EL ENVILECIMIENTO DE LOS VALORES EUROPEOS

Ciclo J. T. (I/IV)


Jean Thiriart, LA REVOLUCIÓN NACIONAL-EUROPEA y otros escritos. Homenaje a Jean Thiriart (1922-1992). Colección Europa Rebelde. Ediciones Nueva República, S.L. Traducción: Jordi Garriga. Págs. 38-40

La pintura abstracta se preconiza contra la pintura tradicional de Europa; se pone al servicio de la música y de los bailes negros un gigantesco aparato publicitario: se hace burla de los valores morales tradicionales de Europa para sustituirlos por usos o pseudo-filosofías exóticas primarias; se ridiculiza al heroísmo y al sentido caballeresco en provecho del espíritu mercantil; se apela a los más bajos instintos para saciar la sed de placeres; se embrutece sistemáticamente a las masas con una prensa del corazón y una prensa sensacionalista que son la expresión más estúpida y baja que jamás dio de sí la humanidad. La literatura no es la excepción: se recurre a la publicidad más desenfrenada para lanzar falsos valores para que esos falsarios de la literatura logren rebajar el gusto y, por tanto, la facultad de resistencia de los europeos al embrutecimiento. Así la propia literatura consigue el mismo resultado que la pintura abstracta, la escultura no-figurativa o la música negra: en todas las escalas, intelectual o popular, se esfuerza por mancillar el culto a los héroes de la historia europea y buscar imponer en su lugar el de los "héroes" degenerados ("estrellas" del cine, del deporte, del cotilleo, de la prostitución moral o física).

El procedimiento utilizado es extremadamente simple en todos los campos de lo que antes era, en Europa, una expresión del arte. No se tiene en cuenta el valor del artista; por el contrario, preferentemente se le escoge mediocre y es fabricado tal como se fabrica una estrella de cine: se le publicita a bombo y platillo. El arte se transforma así exclusivamente en comercio, y ya no posee desde ese momento más valor que la moda femenina. Por esa suerte se consigue corromper lo que siempre fue, en el transcurso de los siglos, la toma de conciencia más elevada de los pueblos europeos: la expresión artística. El imperialismo americano (artísticamente, los USA siempre fueron un desierto) espera así poder romper la última línea de la resistencia europea. Esta corrupción en profundidad se efectúa bajo la etiqueta progresista.

Es, sin duda, el crimen más grande del capitalismo internacional y el crimen más grande de los regímenes que se han puesto a su servicio el de intentar matar así al alma europea y robarle de este modo a la juventud de Europa, para pervertirla y envilecerla, los valores que les han legado, siglo tras siglo, los hombres que libraron al mundo de la barbarie. Para el capitalismo internacional, que inspira al imperialismo americano, como para el comunismo, que impulsa al imperialismo ruso, no existen más que valores materiales. Uno y otro no conocen otra verdad más profunda que la productividad y la conquista de bienes materiales. Apuntan hacia la transformación de la humanidad en un hormiguero, es decir, en una gigantesca masa de esclavos encabezada por un gang de privilegiados. Para lograr esta nueva organización de la sociedad, es preciso hurtar a los hombres todo deseo de valores que no sean materiales. Es la razón por el cual el imperialismo americano y el imperialismo ruso han de esterilizar a Europa, cuya vocación es la de hacer de la prosperidad material el trampolín hacia una concepción más alta y más heroica del hombre en el seno del universo. Los nuevos esclavistas a escala planetaria deben, para realizar su proyecto, prohibir a Europa hacer brillar aún en el mundo la luz que salvará al hombre de la condición de robot.

Pero bastará con que una determinada cantidad de europeos continúen siendo conscientes de la misión de su patria europea para que los esclavistas sean, al final, vencidos. Bastará con que se unan para combatir. Vencerán, porque el héroe, conducido por indestructibles valores, triunfará siempre sobre el negociante, que sólo cuenta con sus apetitos materiales.

Estos europeos, a los que se querrá aniquilar por todos los medios pero que, a fin de cuentas, no se les podrá impedir proclamar la verdad y llevarla una vez más por el mundo al construir su patria a la medida de su tiempo.■

(1962)