EL VULGO Y LA FE


Últimamente suenan ecos con intención de procrear hijos españoles en mi círculo de “amigos” (entre comillas, la amistad no se la concedo a cualquiera, ya no, he madurado y crecido). Es algo a celebrar y me llena de alegría, pues harán faltan hombres o mujeres para la lucha que se nos avecina; me llena igualmente de alegría la existencia de mujeres blancas que quieran parir. Es posible que en pocas décadas seamos minoría los blancos en Europa, quienes deberemos defender nuestra identidad racial y cultural, quienes deberemos combatir al extranjero que viene a enseñorearnos, además de cubrir con telas y violar a nuestras bellas mujeres blancas: que el hombre blanco siempre haya hecho más con menos no me consuela. Es de celebrar pues la venida de nuevos hombres y mujeres, por lo que por misión me tengo, a pesar de sus padres, advertir a sus hijos de que no vean demasiada televisión, incluso ser pesado y brusco en cuanto a su alimentación y que no escuchen a sus padres si éstos no saben educarles: no me parece razonable que eduquen a unos niños padres que piensen que llevarles a un lugar de comida rápida es todo un placer o que la lectura y toda la cultura en sí no tiene nada que ofrecer, que ni siquiera es importante; la máxima LA IGNORANCIA ES LA FUERZA servirá para el vulgo o para otros, pero no para identitarios, para los defensores de Europa, para los hombres de bien; no es que celebre o ensalce la rebelión familiar pero a veces un hijo supera a sus padres y necesita liberarse. No puedo quedar impasible ante este hecho, si los gobernantes de la nación que han traicionado a sus ciudadanos y a su propia historia (obedeciendo a sus amos plutócratas) no quieren educar a su pueblo para así tenerlo a su merced que no lo haga, pero habremos de crear un asentamiento de resistencia fuerte los que si queramos una civilización hercúlea; el hombre blanco habría de militarizarse, formarse y crear un foco de resistencia que garantice a los que lo deseen que la pureza, la civilización y los grandes valores no se extravíen favorecidos por la propaganda judía y progre que nos meten constantemente mediante la televisión, los cines, etc. Hemos de luchar contra la bastardización de nuestra ciudadanía.

Estamos en época de comuniones. Yo fui obligado a consagrarme ante la fe cristiana, ante el judío crucificado idolatrado por los gentiles: si mediante la fuerza el hombre blanco ha dominado a muchos con pocos efectivos, los judíos, siendo menos en número, han dominado y conquistado mediante la fe y su don sacerdotal grandes territorios y las mentes de personas de todo el mundo. Cuando veo mi foto de comunión y observo mi rostro advierto a un niño cuya única felicidad de tal día fue encontrada sólamente en los regalos. Que los niños hagan la comunión hoy es gracias al chantaje del regalo: si te consagras a la fe cristiana te harán muchos regalos, les dicen papá y mamá. Pero no olvidemos que el cristianismo es una fe extranjera, algo ajeno a Europa que lleva hostigándonos poco más de dos mil años. Espero que los viejos dioses despierten. Cómo anécdota, he de decir que ya fuera por condición natural o por vaguedad no me aprendí ningún salmo de los que nos enseñaban en catequesis, a excepción del padre nuestro, y que bien pronto maté a Dios aunque pervive en mi a modo de cadáver. Dios nunca muere, las ideas, una vez pensadas y difundidas son indelebles… en el hombre al menos.

Explico a estos padres-borregos que no me parece bien que se les bautice primero y que se le obligue a hacer la comunión después si sus hijos aún no tienen conciencia ni opinión propia, es decir, cuando aún carecen de uso de razón. La fe debe ser confirmada como un acto verdadero, les digo, y por lo tanto éstos deberán obrar en consecuencia una vez llegados a la mayoría de edad –no es para mí entonces un horror la religión, es decir, el hecho de que se postren ante un Dios porque piensan que tal idea les hará fuertes ante el doloroso devenir que es la vida, para mí el horror es que luchen por dicho Dios y no por lo único real: su patria, su pueblo, su tierra, su sangre... Le digo a estos padres que sólo piensan en su satisfacción personal y que un niño no es un juguete, ni un muñeco al que puede instrumentalizar y sellar de por vida con cosas tan trascendentales para el ser humano como la fe. Luego dije que allá cada padre, que cada cual haga lo que prefiera y piense que es mejor para sus hijos; el enfado hacia mí siempre es grande, enfado que no entiendo porque ¿acaso no puedo opinar? Europa ha luchado mucho para llegar a la laicidad, lo que es sinónimo de libertad de pensamiento y desarrollo. Dos mil años de cristianismo y aún tenemos ganas de más podredumbre, hasta tenemos ganas de abrazar otras religiones dañinas y extrajeras como el islam. El vulgo, una vez más, ignorante de su historia, de su pasado, de su sangre, de los viejos dioses, se rinde ante los cultos del desierto… No niego a Dios, pero si le niego que me mande. Los dioses… o que se dediquen a lo suyo o que me inspiren para ser mejor, pero que no gobiernen mi mundo.

Un niño no se educa solamente en la fe, sino que se le educa con el ejercicio duro y con el arte de la guerra. El pacifismo y las ideas universalistas han dañado tanto el espíritu fáustico, han debilitado tanto al europeo, que en la actualidad lo veo irreconocible respecto a nuestros antepasados europeos; lo denoto incapaz de defenderse, rendido... No existe paz que no se haya ganado sin sangre derramada. Por otro lado, la fe no trae nada, la fe consiste en esperar, en depositar esperanzas en otros, en creer en un devenir milagroso. Sólo es necesaria la fe propia, y esa fe propia es lo que llamamos voluntad, la fe en nuestro propio avanzar, en nuestro propio impulso, en nuestra propia acción. Tener voluntad es tener fe de sí mismo, tener esperanza sólo de uno mismo, porque al final lo que se hace o se deja de hacer proviene de cada cual… y de nadie más. ¡No a la filosofía de la espera!, ¡sí a la de acción!

Muchos piensan que he cambiado demasiado, que he pasado de la izquierda a la derecha. Cierto es que antes abracé ideas progresistas, pero siempre tuve los ojos en el suelo, en lo real, y, os lo digo en serio, me costó mucho convencerme de que no podía seguir una vía que traicionaba todo aquello por lo que creía haber luchado: contra el capitalismo, contra la clase burguesa, contra la fe monoteísta… La izquierda y la derecha no son valedores de nada importante, son conceptos desfasados que no tienen sentido en la actualidad. Ninguna de las facciones defiende al trabajador o a los desfavorecidos, sino a la alta finanza; ningunas de las dos facciones se posiciona contra los plutócratas. Ambas facciones defienden la libertad, pero la libertad de los capitales, del mercado; creen en la intervención estatal, pero si es para favorecer a los bancos; con todo el dinero que nuestro país ha dado a los usureros se podría haber reindustrializado media España, haber dado mucho trabajo a los españoles, pero no. Hoy defender a los españoles es sinónimo de fascista o de desfasado, y así te califican tanto los de derechas como los de izquierda, ¡los muy modernos! Estoy por encima de todo eso, a mí lo que me sirve es mi identidad, y bien sé que mi identidad no está representada ni por el idealismo universalista ni en una clase política encajada en lo mal llamado derecha e izquierda.

Para concluir, decir que en este blog siempre se ha reivindicado el nihilismo. Mi nihilismo no es negación ni destrucción sino afirmación de la nada y del sinsentido de la existencia. Ante esta desmesurada visión solamente no hay que tener miedo y afrontarlo. Aún así, yo veo gracias a esto una oportunidad del hombre para crear y darse sentido. El hombre es un ser artístico, genio creador de su propio mundo. Y para crear ha de pasar por la fase previa del nihilismo: todo pintor necesita un lienzo inmaculado, todo escritor necesita un folio en blanco… el hombre también necesita de la nada para concebirse un todo. Por ello el hombre es más grande cuanto mejores son sus valores, cuanto más importantes y difíciles de defender son todo aquello por lo que tanto lucha y defiende hasta la muerte. El problema de ese proyecto creador es cuando no surge del orden natural de las cosas, sino de la abstracción idealista del hombre, es decir, cuando el mundo creado por el hombre surge de la interiorización y racionalidad excesivas, cuando el mundo exterior ajeno al espíritu humano deja de importar.■