el capital chino, a quién pertenece, al estado o a determinada gente emparentada con las familias poderosas de Occidente?

De Lorenzo, enérgico, afirma, o más bien denuncia, que la división izquierda/derecha carece de sentido. Añade que la única división hoy significativa es la que hay entre los que están a favor de la globalización y los contrarios a la globalización. Señala, convertido ahora este tertuliano en un fenomenal despreciador, que la izquierda primero se hizo pasar por anti-globalización, pero pronto comprobó que eso no iba con ella, con un conjunto de ideologías tradicionalmente tan internacionalistas, y entonces se convirtió en alter-globalización, con una ridícula consigna añadida, la de que otra globalización es posible.

Mago M., tertuliano a la vez que moderador, aporta al debate el testimonio de un amigo suyo que recientemente ha visitado China, según el cual, la juventud de este país está obsesionada con lo occidental y exige consumo. Mago M. pone al lado de este testimonio su observación personal de que China no respeta los derechos humanos.

Daorino, visiblemente irritado, dice que los derechos humanos sirven para que el capital internacional se apropie de los recursos de otros. Sin derechos humanos China invade Europa y eso es lo que cuenta, afirma. Concluye con una exigencia: “hay que ponerse serios con China”.

A continuación JDia intenta centrar el tema advirtiendo de que la pregunta del foro de hoy es si Estados Unidos va a ceder la hegemonía mundial a China y a otros países emergentes, o no. Vuelve a su idea de que el capital mundial está en manos de muy pocas familias y de que este dato es clave para interpretar los fenómenos que ocurren.

De Lorenzo sigue una línea de análisis que parece creer convergente con las abiertas hasta el momento, y esto como otro intento de centrar el tema. Habla de una metodología para comprender y contextualizar las actuaciones de los gobiernos, consistente en estudiar si hay indicios de que un gobierno determinado es, o no es, mundialista. Las fuerzas globalizadoras quieren derribar a aquellos gobiernos y gobernantes que tengan auténtica base nacional, como podría ser el actual gobierno de Siria. Otro gobierno que parece tener, siquiera parcialmente, cierta base nacional es el de Rusia. El indicio está, según De Lorenzo, en su política demográfica, consistente en estimular la natalidad y frenar la inmigración, exactamente la contraria a la seguida por los gobiernos de España y de otros estados europeos, política esta última que es, dice este contertulio, de indudable cuño mundialista, señal de que estos gobiernos no tienen base nacional alguna y son meros instrumentos de las plutocracias mundialistas.

El tema se va centrando y ahora JDia habla por extenso de las familias y de sus estrategias e intrigas. Los Rothschild, por ejemplo, presionaron para crear Israel. Los Rockefeller, a su vez, emigraron a Estados Unidos. Se va viendo cómo las familias colocan a sus peones. Insiste en la relación de parentesco entre familias occidentales y élites chinas.

Mago M. niega parentesco alguno entre oligarquías chinas y occidentales. “No conozco esos datos”, dice con énfasis. Ante esto, JDia, como para ampliar su tesis, afirma que ciertos datos relativos a símbolos de la antigua realeza china, los emperadores, que él en este momento aporta, confirman la relación de parentesco entre las oligarquías occidentales y china.

Pablo de la Línea, ahora locuaz pero en absoluto procaz, se pregunta si es mala la globalización. Tras mostrar un cierto disgusto por nuestra historia, también se pregunta si se puede vivir sin competir y, aunque no lo dice expresamente, por su tono y por sus gestos parece entenderse que su opinión al respecto es que sí, que sería posible tal actitud.

Daorino, en este momento cargado de energía y pleno de fortaleza, exige que nos preocupemos de nosotros y no de los chinos o de los negros. Condena la caridad. “¿Por qué no voy a estar orgulloso de nuestra historia?”, exclama por fin.

Sucede a esto una rápida respuesta de Pablo de la Línea. “¡Que vengan medio millón de inmigrantes no es una operación de caridad!”, dice. Esta respuesta no se corresponde muy bien con los argumentos y afirmaciones de Daorino, y así se lo manifiesta JDia. También Daorino, que repite una y otra vez, dirigido a Pablo de la Línea: “rebáteme de lo que he hablado”. A continuación, Pablo de la Línea y Daorino se enzarzan en un cruce de acusaciones que aportan poco en lo que al debate se refiere, pero que informan a todos los que allí estaban reunidos, e incluso a los que se encontraran a una cierta distancia del sitio concreto de debate, del carácter eminentemente belicoso de estos dos contertulios. Se escucharon muchas cosas en este rifirrafe, entre ellas, de Daorino: “los asuntos que perjudican a los chinos son de ellos”, “me dan igual los derechos de los chinos” y “no tengo una mentalidad mundialista como la que tienes tú”. Todo esto ocurría además entre un intenso gesticular de ambos con las caras y un incesante movimiento de manos.

De Lorenzo, anímicamente impertérrito ante tanta gesticulación, mueca y voz, cree encontrar la aparentemente imposible convergencia entre estos dos vehementes tertulianos en la defensa de la autarquía. Daorino quiere independencia y soberanía, mientras que Pablo de la Línea quiere evitar la explotación; pues bien, la solución, dice De Lorenzo, está en la autarquía, empezando por la autarquía energética. España y Europa deben ser capaces de producir la energía que necesitan por sí mismas, mediante el recurso de las energías renovables. Es el mejor modo de que España y Europa se garanticen su independencia y de que, a la vez, no entren en relaciones de explotación con terceros. Suprimir o minimizar el comercio internacional es el modo más seguro de evitar explotaciones de pueblos por otros pueblos y guerras.

A JDia parece gustarle la propuesta de la autarquía y decide desarrollarla. Dice que hay que partir de una autarquía personal y, a partir de ahí, extenderla a otros ámbitos. Añade que en un mundo compuesto por estados que no se teman entre sí es posible la colaboración entre estados. De Lorenzo se muestra completamente de acuerdo con esto. “Para que haya colaboración entre naciones tiene que haber naciones”, dice. Cree que la colaboración puede venir de las transferencias de tecnología, teniendo siempre presente el principio del justiprecio y la preferencia por el trueque en los intercambios internacionales que se generen. Pablo de la Línea se muestra alborozado ante la idea del trueque.■

Frases célebres:
- De Lorenzo: La izquierda primero se hizo pasar por anti-globalización, pero pronto comprobó que eso no iba con ella, un conjunto de ideologías tradicionalmente tan internacionalistas, y entonces se convirtió en alter-globalización, con una ridícula consigna añadida, la de que otra globalización es posible.
- Daorino: Hay que ponerse serios con China.
- JDia: El capital mundial está en manos de muy pocas familias y este dato es clave para interpretar los fenómenos que ocurren.

LA PENA Y EL DESPRECIO

Desenmascarando a los apenados y penosos

El ser penoso es un tipo de ser muy generoso. Da pena, nos la regala. En apariencia te da un regalo, sí, te llena de sentimientos piadosos, hace que florezca de ti sentimientos de amor nada escrupuloso, atiborrándose de supuestos valores espirituales, grandes valores que dicen sólo saben dar aquellos poseedores de la superioridad moral: los pobres, los supuestos marginados por la sociedad, etc. Pero algo más importante, existe un efecto secundario: posteriormente puede hacerte sentir culpable de tu estado más privilegiado, llegando incluso a convencerte de que su estado es por tu culpa y a consecuencia de tus actos y estilo de vida. Obviamente esto no lo hace el penoso exclusivamente, sino más bien el aprovechado que hace del penoso su lucro: los medios de comunicación, las ONG, la Iglesia, la Mezquita, las sedes del PSOE, etc. No obstante, hay penosos que son como autónomos, pues además de ser penosos, conocen muy bien aquello que es la pena, y explotan al máximo su estado ante el hombre y la mujer ingenuos.

Aquel que da pena y no lo sabe, implícitamente da muestras de su propia inferioridad; simplemente su naturaleza es inferior. Sin embargo, el que da pena y lo sabe, que sabe de su estado de penoso, está por encima del anterior, pues aunque asume su inferioridad, su estatus de "por debajo", explota tal condición y de ella saca provecho. Ambos pueden beneficiarse pero desde luego el segundo llegará con mejores resultados a final de mes. Y no podemos olvidarnos del que quiere dar pena, un hombre penoso porque quiere, y que es el estado superior dentro de estos hombres de la hez. Éste quiere conseguir con la pena todo aquello que no es capaz de conseguir por méritos propios. Los niños que lloran a sus padres lo saben muy bien, pero claro, estos niños son inocentes. No obstante, este tipo de ser es como ese niño, sólo que conscientemente y con intenciones muy dañinas. Y esta es la familia de los pobrecitos, de seguro más amplia.

Pero no piensen que es sólo perverso o inferior aquel que da pena. Si alguien da pena, ¡si la pena existe!, es porque otro la recibe. Quien no recibe regalos de tales seres está en un estado emocional superior, el del desprecio; y esto a pesar de reconocer en aquel que da tan generosamente a un ser penoso: precisamente porque le reconoce (que le identifica como lo que es) le desprecia y no le hace pleitesía. Así que quien recibe la pena es el que la siente. No es lo mismo un estado de penosidad, es decir, el estado de generosidad de la pena, el de aquel que da, que ser un cliente de la misma, un receptor de tal cosa, generándose un estado de pena. Este negocio o forma de comunicación entre conciencias no sería tal si no fuera por la vanidad de aquellos que son tan piadosos. Éstos se sienten a la vez culpables y satisfechos de su estado personal, teniendo todo cubierto. Y esto a pesar de que puedan tener arrebatos de cierta impiedad, producto sólo de sus mareos de conciencia que luego les hará sentir más culpables. Así que ahí va, el sentimiento de pena es un sentimiento que reconoce la inferioridad del otro, y aquí ya quedan desenmascarados todos los piadosos, englobándose en tal concepto todo tipo de personas: oenegetas, sacerdotes, progres, etc.. Aquel que siente pena por alguien es alguien que se ve por encima, a pesar de sus sentimientos contradictorios. No obstante, su culpabilidad, y sabiendo del estado de cosas moral hoy existente, le hará sentir humano, sí, humano, lo que le provocará un paradójico estado de bienestar de conciencia, ya que ve en tales "tensiones" lo bueno. Lo humano es hoy, despojado de toda referencia sobre lo biológico, aquello que te hace débil o estar por debajo: toda tu humanidad reside en tus flaquezas. ¿Pero acaso queremos ser hombres? ¡No! El hombre debe ser superado, ¡el último hombre debe perecer!

Este sentimiento puede darse incluso entre iguales, entre supuestos iguales. Seguro que habéis escuchado más de una vez, y sobre todo mucho de los lectores que aquí leen, muchos de ellos librepensadores, esa expresión tan manía del hombre de gran superioridad moral: "me das pena". Siempre que me mencionan esas palabras mágicas les digo: "se dice gracias". Pero bien, al margen de mi ironía, comportándome como si fuera un hombre penoso que demanda un gracias por todo lo que da, veo muy claro que existe en tal expresión una vanidad inconmensurable en el emisor, un sentimiento de superioridad que el propio que lo dice será incapaz de reconocer por su escrupulosidad moral o por mera inconsciencia. Aunque en muchas ocasiones esa expresión denota indignación... o un no saber cómo rebatir. 

Por supuesto, esto no se da en todas las personas de manera idéntica ni nadie, de forma constante, pues estar sumergida en tales estados. No existe un hombre arquetípico de la pena o de la penosidad, ni siquiera una única variante, aquí sólo hago una pequeña reflexión, y pese a que me gustaría que fuera una reflexión completa, desconozco todo lo que hay que navegar para llegar a lo completo. Por lo tanto, disculpas por un análisis tan parcial.

Y bien, prosigamos. Como nadie está libre de dar pena, pues nadie puede controlar los sentimientos de la otra persona ni su vanidad y aires de grandeza, al menos podemos dejar de recibir regalos de aquellos que dan tan generosamente pena. Para ello hemos de convertirnos en auténticos despreciadores. Despreciar a alguien no es sentir pena por ella (tampoco odiarla), simplemente es despojarle de todo valor, o, mejor dicho, no valorar: aquello que no tiene valor no se puede valorar, por lo que lo despojado de valor es ver aquello que no se podía valorar sin la apariencia que (o sin el valor que) tu conciencia le había dado a priori, ya que las personas suelen pensar bien de las otras personas, siendo este un prejuicio, el de la bondad total a priori, muy dañino. El desprecio hacia algo supone, en definitiva, yéndonos ya al estado creado, no sufrir ningún daño de conciencia por aquel que es sujeto de nuestro desprecio. Daño de conciencia definido aquí como "padecer un momento de recepción o de emisión activa de pena". Y hagamos énfasis en lo de "emisión activa", pues si alguien siente pena por nosotros por lo que pensamos o decimos, no es por culpa nuestra, ya que no es a nuestra voluntad; y por supuesto tal estado de cosas creado por el otro no nos convierte en seres penosos. Y he aquí que no es que demos pena en realidad, sino que somos objeto de los grandilocuentes sentimientos de aquel que se apiada de todo aquello que le da pena porque sí; siendo éste ser un auténtico trastornado que simplemente extrae de otro sujeto su sentimiento de pena sin que el otro le dé nada en realidad.

Y llegados a este punto podríamos hablar de dos formas de ser receptores de la pena, que se deducen de lo anterior. Primeramente el que recibe pena del penoso. Seguidamente el que se autogenera la pena mediante alguien que no es de su agrado en opinión, por ejemplo. No cofundamos lo segundo con el desprecio, pues el que desprecia no padecerá por lo que desprecia, simplemente es una mancha que limpiar, basura que tirar, nada que merezca algo. El que siente pena por alguien, al margen de que le retire la palabra, por ejemplo, padecerá por tal estado de cosas.

El imperio de la piedad y sus hijos, la pena y la lástima, deben perecer. El despreciador es un ser auténticamente superior en cuanto sólo siente y padece por lo que tiene y debe tener un real valor, aunque sea sólo para él, y no por cualquiera. Ni nada ni nadie merecen la pena, ya que el sentimiento de pena es sólo un baladí estado de superioridad que te destruye poco a poco, debido a que en realidad supone el reconocimiento del inferior como un igual, que es hoy lo que te otorga superioridad moral. Se crece hacia abajo, hasta igualarte hasta lo más abajo, y nosotros queremos crecer hacia arriba, erguidos como el roble, ¿no? Aquel que da pena es ya un ser inferior, quiera o no, y en él mismo estará la clave de si quiere elevarse o no. Pero no a todos les es lícito. Apiadarte de esa inferioridad, repito, sólo te igualará con la misma inferioridad, así que poco harás por el penoso o el pobrecito venerando su desgracia por un lado a unos o alimentado su negocio de sabandija por otro lado a otros.

Y no crean que en este texto la referencia "pobrecitos", "penosos", "inferiores", los de "por debajo", etc., se dirige a gente que vive en la calle, que pase hambre o vaya en silla de ruedas, pues penosos los hay más allá de toda condición social, económica o física. No debemos obviar la reciprocidad que existe entre el penoso y el apenado. Ambos son también apenados y penosos. Y por supuesto, estos hombres constituyen toda la base del abrahamismo reinante. Es posible que nos gobiernen los ricos y los poderosos, pero en el espíritu y en la moral domina el esclavo.

En la vida hay que luchar por y junto con, llorar por, reír con e incluso morir por las personas que tienen un valor de verdad, por seres tan excepcionales que nos obliguen a considerarles como nuestros iguales. Solidaridad para con nuestros iguales, reconocimiento para quien lo requiere. Pero pena por nadie, sólo desprecio para quienes lo merecen; sólo así te librarás de los gusanos y de los venenos y te entregarás al mundo en la medida de que sólo te mueves por lo que amas y te apasiona.■

VIOLENCIA Y REVOLUCIÓN


"En todos los lugares donde encontré seres vivos, encontré voluntad de poder, e incluso en la voluntad del que sirve encontré voluntad de ser señor [...] Y este misterio me ha confiado la vida misma: "Mira, dijo, yo soy lo que tiene que superarse siempre a sí mismo.
En verdad, vosotros llamáis a esto voluntad de engendrar o instinto de finalidad, de algo alto, más lejano, más vario: pero todo esto es una única cosa y un único misterio [...]"
En verdad, yo os digo: ¡Un bien y un mal que fuesen imperecederos no existen! Por sí mismos deben una y otra vez superarse a sí mismos [...]
Y quien tiene que ser un creador en el bien y en el mal: en verdad ése tiene que ser antes un aniquilador y quebrantador de valores.
Por eso el mal sumo forma parte de la bondad suma: mas ésta es la bondad creadora [...]
¡Hay muchas cosas que construir todavía! 
FRIEDRICH NIETZSCHE, ASÍ HABLÓ ZARATUSTRA.



La voluntad de poder es la actitud del hombre alzado hacia arriba, creador y destructor a la vez, como parte de la expresión nihilista activa y vitalista de Nietzsche. El hombre con voluntad de poder es el hombre que dice sí a la vida, es el hombre que se proyecta hacia el mundo como soporte y medio para sus ambiciones, deseos y aspiraciones. El hombre, luchando como la hierba bajo el asfalto desquebrajado, abriéndose paso... ¡eso es la voluntad de poder!, ¡eso es la voluntad de vivir... pero más!, ¡esa es la voluntad del hombre que quiere expandirse y siente necesidad de hacer uso de su poder y de sus fortalezas! ¡Ese es el hombre que se afirma constantemente!

Y la violencia... si la voluntad de poder es el motor de la vida y lo que empuja a todo ser a su realización, qué es la violencia sino su lenguaje. No hay nada más. La violencia propia que vemos "no" genera más violencia (es decir, no es el principio de la misma), sino que la propia vida, como violenta, genera la violencia: el hombre, como cualquier ser, es consecuencia de la violencia. ¿Acaso somos culpables de querer vivir, acaso hemos elegido un orden natural propio no-violento?, ¡¡las cosas son de una forma aunque nos empeñemos en lo contrario!!... ¿Y qué es la violencia? ¿Acaso no es querer someter a otro bajo nuestro poder? Voluntad significar someterse uno mismo (mandarse y obedecerse) o someter a (mandar y que te obedezcan, como si el ordenado fuera una prolongación de nuestra voluntad, y de hecho así sería), y con violencia o sin ella, pues alguien puede poseer un atractivo tal que la violencia se expresa en la tiranía de esa atracción, que domina las voluntades. Violencia física, violencia verbal, pero ahí está, esa necesidad de poder sobre otros, de someter la voluntad, el cuerpo, el espíritu... de nuestras presas, ¡esa necesidad de afirmación de nuestra existencia! ¡Todo y todos como un medio para nuestra realización y nuestra propia superación!

El diccionario nos dice que violento es aquel "que está fuera de su natural estado, situación o modo". No, el violento está en su estado natural, vive, sabe de qué va el juego en el que nos hemos involucrado involuntariamente los nacidos en este mundo. El violento quiere poner su orden, pues es un ser de poder. ¿Los que hacen los diccionarios dan por el hecho esa máxima de que el hombre es "bueno" por naturaleza?; y he aquí bueno en un sentido nada aristocrático, porque... ¿Qué es bueno?
¿Qué es bueno? Todo lo que eleva el sentimiento de poder, la voluntad de poder, el poder mismo en el hombre.
¿Qué es malo? Todo cuanto procede de la debilidad.
¿Qué es felicidad? El sentimiento de que el poder crece, de que una resistencia queda superada. 
FRIEDRICH NIETZSCHE, EL ANTICRISTO.
Y esta expresión de Nietzsche si es toda aristocrática... ¡superar, superar, superar!

Y que ahora se echen las manos a la cabeza los pacifistas (¡Los de la (pseudo)revolución pacífica!) y demás hombres y mujeres de la pusilanimidad. La violencia es la vía que pone orden, cualquier orden, incluso la que genera el caos para luego imponer su orden. Dejar hacer, es decir, que aquel que tiene la voluntad, el poder, la fuerza, consienta con su pasividad ese "no ejercer la violencia", "no ejercer el poder", sólo provoca el caos, que todo valga, que no haya ley. Si la democracia consiste en que no nos gobiernen los más capacitados, significa que gobernará el caos y que por lo tanto hoy democracia no signifique otra cosa que caos. Un caos provocado por el golpe violento de un poder que divide y vence, el poder violento de la inacción de esa vieja moral de esclavos, del pacifismo, del masoquismo, del martirio, que inutiliza al hombre para dar cuerda al motor de su voluntad y al de la propia vida, incapacitándolo a su vez para luchar. ¡El caos es el orden de los débiles y liberticidas!

¿Y por qué detestáis, pacifistas, mis palabras?, ¡quitaros las manos de la cabeza! Vuestro pacifismo es muy violento, ¿por qué os escandaliza que corra un poco de sangre entonces? Pero el pacifista adora y afirma la violencia: ¡¡sois entonces unos paradójicos adoradores de la vida!!, pero la adoráis con un rictus en la cara, como muertos, pues os da cierto asco. La violencia justifica vuestra existencia, da sentido a vuestra piadosa lucha. La adoráis tanto que necesitáis de ella para luego llorar como niñas. ¿Por qué tanta necesidad de martirio, de tristeza y de autoculpa?, ¿por qué tanta necesidad de victimismo? No hay nada más penoso ni más despreciable que aquel que desea ser víctima, que se hace la víctima o que adora a las víctimas. No digo que adoremos a los verdugos, a los que ejercen su poder sobre otros aunque sea justamente, etc., sino que animo a que cada cual ejerza su poder, su fuerza, sobre otros, sobre lo que desprecia, sobre aquellos que nos tienen sometidos: pero primero sobre nosotros mismos.

Hoy se hace necesaria una llamada a la violencia, más en unos tiempos de crisis donde nuestra impotencia se queda reprimida aún observando el abuso de las imposiciones hipotecarias, de un mercado laboral injusto, de los desahucios, de los despidos masivos, de las tropelías de la banca y otras aberraciones.

Asúmanlo, hay que gritar ¡basta!, el pacifismo y la inacción no han hecho nada bueno por los hombres, si acaso el juego a otros que pululan con total libertad sabiendo que hagan lo que hagan no van a recibir su merecido. Es la lucha lo que reventará un orden para instaurar otro, es la sangre la que debe correr y ahogar a nuestros enemigos.




¡LA REVOLUCIÓN SERÁ VIOLENTA O NO SERÁ!
¡LAS REVOLUCIONES O SON VIOLENTAS O NO LO SON!

Pues las revoluciones no son ni transición, ni punto seguido, ni siquiera punto y aparte, sino que suponen el cambio radical de la forma de pensar, de la forma de ver el mundo y de la forma de actuar. Una revolución supone una ruptura en el devenir histórico, un cambio tan violento que todo parece partir desde cero. Pero esto surge de hombres que a priori se han revolucionado a sí mismos.■


Fuentes consultadas:
- FRIEDRICH NIETZSCHE 1844-1900
- Voluntad de poder
- FRIEDRICH NIETZSCHE, ASÍ HABLÓ ZARATUSTRA. Alianza Editorial, año 1997. BA 0612, Pág. 176-178. Traducción de Andrés Sánchez Pascual.
- FRIEDRICH NIETZSCHE, EL ANTICRISTO. Alianza Editorial, año 1997. BA 0613, Pág. 32. Traducción de Andrés Sánchez Pascual.

EL YO-YO-YO Y LA NEGACIÓN DE UNO MISMO

a Pablo de la Línea, un abuelo fuerte

Tengo una especie de amigo llamado Pablo de la Línea que siempre nos tacha de yoístas durante algún instante de las sesiones de Foro Identidad. Sus a veces delirantes intervenciones siempre se topan con la siguiente expresión, pues su discurso es un bucle, un bucle que se dispara de sesión de debate en sesión de debate: "Siempre estáis con el yo-yo-yo", nos dice. Y en cierta manera tiene razón, siempre estamos con el yo, con nuestro yo y yo y yo. Y yo me pregunto, ¿con quién quiere que estemos?, ¿es que acaso podemos dejar de estar con nosotros mismos?, ¿acaso quiere que seamos ajenos a nosotros mismos, que no reivindiquemos ni proclamemos nuestra propia declaración de identidad: yo soy yo?, ¿le molesta que algunos sean ellos mismos?

Pero bien, tal proclamación la puede decir quien esté bien seguro de que él es él. Veo a mucha gente no queriendo ser ella misma, lo cual quiere decir que sin duda se conoce bastante bien, lo bastante bien como para no desear ni juntarse consigo misma, es decir, existe quien se considera una mala compañía para sí misma hasta el punto de querer ser otra persona: tal cosa roza lo delirante. Pero también veo a muchos que andan deambulando en sus trincheras mentales, buscándose el yo, como si eso fuera algo que se pudiera buscar; quieren descubrir su verdadero yo, ¡madre mía!, como si tal sujeto se sintiera una copia barata de algo o un vaso vacío desprovisto de néctar, como un zombi, y quizá lo sea por su rechazo de sí mismo, por la negación de su propia realidad y querer ser otro: aquello que busca incesantemente tu yo es tu yo, ¡hippie! Tanta filosofía barata y de logse ha conseguido que los filósofos actuales sean vanguardistas en la búsqueda de lo inútil, o de lo que no hay que buscar, pues lo tienen delante de sus narices. Los aires de humo de la marihuana de los sesenta aún pesan en muchos trasnochados de hoy; esa generación ha convertido nuestro mundo en algo tan banal como el arte moderno. Somos la expresión más deprimente de la historia de la humanidad (humanidad entendida en su multiplicidad, no como algo que incumba a todos los seres con forma humana del planeta de la misma manera), hemos pasado de la areté griega a la degeneración profunda del discurso; de la expresión bella del arte a la concepción y transformación de lo deforme y de lo horrible en belleza, hemos pasado del conócete a ti mismo, un conócete a ti mismo que parte de la propia afirmación del sujeto (por lo que no hay que buscarlo, sino conocerlo), es decir del yo, de lo que se es, a niégate a ti mismo, preocupándote sólo de lo ajeno, de ser o abocarse a lo otro, en la abnegación más estúpida. Decirme, hombres de la modernidad, ¿por qué no defendéis lo propio?, ¿tanto os odiáis?, ¿¡tanto odiáis al que no desea ser un necesitado, un piadoso, un hombre penoso!?

Es el orgullo la mayor afirmación de uno mismo. Y recordaré lo que es el orgullo (en mi mundo semántico), sobre todo a aquellos que odian el amor a sí mismos: "reconocerse en su justa medida (siendo la justa medida una simple valoración racional pues todo se muestra de forma radical) pues si orgullo es amor propio, ¡qué mal se quiere aquel que se sobrevalora o se infravalora"; y a esto añado que el orgullo es la afirmación constante de uno mismo.

¡Allá vosotros, negadores, hijos del "último hombre"!■