ANÁLISIS DEL TOTALITARISMO (II)

Totalitarismo y democracia.
Modelos de democracia: análisis y crítica. 


Resumen de uno de los debates de FORΦιDENTIDΛD,
celebrado el 24 de octubre de 2009
http://www.foro-identidad.es/2009/10/analisis-del-totalitarismo-ii.html


Foro Identidad se reúne para debatir de nuevo sobre el totalitarismo, pero esta vez intentando ver si existe la posibilidad de que la democracia esté derivando al totalitarismo o si realmente la democracia es un totalitarismo, sólo que más indoloro, sin campos de concentración y deportaciones masivas, pero sí con una misma finalidad: el control total del individuo y de las cosas sin conciencia de sí (materias primas, infraestructuras, etc.).


Uno de los contertulios hace una introducción, profundizando en la idea de democracia. De esta forma, se hace referencia a la división de poderes e, igualmente, otra referencia implícita acerca de la desaparición de la gran política (la grosse Politik) y su sustitución por la pequeña política. Se plantea entonces la posibilidad de que en las democracias actuales el poder político y partitocrático no haga sino la función de marioneta en un escenario controlado por unos poderes que permanecen en un segundo plano respecto al público, al pueblo. Estas marionetas, estos políticos, que no gobiernan ni ejercen mando real o significativo, sino que sólo administran, serían además los destinatarios de la ira del pueblo, mientras el poder real, posiblemente de tipo plutocrático y cleptocrático, se mantiene cómodamente, en aquél segundo plano, al margen de las críticas.


Hace dos semanas hablamos de que lo que caracteriza a un sistema totalitario es que éste pretende adueñarse de la conciencia y del cuerpo de las personas. Así, en cuanto a la conciencia, que verdaderamente significa “reconocerse uno mismo en sus atributos esenciales y en sus modificaciones”, en un estado totalitario se pretende convertirla en “reconocerse en aquello que aplica el totalitarismo”. De esta manera, en las democracias, todo el mundo se reconoce en los valores universalistas de la Ilustración, se reconoce en la voluntad general, interés general, etc., de la misma forma que en 1936 los alemanes se reconocían en el Nazismo o los rusos en el Comunismo. Por lo tanto, se ve claramente que se pretende alienar a la persona, anular su personalidad, para subyugarla a una visión ajena del mundo, anular su propio interés, eliminar su propia voluntad para hacer y deshacer (es decir, convertir al hombre en algo que se active en lugar de en algo activo por sí mismo): las personas, ciudadanos u hombres no son dueños de su destino y de sus vidas.


Así pues, sería ingenuo no asumir la esencia totalitaria que se respira en las democracias, unas democracias que se nutren del liberalismo y del mercado. En las democracias no hay pluralidad, ni libertad, es todo irreal, solamente «ideas».


En definitiva, para alguno o algunos participantes, comunismo, nazismo y democracia se diferencian en el fin, pero no en la finalidad, que es el control total del individuo.


Volviendo a lo más cercano, los contertulios analizan la realidad social española. Se analiza la manipulación de nuestros medios para determinar opiniones, etc. De cómo no existe una pluralidad política, pues todos los partidos aceptan el sistema y simplemente se diferencian en matices para administrar la riqueza. Se denuncia que no existe una clase política de calidad y que el voto de los ciudadanos no tiene efecto: la democracia española, como la de cualquier otro país democrático, es una pantomima, en el panorama político no existe una alternativa de cambio real, pues todos sirven a los mismos intereses. También se pone de relieve que el poder económico está por encima del poder político, es decir, la alta finanza se ha adueñado del poder político. Este poder político se manifiesta a nivel mundial bajo el acrónimo NOM.


En definitiva, el pueblo no participa en la vida política, el sufragio universal es una mera pantalla. Las instituciones siguen siendo tan rígidas como en el franquismo y los sindicatos subvencionados son más verticales que el propio Sindicato Vertical de cuando el franquismo. Se remata este análisis de la siguiente manera: «La democracia española se ha construido con los escombros del franquismo».■