SOBRE LA DERECHA Y LA IZQUIERDA

por Alain de Benoist

La derecha ya había sido corrompida por la riqueza; la izquierda fue corrompida por el poder. La derecha aliada con el dinero ha contribuido más que la izquierda a destruir los valores que pretendía conservar. La izquierda aliada con el dinero ha impedido más que la derecha el advenimiento de la nueva sociedad que quería poner en marcha. En resumen, la izquierda ha perdido sus principios frente a una derecha que nunca se ha preocupado demasiado por respetar los suyos (…)

La derecha ha perdido a su principal enemigo: el comunismo. La izquierda ha elegido transigir con el suyo. El resultado es que la derecha ya no puede movilizar a su electorado denunciando el «peligro colectivista», mientras que la izquierda ya no puede unir a los suyos proponiéndoles «cambiar la sociedad». Sin embargo, eso no les impide intentar reanimar peleas obsoletas periódicamente. Pero los mitos simétricos del anticomunismo y del antifascismo, evocaciones polémicas de una época hoy día pasada, no pueden servir eternamente para ahorrar una reflexión profunda ni para esconder el vacío de ideas. Un día u otro habrá que reformular las identidades.

Por ahora estamos todavía lejos. Mientras que la derecha populista se procura una identidad de recambio gracias al debate sobre la inmigración -es decir, en último término, gracias a los inmigrantes-, la izquierda se agota en «renovaciones» y «refundaciones» diversas. o bien busca reconstituirse en los márgenes de la vida pública en base a los temas de la ayuda a las minorías, la solidaridad con los más desprovistos y la lucha contra la exclusión. Por muy simpáticos que puedan ser -y suponiendo que responden a una voluntad de altruismo vivido auténtico, y no a una simple necesidad de buena conciencia o de comodidad moral-, tales objetivos son también desgraciadamente una confesión de fracaso. Remplazar los criterios ideológicos por criterios puramente morales, reducir la acción militante a la ayuda de urgencia a los heridos del cambio, y la justicia a una versión profana de esta cáritas que los teólogos de la Edad Media definían como una forma de amor no sensual, vuelve a ser sólo un intento por corregir los defectos o los excesos de una sociedad que somos incapaces de cambiar que, finalmente, redunda en su fortalecimiento. Si la izquierda ataca solamente a las consecuencias de la disolución del vínculo social, convirtiéndose así en comparsa de la mejor tradición del paternalismo que otrora denunciaba, es que es incapaz de actuar sobre las causas. Ahora bien, en política actuar es construir y no solamente reparar. Reanimar el vínculo social implica, en primer lugar, la creación de nuevos espacios públicos donde formas activas de ciudadanía puedan manifestarse. 

ALAIN DE BENOIST, Más Allá de la derecha y de la izquierda (Antología a cargo de Javier Ruiz Portella). Editorial Áltera, febrero 2010 (Primera Edición). Págs. 49-51. La traducción: María Graíño.