
Se ha hablado ya mucho de antipesebrismo y de pesebrismo político-cultural, sin embargo, no se ha establecido una frontera entre el lisonjero (o el filopesebrista) y el sercreativo (todo junto), el hombre antipesebrista, una nueva raza de hombres y mujeres que persiguen la auténtica cultura como bien supremo y no como mero desecho intelectual preparado y precocinado para el simple consumo, estableciéndose así la creación pseudocultural como un negocio de grandes beneficios.
Son muchos los sercreativos o los que han sido sercreativos. Empecemos por los que lo han sido. Éstos empezaron su carrera cultural ofreciendo una creación con un nivel excelso dotado de una sensibilidad y de una calidad adecuadas que lo situarían dentro de la cultura. Sin embargo, el pesebre, viendo el potencial de éstos, los contrata, les hace esclavos, y de la creación cultural pasan a la producción de un artículo, de la cosa pseudocultural. Esto nos sugiere la existencia de dos dicotomías confrontadas a modo de antítesis entre obra-creación y cosa-producción. La primera es dominante en los sercreativos, la segunda en los pesebristas, obreros del cubil pseudocultural que prestan con mayor o menor vergüenza su talento al servicio del pesebre. Esto me recuerda a la novela 1984 de Orwell. En dicha novela ya nos es señalado el destino de la cultura al menos a nivel literario, donde existe un Departamento de Novela y donde el pesebrista ya no escribiría, sino que manejaría máquinas que mediante directrices y algoritmos generarían argumentos, tramas y la posterior obra. Así mismo, para el mundo de la poesía existía una máquina llamada versificador.
Estos ex-sercreativos se convierten, por lo tanto, en personas pervertidas que hacen del arte una cosa en lugar de un acto creativo. Además, son traidores de su propia trayectoria, convertidos en artistas corrompidos. La cosa no tiene vida, un acto creativo sí. A una cosa se le puede dar vida pero está muerta en sí misma. Me refiero a que este tipo de personas no ponen su espíritu en la obra, sino su ánimo de lucro. Éstos, cómo no, se alían con el poder y acaparan fondos públicos, pero eso es algo que ya se ha desarrollado bastante en otros artículos. Este tipo de lisonjeros conversos suelen estar mejor valorados, ganan mucho dinero, su nombre vale más que el libro y algunos hasta salen en las enciclopedias. No nos estamos refiriendo al lisonjero mediocre, ni al artista de feria, ni al que pelotea al concejal, ni al que lame lo que sea; estos lisonjeros, después de tanto chupar, pueden convertirse en institución, en pesebre, aprovechándose de su pasado glorioso como auténticos artistas.
Pero pasemos a elaborar un perfil del sercreativo que siempre lo ha sido. En primer lugar, hablamos de alguien incorruptible, motivo por el cual existen pocos. Esta incorruptibilidad debe ir ligada a otros detalles necesarios en su personalidad, en la propia esencia de un auténtico antipesebrista o sercreativo. No les importa la fama, ni el dinero, su apego a la cultura es transparente y sincero. Además, sienten animadversión hacia los Reyes Midas que pululan por ahí con cheques en los bolsillos y promesas demasiado golosas comprando a artistas y, por lo tanto, tienden a alejarse de los círculos pesebristas, por lo que estos grupúsculos de cultura verdadera son reducidos. Por otro lado, son temidos porque no están al servicio de ningún poder, por lo que sus obras no tienen afán de ensalzar a nadie, ni de vanagloriar nada. Sin embargo, el antipesebrista puede tener ideología, ideas propias y libremente las plasma. En otro artículo analizaré la dicotomía existente entre ideología-sercreativo, porque como todos sabemos ha habido mucho sercreativos al servicio de una ideología, incluso de un régimen, y todo ello sin dejar de cuestionar a lo establecido, lo que les ha valido la prisión o el exilio. Asimismo, y en esa misma temática, se podrá desarrollar la idea de sercreativo-mercenario o sercreativo converso, es decir, a un hombre que ha iniciado su carrera al servicio del poder o que ha prestado su pluma momentáneamente (para que luego lo firmara el pesebre bajo el nombre de algún pseudoartista consagrado), pero que una vez forjado en el arte del pesebrismo, ha podido iniciar su lidia contra el poder.
La vida artística de un sercreativo es difícil, pues la finalidad de todo artista es proyectar su cultura al mayor número de personas posible, cosa difícil porque los medios que lo hacen posible pertenecen a los poderes económicos de la administración o de las productoras de cualquier tipo, ya sean literarias, cinematográficas, etc., instituciones todas de las que el antipesebrista huye.
De todas formas, tengan cuidado, la línea entre el antipesebrista y el lisonjero es demasiado fina, la misma línea que divide incorruptibilidad y trenecito, obra y cosa. Además los lisonjeros saben camuflarse, disfrazan sus obras de cultura, pero al final su cosa queda en un producto proyectado a base de publicidad y marketing que nunca sobrevivirá a sus autores, ¡y menos mal!■
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