Recuerda la historia esos siglos de oscuridad donde las luces solamente brillaban en esos escritorios consagrados y en las alturas nobles y aristocráticas, cuando aún no había ni ciudadanos, ni burgueses, ni proletarios, aunque sí señores y esclavos. Luego la historia dio un vuelco con días ilustrados repletos de resplandores y vítores franceses de una revolución gloriosa.
Demasiado estrecha, aunque suficiente para dejar su marchamo, es o era esa línea que separa el oscurantismo de las luces y al revés. Tan estrecha que el oscurantismo no desapareció, aún podía fluir por pequeñas fisuras e imperfecciones de esa línea; la Ilustración no consiguió derrumbar a la ignorancia (siempre tan sólida y fácil), pero sí quedó en relieve y al descubierto por los fanales intelectuales de pragmatismo, utopía y progreso.
En la actualidad la educación llega a todos los seres del primer mundo, pero es una educación insulsa y sin profundidad que no se rige por el enriquecimiento cultural y una enseñanza moral que eduque en valores cívicos. Se supone que el mundo debería ser mejor, y sé que sabemos más que nuestros abuelos y padres (que aprendieron de las escuela de la vida o de la guerra), que tuvieron muchas dificultades a la hora de estudiar, incluso no estudiaron, pero ahora sólo veo a los niños y adolescentes y universitarios aprendiendo forzados sin tener un deseo firme de conocer y de culturizarse: el sedentarismo está privando a nuestros cerebros de la capacidad de pensar, el mundo se está convirtiendo en cajas tontas y vacías que solamente piensan en ver el fútbol, recrearse en pornografía y conseguir la mayor puntuación en un videojuego. Así mismo, todo se está convirtiendo en un mundo sin respeto a lo ajeno, tan ahogado en el fanatismo, la incomprensión y la barbarie.
Demasiado estrecha, aunque suficiente para dejar su marchamo, es o era esa línea que separa el oscurantismo de las luces y al revés. Tan estrecha que el oscurantismo no desapareció, aún podía fluir por pequeñas fisuras e imperfecciones de esa línea; la Ilustración no consiguió derrumbar a la ignorancia (siempre tan sólida y fácil), pero sí quedó en relieve y al descubierto por los fanales intelectuales de pragmatismo, utopía y progreso.
En la actualidad la educación llega a todos los seres del primer mundo, pero es una educación insulsa y sin profundidad que no se rige por el enriquecimiento cultural y una enseñanza moral que eduque en valores cívicos. Se supone que el mundo debería ser mejor, y sé que sabemos más que nuestros abuelos y padres (que aprendieron de las escuela de la vida o de la guerra), que tuvieron muchas dificultades a la hora de estudiar, incluso no estudiaron, pero ahora sólo veo a los niños y adolescentes y universitarios aprendiendo forzados sin tener un deseo firme de conocer y de culturizarse: el sedentarismo está privando a nuestros cerebros de la capacidad de pensar, el mundo se está convirtiendo en cajas tontas y vacías que solamente piensan en ver el fútbol, recrearse en pornografía y conseguir la mayor puntuación en un videojuego. Así mismo, todo se está convirtiendo en un mundo sin respeto a lo ajeno, tan ahogado en el fanatismo, la incomprensión y la barbarie.
En este segundo oscurantismo no se leen los libros, pero se utilizan para adornar; los contenidos -la letra- carecen de interés, no son prácticas y si superfluas y baladíes; pero sus cubiertas y estampados son bellos, atractivos y refulgentes, se ven maravillosas en las estanterías de nuestras casas. Al final la cultura recibe y da muchos premios y supone cierto prestigio, pero ha fracasado porque no ha vencido a la vulgaridad y a la ignorancia, ni a ese falso sentimiento de felicidad en lo material; mientras, ahora mismo, muchos se ríen de la cultura: NO SIRVE PARA NADA; y ese es el gran fracaso de las luces y la frustración de muchos intelectuales.
Nuestra cultura vive sumergida en los esquemas establecidos gobernantes, sin revelarse, sin atrevimiento (al menos sin ese atrevimiento no barato, el inteligente), siempre dormida y congraciada con la comercialidad y los valores consumistas. Pero ahí sigue el mundo con su incultura barnizada de ilustración, semejante a las instrucciones de una caja de preservativos, imbuyendo televisión y videojuego, que es de donde salen las únicas luces que brillan, además de las hermosas piernas y torsos musculosos de los anuncios de perfumes y desodorantes.
Sin embargo, hay excepciones, luchadores de las luces, y tal vez se pongan en guerra contra el oscurantismo eterno. ■