LA CULPA EN LA MORAL Y EN LA ÉTICA

 Resumen de uno de los debates de FORΦιDENTIDΛD,
celebrado el 6 de marzo de 2009

Como es habitual se hace una introducción donde se comentan los textos seleccionados. Se habla del primero de ellos, un texto ya habitual en Foro Identidad, «Culpa», «mala conciencia» y similares, el segundo tratado de La Genealogía de la Moral, obra celebérrima del imprescindible Nietzsche. Se dice de él que es una explicación del origen de la culpa (esta a su vez originaria de la mala conciencia), que nace de las deudas y del pago que implica para el acreedor la satisfacción que supone el ver a alguien sufrir físicamente por una deuda impagada. Cuando este proceso se interioriza y se aplica contra uno mismo, surgiría la culpa. El segundo es ligeramente comentado, del que únicamente se dice que habla sobre el complejo de culpabilidad bajo una perspectiva más psicológica que filosófica. Finalmente, se trata del tercer enlace, que no es un texto en sí, sino un video que versa acerca de la culpabilidad intrínseca en la religión, pero que hace hincapié en la católica.


Una primera intervención desarrolla la idea de que la culpa surge de la propia inferioridad del hombre, de un sentimiento de insignificancia. Un hombre siente culpa porque no se valora. Le sigue otra intervención que comenta que no podemos hablar de culpa desde nuestro punto de vista exclusivamente; en un mundo globalizado existen varias versiones de la culpa: «la culpa no es la misma en las diferentes culturas», sentencia. De esta forma se saca a colación la religión budista, a la que se califica como una “religión de la materia, de la naturaleza”. «Si en la religión judeocristiana la culpabilidad nace desde el propio nacimiento (pecado original) por aquello que hizo la primera pareja de la humanidad, Adán y Eva, y desde entonces la culpa se transmite de generación tras generación, en el budismo el sentimiento de culpa surge por la propia existencia, pues estas culturas piensan que vivir es estar por encima de la nada, de lo absoluto, por ello renuncian a una vida cómoda y se sumergen en una vida ascética, humilde, y de sufrimiento. Por eso quieren llegar al nirvana, a la destrucción del propio yo, por eso quieren fundirse en la nada. En definitiva, si en el judeocristianismo la culpa surge del pecado, en el budismo surge de la propia existencia».


Otro contertulio aventura que las diversas concepciones de la culpa sirven para dominar, de hecho no ha sido casualidad que las religiones siempre se aproximen, o incluso constituyan, el propio poder. En el budismo bien podría servir esa noción de la culpa como modelo para amansar a un ser humano, para anularlo en sus pretensiones, para atomizarlo. En el judeocristianismo sirve para la humillación y para la renuncia de sí mismo porque se piensa que se le debe algo a alguien. «Sentir culpabilidad es sentir que tienes que pagar una deuda», se dice. Otro habla que la culpa, como originaria de la deuda, es casi en la moral y en la ética lo mismo que en lo financiero, la banca y la usura.


Posteriormente se estudia la diferencia existente entre una moral y una ética basada en la culpa y otra fundamentada en la vergüenza. En la Europa pagana no existía la culpa judeocristiana como regulador del comportamiento social, pero sí un concepto de vergüenza, ya que en dicha cultura cultivaban el honor y la reputación. En una cultura donde la vergüenza reina como concepto ético y moral los hombres tendencialmente intentan ser cada vez mejores, quieren sentirse orgullosos de sí mismos y que los demás les vean como ejemplos a seguir; sin embargo, una cultura basada en la culpa, como la que instaura el judeocristianismo, implica un permanente estado de minoría de edad. Una cultura basada en la vergüenza necesita una sociedad fuerte, en la que referenciar la propia conducta. En la actualidad, en nuestro ámbito europeo, a pesar de que el tejido social se está descomponiendo, asistimos aún a una convivencia de ambas morales y éticas. «En las culturas romana y griega los hombres eran más libres porque dependían de su voluntad», añade otro, zanjando el debate.■