B A B E L



BABEL es una gran película con un mensaje profundo que llega a momentos que te hacen amar el cine con auténtico fervor. Es una película al estilo de Vidas cruzadas, del director Robert Altman, con varias historias unidas de forma carambolesca por un hilo conductor muy delgado: la casualidad y un fusil. Su reparto es magnífico (Brad Pitt, Cate Blanchett, Gael García Bernal, etc.) y su ambientación es de un realismo como real es lo real.
ALEJANDRO GONZÁLEZ IÑARRITU, director de esta brillante película, ha dirigido entre otras 21 Gramos y Amores Perros, historias que si bien son distintas entre sí tienen su semejanza en la estructura, similitud que comparte igualmente Babel.
Así que son varias historias, en ellas se une la casualidad y la tragedia para contarnos cómo este mundo no es capaz de entenderse, incluso hablando el mismo idioma, y tal vez ahí el porqué ese nombre para la película.
El film se rueda en tres continentes, en cada uno de los cuales acontecen varias historias. Se nos muestra el fuerte contraste entre la riqueza y la pobreza, especialmente entre la dura vida de Marruecos y la modernísima actividad nipona o entre la vida cómoda de un estado norteamericano y la más mundana y vistosa de Méjico. Por lo tanto, también existe una diversidad racial, una diversidad que coexiste como puede en el mundo.
No sé cómo comentarles la película sin destrozarles el argumento, mi intención es detallarles lo necesario para que vayan a verla y disfruten tanto como yo. Pero he de indicarles que la dura vida de los pastores marroquíes y las circunstancias de una adolescente nipona sordomuda me cautivaron, me pusieron los pelos de punta. Pero no sé por qué, puesto que todas las historias que se lían en la película y que no son sino piezas de un puzle son igual de duras, es precisamente la situación de esa chica nipona sordomuda llamada Chieko, interpretada por Rinko Kikuchi (a la que habrá que vigilar de cerca por su talento como actriz), la que me transmitió un mensaje más intenso, pues la incomprensión de la que se sentía víctima, el "abandono" y la inaguantable soledad que soportaba, además de esa necesidad que tenía de amar y de ser amada y la odiosa impotencia que le provocaba su minusvalía, fueron de una sublimidad tal que lejos de llenarme de piedad hacia ella, me provocaron un sentimiento de cariño, de querer amarla, de querer abrazarla y de decirle que no era un monstruo. Es una película que transmite una emotividad tan fuerte que aún siendo una ficción llegas a preocuparte por los personajes y hay momentos en lo que se siente cierto desasosiego y angustia, y tal vez sea ese el mayor logro de esta obra cinematográfica.

Para terminar, señalar que Babel tiene un mensaje político, moral, filosófico, social, religioso… posee una multitud de perspectivas y cada una de ellas merecería una entrada en este blog o en el de cualquiera. Cada uno podría salir del cine con una conclusión distinta sobre la película, pero la mía es clara: aunque no nos entendamos, la sangre de todos los seres humanos es roja y se derrama indistintamente, todos sufrimos igual y todos podemos llorar, que vale lo mismo una familia humilde de un país tercermundista que una vida occidental... ■