HISTORIA, IDEOLOGÍA Y MUCHO MÁS (II)

«Reflexiones surgidas de una lectura»
HISTORIA, IDEOLOGÍA Y MUCHO MÁS (II)
LOS TOTALITARISMOS

(…) La comparación entre comunismo y nazismo es, de hecho, no sólo legítima, sino indispensable, porque sin ella ambos fenómenos resultan ininteligibles. La única manera de comprenderlos –y de comprender la historia de la primera parte de este siglo– es «tomarlos juntos» (Furet), estudiarlos «en su época» (Nolte), es decir, en el momento histórico que les es común. (…)■

Alain de BENOIST, COMUNISMO Y NAZISMO - «25 reflexiones sobre el totalitarismo en el siglo XX (1917-1989)». Ediciones Áltera, S.L., enero de 2005. Pág. 20. Traducción de José Javier Esparza y Javier Ruiz Portella.

Alain de Benoist nos presenta en su obra «Comunismo y Nazismo» las dos tendencias ideológicas que se deducen del título de dicha obra como fenómenos producidos por la modernidad. Tanto es así que se atreve a delimitarlo en el tiempo entre los años 1917, triunfo del bolchevismo en la llamada Revolución Rusa, y 1989, caída de la URSS - aunque es bien sabido que en la actualidad existen países como Corea del Norte que pueden denominarse como un residuo de un período pasado: el régimen de Pyongyang es un anacronismo. Por supuesto, en todo aquel tiempo, el totalitarismo soviético convivió con el nacionalsocialismo alemán, señalado igualmente como totalitario. Pero no son solamente «modernos» en sentido temporal, sino que son denominados un fenómeno único en la Historia: se perseguía el «control total» y absoluto del Hombre, nada podía escapar del control estatal; es decir, no eran ideologías que pretendían controlar los cuerpos nada más (lo que puede denominarse o traducirse en «fuerza de trabajo»), sino controlar igualmente el pensamiento (o alma, o espíritu, etc. - llamarlo como queráis), la conciencia, al propio ser interior e íntimo.

Podéis pensar que no es así, que el totalitarismo puede ser un fenómeno con antecedentes ya en el pasado. Sin embargo, el control del ser era potestad de la religión. De esta forma puede entreverse que lo religioso, encargado del control de las «almas», daba un servicio al poder político. No obstante, el poder político gobernaba los cuerpos de las personas. Ambos poderes son aliados en el PODER emanado de Dios, aunque manteniendo un «statu quo». Por supuesto, esto se ofrece a múltiples matizaciones, soy consciente de ello; porque al final si existía un totalitarismo era el basado en la figura de Dios, pues de él emana todo Hombre y toda Institución: ya sea de forma más o menos solapada la teocracia siempre ha estado ahí, contralando nuestra conducta y pensamientos.

En definitiva, el totalitarismo pretende dominar el cuerpo y el pensamiento, el cuerpo y el alma, el cuerpo y… lo sensible y lo mental, al ser completo. El nacionalsocialismo y el comunismo ofrecían su propia visión del mundo, su propia «espiritualidad», ya sea ésta mesiánico-esotérico-pagana (nazismo) o materialista-universalista-igualitaria-postcristiana (comunismo). Estas ideologías se entrometen en todos los ámbitos de la vida cotidiana haciendo imposible la libertad individual y la propia realización personal. Cada ser es «propiedad» del Estado, la causa es el Estado, cada individuo es sólo un medio para satisfacer al Estado: el Estado sustituye a Dios, el líder al mesías, el más acá al más allá. De esta forma, el comunismo y el nazismo se presentan como religiones profanas (religiones para no crucificados) que prometen una realización en el propio mundo: un paraíso en la tierra. Y cuando se equipara ideología totalitaria con religión es por compartir ciertos rasgos comunes: dogmatismo, certidumbres absolutas, mistificación, etc.

Y dichos rasgos totalitarios se dan en el comunismo y en el nazismo, por lo que no es descabellala su relación y hacer un análisis compartido, pues ambas perseguían un mismo fin: el control total y absoluto; ¡y ambas existían como socialismo (uno marxista, otro pseudomarxista)!, ¡ambas fueron impulsados por el proletariado y creadas para el proletariado!, ¡ambas fueron movimientos obreros!, ¡ambas fueron en sus formas e ideas anticapitalistas y antiliberales aunque el comunismo se promulgue como heredero de la Revolución Francesa!... Son casi gemelos, su disputa en la Segunda Guerra Mundial fue un malentendido, jajajaja…

El totalitarismo o «ideología total» pretende como se ha dicho anteriormente controlar todo, hasta el más mínimo detalle, solamente así podría explicarse la impresionante maquinaria burocrática soviética. Este control también puede situarse en el plano de la Historia. Para ellos la historia, el acontecimiento, debe ser calculable. Nada puede escapar al Estado. Para ello se hace necesario que todos los seres se reduzcan a un producto estándar y homogéneo. Todo totalitarismo aspira a homogeneizar a las masas, pretende, como diría Benoist, «reducir a las masas a un único modelo». Hablar de totalitarismo es hablar de «determinismo social» y de la pretensión del «fin de la Historia». Por supuesto, los regímenes totalitarios se diferencian del resto de regímenes por la existencia de un partido único que será el encargado de promulgar el dictado que han de seguir «todos» y que controlará los medios de producción, los medios de comunicación, los medios de combate, etc.

(…) En 1956, por último, el estudio de Carl Friedrich y Zbigniew Brzezinski, Totalitarian Dictatorship and Autocracy, ejerció una profunda influencia en los Estados Unidos, Inglaterra y Alemania, al enumerar seis criterios formales que caracterizan a los regímenes totalitarios:
1. una ideología oficial que abarca todos los sectores de la vida social,
2. un partido único enraizado en las masas,
3. un sistema político organizador del terror,
4. un control monopolístico de los medios de información y de comunicación,
5. un monopolio de los medios de combate
6. y una dirección centralizada de la economía. (…)■

Alain de BENOIST, COMUNISMO Y NAZISMO - «25 reflexiones sobre el totalitarismo en el siglo XX (1917-1989)». Ediciones Áltera, S.L., enero de 2005. Pág. 100. Traducción de José Javier Esparza y Javier Ruiz Portella.


DEMOCRACIA Y TOTALITARISMO

Las democracias occidentales no están libres del totalitarismo, de hecho tienden a él. Y es que existe cierto parentesco entre el comunismo y la democracia, de ahí que en el «presente» sea menos condenable el comunismo y si motivo de persecución e ignominia filiaciones nacionalsocialistas, a pesar de que el primero triplique (y son datos históricos aproximados veraces) en víctimas -75 millones- al nacionalsocialismo -25 millones de víctimas. ¿Por qué existe entonces un trato de favor hacia una tendencia ideológica que ha demostrado ser poco respetuosa con la vida humana? ¿No es acaso igual de aberrante e inhumano que el nacionalsocialismo? (Me gustaría que hicieran la misma contabilidad de cadáveres a los abanderados de la «democracia», el dato no sería pequeño). Si no se ve igual de aberrante el comunismo es por la sencilla razón de que ambas, democracia y comunismo, se sienten herederas de la Revolución francesa (universalismo, igualitarismo, etc.), distinguiéndose sólo en su realización (la primera el progreso se hace por sí mismo, mientras que en la segunda mediante la revolución).

Para no repetir las palabras de Benoist os transcribo literalmente otro texto más de «Comunismo y Nazismo» donde se expresa muy bien esa tendencia totalitaria del liberalismo y de la democracia y que dice demasiado bien todo aquello que a mí me gustaría escribiros de mi puño y letra sin lograr el mismo grado de claridad:

(…) La sociedad liberal sigue reduciendo el hombre al estado de objeto, cosificando las relaciones sociales, transformando a los ciudadanos en esclavos de la mercancía, reduciendo todos los valores a los de la utilidad mercantil. Lo económico se ha adueñado hoy de la pretensión de lo político al poseer la verdad última de los asuntos humanos. De ello se deriva una progresiva «privatización» del espacio público que amenaza conducir al mismo resultado que la «nacionalización» progresiva del espacio privado por los sistemas totalitarios. (…)

(…)También se constata que, en las sociedades liberales, la normalización no ha desaparecido, sino que ha cambiado de forma. La censura por el mercado ha sustituido a la censura política. Ya no se deporta o fusila a los disidentes, sino que se les marginaliza, ninguneándolos o reduciéndolos al silencio. La publicidad ha tomado el relevo de la propaganda, mientras que el conformismo toma la forma de pensamiento único. La «igualización de las condiciones» que le hacía temer a Tocqueville que hiciese surgir un nuevo despotismo, engendra mecánicamente la estandarización de los gustos, los sentimientos y las costumbres. Las costumbres de consumo moldean cada vez más uniformemente los comportamientos sociales. Y el acercamiento cada vez mayor de los partidos políticos conduce, de hecho, a recrear un régimen de partido único, en el que las formaciones existentes casi sólo representan tendencias que ya no se oponen sobre las finalidades, sin tan sólo en los medios aplicar para difundir los mismos valores y conseguir los mismos objetivos. No ha cambiado el empeño: se sigue tratando de reducir la diversidad a lo Mismo. (…)■

Alain de BENOIST, COMUNISMO Y NAZISMO - «25 reflexiones sobre el totalitarismo en el siglo XX (1917-1989)». Ediciones Áltera, S.L., enero de 2005. Pág. 154-156. Traducción de José Javier Esparza y Javier Ruiz Portella.

Para concluir, es de la lamentar que Benoist no se fijara en el carácter totalitario de las teocracias, ya sean éstas islámica, cristiana o judía, aunque en el presente es más patente el totalitarismo islámico o islamista.

El islamismo es también una ideología, y una ideología totalitaria en toda su plenitud, pues aspira a anular completamente la voluntad y la conciencia y domeñar el cuerpo del Hombre mediante la fe y un rígido y controlado sistema de valores. También es una ideología por el hecho de que aspira a gobernar y juzgar a los Hombres: el poder político es perseguido. Lo que ocurre es que aquí se pone como gobernador a Alá, a Dios; el totalitarismo no surge pues de un Estado que lo conforman Hombres, sino que se pretende un totalitarismo emanado de Dios donde los Hombres sean un medio para su glorificación: es un totalitarismo de tinieblas inspirado en las imaginaciones de un más allá y en el odio a lo sensible: el totalitarismo revelado.

La teocracia como ideología totalitaria sería un gran descubrimiento, de hecho son muchos ya los investigadores que lo señalan, también políticos como Geert Wilders. Esta visión nueva del totalitarismo le habría dado a Benoist una nueva perspectiva, estableciendo así el totalitarismo como un fenómeno mucho más amplio con delimitaciones temporales más duraderas.■

TEXTOS UTILIZADOS:
- http://docs.google.com/View?id=dfjqmwcs_88gxjcgmfp