Libertad, miedo y nacionalismos. Erich Fromm y el miedo a la libertad (II)

Resumen de uno de los debates de Foro Identidad.
http://foro-identidad.blogspot.com/2007/10/asociacin-foro-identidad-prximo-foro.html


En este debate, segunda parte de “EL MIEDO A LA LIBERTAD”, comenzamos con una reseña cinéfila bastante inesperada y de una fuerza expresiva que rápidamente nos puso sobre el terreno. La reseña hizo referencia a la película “Lo que el viento se llevó”. La criada de Escarlata, una mujer de piel negra y esclava, le dijo, ¿a dónde voy yo ahora?, después de que su ama quedara en la ruina después de la revolución de esclavos que fue la guerra de secesión norteamericana. La criada se sentía segura con su yugo, era como si siendo libre fuera a conseguir inseguridad, miedo y un futuro tormentoso.

El miedo te lo imbuye la sociedad que te rodea y quien quiere dominarte, es casi un método educativo, un medio donde el trauma puede ser determinante en el crecimiento del ser humano y un mecanismo de determinación de los impulsos, de los movimientos y de las decisiones de los individuos. ¿Acaso El Hombre del Saco, por ejemplo, además de tener una base real, no es una forma de inocular miedo en los niños, de convencerles de que no salgan a ciertas horas, que no vayan por ciertos sitios y se vayan a dormir? ¿Acaso no es el odio al gitano o al negro o al extranjero mismo de cualquier color o raza una conclusión formulada por el miedo que inculcan a muchos otros muchos que dicen que son escoria, ladrones o algo peor? ¿No es entonces el nacionalismo una reacción de miedo frente a otras civilizaciones, culturas o etnias, creando una barrera de confrontación violenta para ser claramente diferenciados, siendo los términos arraigamiento y pureza los más sublimes (para los nacionalistas) y no a lo mejor los términos de mejor uso para el caso? El miedo es producto de la educación, una educación que provoca a veces la propia ignorancia, una ignorancia dispersada por todo el mundo con brillantes resultados.

Por otra parte, es en la familia donde más se coarta la libertad, como ya ha podido entreverse en lo anterior. Dentro de la familia, el modelo más predominante es el simbiótico, donde unos seres absorben a otros, donde unos funcionan como modelos a seguir. La educación no se basa en que cada individuo tenga unas ideas propias sino en que el hijo responda a las mismas características que sus progenitores o ascendientes. De la misma forma, el nacionalismo intenta inculcar generación tras generación sus símbolos, sus tradiciones, creado sus propios héroes o ejemplos a seguir por toda una nación.

Reincidiendo en el nacionalismo, y rozando esta vez la figura de Fromm, éste asume lo primero como una huida de la libertad. Debemos tener en cuenta que vivió la primera guerra mundial (auge del nacionalismo europeo, así como en el s. XIX) con catorce años y que a los doce años muere su padre. ¿Pero por qué es una huida de la libertad? Porque uno deja de lado toda su independencia para condenarse a la servidumbre de una bandera y a la visión monotemática de la grandeza de su pueblo, de su territorio y de su lengua. Así mismo, el nacionalismo es un sentimiento de comunidad, que bien llevado no tiene por qué suponer el rechazo hacia el otro, sino una sensación de amor propio que defiende su propia identidad, y no tiene por qué ser violento, ni radical. Pero dicho lo dicho, surge la idea de la no identificación, del apatriotismo, del ser apátrida, del ser que no tiene sentimiento de comunidad en sus sienes, que no se siente de ninguna parte, quien es, sin duda, el más libre de todos, al menos libre de ser nacionalista, de ser patriota, libre de una bandera, de una nación, de una masa; aunque nadie, por muy apátrida que sea, escapa a las vicisitudes de la historia que le rodea.

Para concluir, recalcar que el hombre tiene miedo desde que nace porque desconoce que el único respeto a la libertad reside en no imponer y no padecer el miedo, aunque a veces resulta muy difícil, demasiado complicado, imposible.■