H A N N I B A L L E C T E R



Hannibal Lecter es un personaje atrayente y fascinante por el que se puede sentir admiración y temor por partes iguales. No he leído ninguno de los libros de Thomas Harris sobre este macabro personaje, ¡yo he conocido a Hannibal a través de la gran pantalla!. Supongo que es todo un pecado por mi parte no haberme leído esos libros y una contradicción que siente tanta fascinación por un personaje que no conozco realmente, sabiendo que su esencia se encuentra en los dichosos libros. Aún así, el cine ha bordado una imagen en mí que me encanta.
Un ser extremadamente inteligente, sutil, frío, calculador, detallista, sanguinario y práctico; es, sin duda, un genio de nuestro tiempo, un genio virtual macabro por supuesto, uno de esos que solamente pueden nacer de lápiz y papel. Sin embargo, habiendo visto todas las películas sobre este personaje, a mí no me parece un psicópata, sino un infeliz atrapado en una sucesión de macabridades donde intenta sobrevivir lo mejor posible y a sí mismo.
Sin duda, de todas las películas de Lecter, aquella que me fascinó totalmente, la que me enganchó, fue HANNIBAL, dirigida por Ridley Scott en 2001. En esa cinta pude ver a un monstruo enamorado, es como La Bella y la Bestia o la historia de un amor no correspondido, porque Hannibal se come a quienes odia o son de dudosa moral, no a quienes aprecia, como a Clarice.
Este mes se ha estrenado HANNIBAL: EL ORIGEN DEL MAL, una cinta que retrata su infancia y adolescencia. Le vemos sufriendo las calamidades de La Segunda Guerra Mundial, y lo que es más importante, entendemos EL ORIGEN del mal, el agua podrida que le alimentó, su tragedia, convirtiéndole en un monstruo (o así le llaman, un monstruo). Para mí es un hombre que ama y que es capaz de llegar a donde sea hasta conseguir la venganza, aunque al final el sabor de la sangre supo dominarle. Porque es ahí donde reside el mal: es una enfermedad que te llena de poder y que sin embargo te domina y no puedes deshacerte de él porque si no serías un ser indefenso y débil. Podemos decir que Hannibal es como es por pura supervivencia y que el auténtico mal nació de los demás, de sus circunstancias, del odio. Porque todo sea dicho, por mucho que giremos la cabeza para no mirar, somos, cada uno de nosotros y aunque sea una pequeña parte, responsables de lo que ocurre a nuestro alrededor, de lo que le ocurre a otros aunque sea a miles de kilómetros, ya sea por no evitarlo (consentimiento tácito) o por ceguera.
El canibalismo nos da auténtico terror, es lo más terrorífico del personaje, tener a Hannibal en contra delante de uno mismo equivaldría a tener a un león, a un ser que te comería y que disfrutaría de tus huesos. Pero su auténtico peligro radica, para mí, en esa fascinación que desata en muchos. Y eso debería invocarnos un temor aún mayor, sólo que hacia nosotros.
Es un ser de gran peso, como lo pueden ser Ripley o Grenouille, un ser de una gran talla humana por la simple razón de que afronta su destino, un ser no peor que los demás. Porque si fuéramos objetivos, reconoceríamos que caníbales son muchos, y no hace falta comer carne humana, ¡muchos se ha comido muchas vidas de la forma que sea!■