Sobre Los Cosacos



Semanas atrás ya analizamos la obra de Tolstoi de título Los Cosacos, una novela de poca extensión, de fácil lectura y en cierta manera esclarecedora de los puntos fuertes de un pueblo con unas señas culturales muy diferenciadas, tan dado a la naturaleza y a la sencillez.
http://mundodaorino.blogspot.com/2007/03/los-cosacos-sin-saber-cmo-empezar-este.html

Sin entrar en mucho análisis, sírvanos de reflexión y luz el siguiente texto transcrito literalmente de la novela de Tolstoi. Creo que dice en pocos párrafos lo que supone la vida de los cosacos, ya sea en lo referido a su organización social y a sus costumbres o en los papeles desempeñados por el hombre y la mujer, punto donde el texto hace más hincapié. Dice de la siguiente manera:


«Así ese pequeño pueblo cristiano, alojado en un rincón del mundo y rodeado de tribus musulmanas y semisalvajes, se considera a sí mismo en un plano superior y desprecia al resto del Universo.

El cosaco pasa la mayor parte de su tiempo en los cordones, las maniobras o la pesca. Casi nunca trabaja en su casa; su permanencia en el hogar constituye una excepción a la regla y es como si estuviera de paseo.

Fabrica el vino en su casa, y la embriaguez es no sólo la debilidad de todos, sino que se considera como una de las costumbres normales.

A la mujer el cosaco la considera como elemento de su bienestar.

A la joven soltera se le permite estar ociosa y divertirse, pero a la mujer casada se la obliga a trabajar duramente hasta la vejez, para el marido y para los hijos, considerándola con el criterio oriental, como un ser que le debe sumisión.

Como consecuencia de ese punto de vista, la mujer se desarrolla en forma extraordinaria, física y moralmente, y aunque sometida en apariencia al hombre, tiene notable influencia, y su voluntad, como sucede en el Occidente, prevalece en las decisiones y en las cosas del hogar.

Su exclusión de la vida común con el hombre le da esa independencia de criterio y ese sentido común.

El cosaco, que considera inconveniente dirigir a su mujer palabras cariñosas delante de extraños, siente sin querer su superioridad al quedarse a solas con ella.

Comprende que toda las casa, todo el patrimonio, está adquirido o se sostiene gracias a su ruda labor; y aunque sostiene que el trabajo es humillante para el cosaco, y sólo es admisible en el obrero nogai (1) y en la mujer, siente inconscientemente que todo, de lo que él disfruta y llama suyo, es producto del trabajo de la mujer y que por la voluntad de la mujer, madre o esposa, podría faltarle.

Más aún, la constante y pesada labor, las preocupaciones y la responsabilidad, dan a la mujer una firmeza de carácter de la que no hacen gala, y que va unida a la fuerza física. Las mujeres de los cosacos son, por lo tanto, casi en su mayoría, más inteligentes y fuertes que ellos.

Su belleza ofrece una armoniosa unión del puro tipo cherqués cm el tipo vigoroso del Norte. Usa el traje cherqués, que se compone de una camisa tártara, el bechmet (2) y zapatos tártaros, pero se cubren la cabeza con el pañuelo a la rusa.

La coquetería, la limpieza y la elegancia en su vestimenta, como la prolijidad y el adorno de la casa, constituyen no sólo una costumbre, sino una necesidad en su vida. En sus relaciones con los hombres goza de libertad la mujer del cosaco, y muy especialmente la mujer soltera.

El centro de la tribu cosaca de Grebenskoy, era la stanitza Novomlínskaia. En ella, más que en las otras, se conservan puras las costumbres de los primeros cosacos, y las mujeres tienen una gran reputación de belleza.

Los medios de vida son lo constituyen los viñedos, huertos, campos de sandías y calabazas, la pesca, la caza, la siembra de maíz y mijo y los despojos del enemigo».

(1) Obrero cherqués.
(2) Especie de sayo bordado.


Los Cosacos. Leon Tolstoi. Espasa Calpe, Clásicos breves. Año 2000, págs. 23-24.