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LA ESPERANZA SIN ESPERA Y LA CULPA SIN MALA CONCIENCIA

Aprendamos a esperar siempre sin esperanza; es el secreto del heroísmo.
Maurice Maeterlinck (1862-1949)


No tener esperanzas no significa que no esperemos nada. No tener mala conciencia, desprendernos de tal veneno e incluso ser inmunes a él, no quiere decir que seamos o debamos ser ajenos a los resultados de nuestras acciones o que no podamos ser culpables y responsables de nuestros actos. Decir si a la vida quiere decir aceptarlo todo en cuanto es o en cuento a ocurre, es decir, asumir todo en toda su magnificencia, pero sin embargo no quiere decir que debamos conformarnos de como las cosas son o por como vienen dadas.
Estos temas, harto tratados en este blog, se me brindan siempre interesantes, siempre revisables, siempre apasionantes. Pues de los puntos que conciernen a la esperanza, a la mala conciencia o a la asunción de la vida puede que resulten los tres grandes ejes -o tres de ellos- que mueven los grandes pensamientos y todas las religiones del mundo.
ESPERAR SIN ESPERANZA
La cita de Maurice Maeterlinck que habéis podido leer al comienzo del artículo fue encontrada por casualidad por todo este mundo que es la red. Llevo días pensando en ella, y su mensaje es en apariencia sencillo, aunque su reflexión no tanto.
La esperanza es aquello que nos sume en la parálisis del espíritu: esperamos la salvación de otros o "del otro". Es como vender el alma al diablo, sólo que esta vez se vende la voluntad a Dios. Sin embargo hasta el más voluntarioso espera algo, aunque sea de sí mismo. Y es que un hombre soberano lo espera todo de su voluntad, o de la voluntad de otros hombres que no se postran, sino que actúan. Esperarlo todo de la voluntad es esperar sin esperanza. Los que a voluntad hacen y se hacen esperan de una voluntad superior (que puede ser la colectividad de su pueblo) un fruto mayor, una voluntad que no es nada irreal, que no es celestial, sino que pisa suelo firme y posee un cuerpo erguido, que puede que se eleve o no. Es la acción lo que nos salvará y nos hará crecer, no la espera, la espera interminable por la salvación mientras los espíritus yacen encadenados, cual esclavos.
Por ello el héroe no espera, ha aprendido a cabalgar sobre la tierra y a plantar batalla al enemigo. Ante él pondrá a prueba su voluntad; y quizá muera, pero morirá libre.
CULPA SIN MALA CONCIENCIA
Tener buena conciencia significa que nuestra conciencia no se va a ver aguijoneada por el veneno de la culpa o de cualquier otro veneno de similar naturaleza. No obstante, eso no quiere decir que no debamos ser conscientes de si hemos cometido un error o no, que no debamos actuar con un criterio ético o que todo nos dé igual. Es precisamente una conciencia sana ser consciente de tales cosas y que a su vez no nos haga sentir mal. Y no es el malestar lo que nos debería hacer actuar ante un error, sino la asunción de un error y posterior solución lo que nos debería hacer actuar. Actuar con buena conciencia es, en definitiva, por muy grotescas o dañinas que puedan resultar ciertos códigos de valores, actuar conforme a la propia voluntad.
Y por ello tanta tensión en el abrahámico (y no sólo en el abrahámico, claro está), pues muchas veces no actúa bajo los dictados de su conciencia, sino bajo la de "otro", y eso le hace sentir tan mal cuando no acata...■


Enlaces de interés:

SUFRIMIENTO Y GLORIA EN LA MONTAÑA

A aquellos que hacen que el Hombre tenga algún valor.




Entrenar duro, levantar tu cuerpo y decir que es mi voluntad quien manda, luchar contra las comodidades y sufrir por amor hacia uno mismo... ¡y hacer todo eso cada día! Muchos no le encuentran sentido a tal afán de superación, o, lo que es lo mismo, o casi lo mismo, a tal afán de sufrimiento. No obstante, no es otra cosa que sufrir aquello que nos hace crecer, es la constancia y el esfuerzo lo que nos hace ser algo: no hay gloria sin sufrir y sin sentir dolor.

Aquellos que tachan de locos a los de voluntad superior tienen un serio problema. Primeramente son unos envidiosos. Seguidamente son unos vagos, unos pusilánimes incapaces de reconocer una proeza. Unos venidos a menos o directamente nada: son los adalides de la moral de esclavos, de rendidos, de gusanos... 

¿Y qué es la gloria? Para mí no es otra cosa que ese momento "egoísta", ese momento de comunión con uno mismo en el que todo deja de importar, en el que uno se siente ajeno a la propia noción del tiempo y a todo sentimiento que nos envenena con maldad, ese instante en el que te desenvuelves de toda realidad humana y te sientes eterno y elevado, ese instante en el que nace el héroe; es sólo en ese instante en el que te afirmas realmente como un único absoluto, como un ser realmente especial; es ese instante en el que los dioses te miran a la cara con admiración por tal reivindicación, proveniente de un simple mortal.


Y ESE INSTANTE LO ES TODO.■


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