SOBRE LA PROPIEDAD Y OTROS ASUNTOS


Nota: He utilizado como base algunos comentarios míos publicados en el artículo LA LUCHA OBRERA.

"Mis amigos, entramos en unos tiempos terribles, una época que Alemania jamás ha conocido en su larga historia. Cada uno de nosotros debe esperar persecuciones, todo tipo de calumnias, se nos llamará traidores, y se nos intentará matar. No sabréis más de nosotros y es entonces cuando deberéis permanecer fieles a la Idea, combatir sin ceder donde os encontréis y obedecer lo mejor posible a vuestra conciencia".

Otto Strasser

Los capitalismos

Hay muchas formas de entender el capital. Por un lado tenemos el capitalismo liberal y por otro el comunismo, que es más capitalismo, sólo que de estado. Las dos participan de una misma finalidad material. Ninguna de ellas representa, a mi parecer, formas adecuadas para manejar la economía. Luego también existen diversas formas de socialismo, incluso sistemas mixtos que conjugan socialismo y capitalismo (muy dado en algunas sociedades occidentales en mayor o menor medida, aunque sólo por el intervencionismo estatal, pues en realidad el estado participa del sistema capitalista: intervención estatal no es socialismo, sino a veces -como hizo el PSOE dándoles todo nuestro dinero a los bancos- más sistema capitalista). Estas formas del capital también influyen sobremanera en el sistema de valores, así como en los hábitos y en la propia ética.

El capitalismo liberal, que ha cuajado excelentemente en el llamado mundo occidental, ha corrompido la sociedad con la imposición del nefasto estilo de vida a la que dicho sistema nos obliga, como el consumismo compulsivo. Tener más, y cada vez más, es necesario para una realización personal, te dice el capitalismo liberal: en esta sociedad todo es mercancía, incluso los seres humanos (convertidos en mercaderes de su fuerza de trabajo al mejor postor, trabajando para otro, no para sí mismos), y todo tiene un precio. Con estos hábitos el hombre sólo persigue su propio interés, se desvincula de la sociedad y su compromiso se circunscribe a él mismo (incluso en aquellos que trabajan para otro, que se sienten ilusamente libres porque luego pueden comprar con su dinero lo que quieran): la libertad individual absoluta, la atomización de la sociedad y el dinero parecen más importantes que el sentimiento de patria, que no es otra cosa -por encima de banderas y patrioterismo- que saberse integrado en y comprometido con un grupo étnico, además de unido a una tierra, y los valores aristocráticos. Yo defiendo la cohesión social y no una sociedad dispersa.

El capitalismo de estado no es menos perverso. En una sociedad comunista los ciudadanos no trabajan por su nación, sino por el sistema comunista, es decir, por el estado y no por la nación. En un sistema comunista no son los trabajadores y ciudadanos los que administran los medios de producción, sino ellos mismos son el medio por el cual el estado produce: el hombre reducido a una mera "tuerca" o "tornillo" de la trituradora comunista, atomizando también como en el capitalismo liberal, aunque no en miles de partes individuales, sino reduciendo todo a lo mismo: no existe el individuo, sino la masa.

En el capitalismo liberal tu posición social lo marca tu nivel económico, en el capitalismo de estado no existen clases sociales, pues son todos iguales, una masa. En el primero hay una sociedad de niveles adquisitivos y en la segunda la lucha de clases parece superada. Y debe ser superada, pero no de esa forma, una sociedad debe regirse por un principio aristocrático como el de la jerarquía, una jerarquía instituida en los valores y no en principios materialistas: la lucha de clases debe superarse en el sentido de que tu posición no la va a regir tu posición económica ni nadie será más que nadie por poseer más cosas: la dignidad se mide de otra forma. Combatiendo el liberalismo combatimos igualmente el problema que de él se deriva, "la lucha de clases" (hoy no sería de clases, sino de niveles económicos). Así, luchar contra el capital es luchar contra el liberalismo y contra el comunismo a partes iguales.

En el liberalismo la propiedad privada aspira a conseguir el poder, en el segundo la propiedad privada se circunscribe al estado: todo es propiedad del estado, incluso las personas. Sin embargo hablamos de que las posesiones del estado son "públicas", cuando nada es público en realidad, nadie tiene nada propio, todo lo tiene el estado. En el primero el sistema de valores propugna la libertad individual como máximo exponente e ideal, que no es otra cosa que promover el egoísmo y la destrucción del grupo, de la sociedad cohesionada. En el segundo no existe libertad individual, eres propiedad del estado y el totalitarismo se muestra de forma evidente, no como en el liberalismo, sibilino y disimulado.

Sin embargo podemos hablar de que en Occidente, a pesar de prevalecer una mentalidad liberal, y de hecho así es, pueda llevarnos a confusión las empresas públicas. Esas empresas son simplemente eso, públicas porque se nutren del dinero procedente de impuestos y los beneficios van al estado si los hubiera, pero participan de la misma mentalidad liberal: el estado es una empresa, el ciudadano un cliente timado por todos los lados. En el mundo del libre mercado, el estado es simplemente una empresa más en competencia con las demás y que a su vez, desde el ejecutivo, suele propugnar medidas para favorecer al capital y el libre comercio: abaratamiento de despidos, entrada masiva de inmigrantes, etc. Mientras tanto, el contribuyente español no participa de los beneficios de la empresa pública, empresas que suelen ser generalmente deficitarias.

Así que como veis la propiedad pública no existe en sí misma, sino solamente la privada. En el liberalismo las personas pueden tener acceso a la propiedad, y a eso le llamamos respeto por la propiedad privada, y en el capitalismo de estado el propietario de todo es el estado y nadie tiene propiedad, ese todo es su propiedad privada, propiedad a la cual el súbdito o ciudadano podrá acceder si el estado quiere. En el primero, en definitiva, la propiedad puede estar en manos de mucha gente, en la otra en manos de una única entidad. El capitalismo de estado es el monopolio total, la propiedad en manos de una sola entidad, y para el estado eso es su propiedad privada.

LA PROPIEDAD DE LA TIERRRA (TANTO EN SU SUPERFICIO COMO EN EL SUBSUELO) Y DE LOS MEDIOS DE PRODUCCIÓN DEBEN PERTENECER A LA NACIÓN Y NO A PARTICULARES QUE ANTEPONEN SU INTERÉS A LA PATRIA. SON FARSANTES AQUELLOS QUE DEFIENDEN LA SOCIEDAD COHESIONADA Y A SU VEZ LA PROPIEDAD PRIVADA COMO ALGO SAGRADO E INALIENABLE.


La esclavitud y el nacionalismo

Gregor Strasser
En las dos formas de capitalismo señaladas la esclavitud está presente. En el liberalismo te esclaviza el contrato y el propio mercado con su constante llamamiento a la compra mediante los eficaces mecanismo de propaganda y enajenación que utiliza (la publicidad); en el capitalismo de estado es el propio estado quien te esclaviza, quitándote toda tu libertad y obligándote a trabajar por y para el estado y no por la nación, tu patria, tu pueblo y por ti mismo. En ambas está presente el totalitarismo. En el liberalismo el capital y el dinero se persiguen como el máximo objetivo y te ocupan la mente y el cuerpo en dicho objetivo constantemente, privándote de la realización y cultivo personales y sometiéndote mediante la deuda y una falsa realización de la felicidad, una felicidad material. Mientras, en el capitalismo de estado tu mente y tu cuerpo no pertenecen a uno mismo, debes pensar lo que piensa el estado (control mental) y tienes que hacer lo que el estado te dice (control del cuerpo). En el liberalismo hay tanta libertad que se piensa cualquier cosa y nadie tiene nada claro, ni siquiera se sabe qué elegir (la libertad te incapacita para la libertad); en el capitalismo de estado está claro lo que se debe pensar, porque te "lo dictan", te dan lo "ya pensado", lo que piensas no lo has pensado tú, no existe el criterio propio. ¿Dónde está entonces la libertad en ambas? En una de tanta luz te ciegas y en la otra de no haber luz ves nada, y se trata de ver, ¿no?

Hay argumentos en la defensa de la propiedad privada que sostienen que ésta es primordial para la libertad. Al parecer, propugnar la propiedad pública es obligar a todos trabajar gratis, esclavizarla. Parece ser que trabajar, por ejemplo, para un empresario no sería esclavitud, pero hacerlo por tu nación si lo sería. ¿El empresario por encima de la patria? Eso suena a internacionalismo, a liberalismo, a que el capital no tiene patria. Vamos a ver aquí quiénes son los traidores y los no nacionalistas, hablemos de capitalistas disfrazados de nacionalistas. De todas formas, yo nunca he hablado de trabajar gratis, eso es un auténtico disparate y una idiotez "zapateril". Uno debe recibir una remuneración justa por su trabajo. Si algún día tengo que pelear en una guerra, que sea por mí país, por mí y mis compatriotas, por mi tierra y mi sangre, y no para que un empresario español esclaviza-negros o un agente de Wall Street consigan su máximo beneficio mientras sus hijos estudian en Harvard.


Ser nacionalista es defender tu patria, tu pueblo, tu grupo étnico (raza más cultura). En esta defensa no interviene lo económico, o sí, si se habla de nacional-capitalismo, pero yo entiendo, de todas formas, que predominantemente el nacionalismo encierra en sí un complejo entramado de ideales arraigados a la tierra y a la sangre. Por ello, sé que se puede ser comunista (no marxista), socialista (no marxista) o capitalista y a la vez nacionalista, que se puede defender la propiedad privada o pública y ser nacionalista y que por defender la propiedad pública no eres comunista. Por supuesto no hablo de eurabianos o eurosionistas, éstos han traicionado a su país y son los verdaderamente antipatriotas porque se han vendido al extranjero y a valores universales que promueven la bastardización de nuestra patria.


La lucha de clases

En cuanto a lo de lucha de clases y lo que presupone, la sociedad de clases, por supuesto que debe ser superada, pues nuestra lucha es NACIONAL -una lucha de todos unidos y no una lucha entre nosotros. Queremos cohesión social y no una sociedad dispersa, ¿verdad?

Si te ponen esta señal, di que eres librepensador: eso es disidencia.
Pero esto no quiere decir que cada cual no tenga conciencia de su posición social, que ojo, posición, no clase: un español que trabaja en un laboratorio no es menos español que un obrero de la construcción, ambos trabajan por su país. La sociedad debe partir de los méritos y construir la sociedad a partir de esos méritos, además de por los valores, y construir también esa sociedad a partir de esos valores: cada cual en su puesto laboral adecuado cobrando una remuneración afín a su puesto (ya sea por méritos académicos, laborales, capacidades…), y cada cual a su altura en una sociedad a su vez aristocrática (valores). Al final da igual si eres obrero, un delegado de empresa nacional o quien dirige su pequeño negocio, lo que determinará tu posición son tus valores, tu compromiso y tu sacrificio por la nación. Lo que importa es el grupo, el compromiso social se hace necesario: una sociedad cohesionada, que no atomizada o masificada, es lo que debe defender un verdadero nacionalista por encima de egoísmos llevados al extremo (lo que fomenta el capitalismo liberal) y de abnegaciones absurdas llevadas a lo indigesto (lo que promueve el capitalismo de estado y el monoteísmo). Libertad sin renunciar al compromiso, compromiso sin renunciar a la libertad. Que nuestra libertad sea un compromiso y nuestro compromiso sea la libertad.


La abolición de la propiedad privada, las posesiones de las personas y la sociedad con mercado

La mundialización a la que asistimos hoy no es el «Estado universal» que Ernst Jünger creyó vislumbrar y que se constituiría a partir de la fusión progresiva de la «estrella roja» y la «estrella blanca», es decir, del este y el oeste. Con la mundialización, la Tierra tiende a unificarse bajo la forma del mercado, bajo el horizonte de la lógica de la mercancía y de la búsqueda del incremento permanente de beneficios. La transformación de las mentalidades acompaña al advenimiento de un mercado mundial. La interiorización del modelo de mercado consagra la primacía de los valores mercantiles tano en las mentes como en los comportamientos. El modelo antropológico dominante hoy es el modelo utilitarista: el hombre se define como un individuo esencialmente interesado en producir y (sobre todo) en consumir, como un agente económico que busca permanentemente maximizar su mejor interés. Así pasamos de una sociedad con mercado a una sociedad de mercado. Pero es obvio que con el desarrollo de los cambios no desaparecen ni la alienación ni el perjuicio.

Debemos señalar que no sido la izquierda «cosmopolita» sino la derecha liberal la que ha realizado o permitido la globalización. Ésta se corresponde con la tendencia secular del capitalismo: el mercado no tiene, por definición, más límites que los propios. La constatación de que el capitalismo ha sido más eficaz que el comunismo para la realización del «ideal internacionalista» no es paradójica más que en apariencia. Históricamente ha sido sobre todo la izquierda la que se ha referido al «cosmopolitismo», pero hoy no son los partidos de izquierda sino, por el contrario, los partidos de derecha, los que favorecen con más ahínco la mundialización. Quien critica la mundialización sin decir nada sobre la forma capital, haría mejor en callarse.

ALAIN DE BENOIST (Antología a cago de Javier Ruiz Portella). MÁS ALLÁ DE LA DERECHA Y DE LA IZQUIERDA, "El pensamiento político que rompe esquemas". Editorial Áltera. Primera edición: febrero de 2010. La traducción: María Graíño. Pág. 133-134

El objetivo de abolir la propiedad privada es eliminar el interés particular y egoísta y educar en “trabajar por el interés de la nación” y en el fomento de grandes valores de naturaleza aristocrática, así como dirigir el rumbo de la economía de un país: NO A LA LIBERTAD DE COMERCIO. Por supuesto, no me molesta el pequeño comercio –que cuidado con éstos– y la propiedad de una vivienda, pero sí controlaría los precios y la venta inmobiliaria, prohibiendo la segunda vivienda, por ejemplo. Pensar que la propiedad privada es "libertad" es participar de la mentalidad capitalista. La propiedad privada debe circunscribirse a un mínimo que garantice un comercio sano que potencie una sociedad CON mercado y donde la figura del trabajador de su propio negocio juegue un papel vital en el país, proveyendo a la sociedad de todo lo que necesita: principalmente alimento, pero también libros, una copa... Cuando hablé de abolir la propiedad privada lo hice pensando en nacionalizar la banca y recursos estratégicos, destruir los grandes imperios empresariales, destruir el capital financiero, prescindir del patrón oro (en sustitución por el patrón trabajo, como hizo la NSDAP, medida anticapitalista por excelencia), etc. Mi "abolición de la propiedad privada" está, como veis, repleta de matices, por lo cual no es una literal abolición; es como cuando se dice que "estás en contra del aborto" y sin embargo consentirías un aborto si el embarazo supusiera un peligro para la vida de la madre o fuera por un bien eugenésico.

Las personas deben trabajar por su nación, por su gente, no por su propio interés egoísta: los recursos de la nación serían cedidos a los miembros de la nación en usufructo, de esta forma la nación nace del pueblo y no del estado, pues serían los propios ciudadanos quienes trabajarían para sí mismos y su grupo étnico. Eso no restaría a que cada cual potenciara sus habilidades en muchos aspectos, como en el arte o en la ciencia, en el ingenio y en el deporte, que cada cual siga su propio capricho e interés en muchos aspectos, como en la literatura, en la filosofía… pero eso ya es otra cosa, forma parte de la educación y de la cultura: la nación debe potenciar “el genio” de nuestra raza. ¡LA REVOLUCIÓN DEBE SER TAMBIÉN CULTURAL Y ELLO EMPIEZA POR RETOMARLA, PUES EN CIERTO MODO HEMOS SIDO DESPOSEÍDOS DE ELLA!

No obstante contemplo el egoísmo como una de las actitudes que constituyen la naturaleza humana (pero no la única, no creo eso de que el hombre sea por naturaleza exclusivamente egoísta, como si el hombre no pudiera ser otra cosa: el hombre, cuando se conoce, es lo que quiere ser y se comporta como él decide: dominio de sí -no somos sólo impulsos, también control) y por lo tanto no debe despreciarse pues es evidente que habrá que dejar que ese egoísmo o interés personal se desarrolle por el bien del individuo. Despreciarlo sería negar parte de la realidad humana. Cuando hablo de interés egoísta me refiero a la avaricia, a esa mentalidad que piensa en quitarle al otro lo que tiene, que es la mentalidad empresarial: el banco te quiere quitar el dinero, el estado también te lo quiere quitar, la telefonía lo mismo… Educar en la eliminación de ese interés egoísta es esencial para fomentar una sociedad cohesionada y no dispersa, dejando lugar a ese egoísmo sano que va dirigido a la auto-superación y a la propia realización personal sin fastidiar a nadie.

Hay que garantizar la cohesión social, pero también la vida privada y el desarrollo individual. Yo quiero un pueblo unido que a la vez esté repleto de excepcionales individualidades.■