ESPÍRITU SIN VOLUNTAD




(...)tanto cuesta imaginar la nada. Ahora sabía: las cosas son en su totalidad lo que parecen, y detrás de ellas... no hay nada.
(LA NÁUSEA, de J. P. Sartre. Editorial Losada, Primera Edición, Sept. de 2003. pág. 161)

Empiezo a escribir sin tener una idea clara de lo que quiero decir, últimamente mi vida se ha sustentado en la porquería común de la calle, alejado de un ambiente sosegado y repleto de cultura, y no tengo la cabeza en su sitio, es como si estuviera desubicado. La vida ordinaria que nos hemos creado te destruye, te arrebata y secuestra por completo, te convierte en una vasija vacía, en un espíritu muerto. Acabas el día sin pensar en nada, eludiendo todo, siempre sumido en la tarea de ser productivo y práctico para no verte en la ruina económica. Yo acabo el día con la sensación de que no lo he aprovechado, con la sensación de que desperdicio mi vida y que soy pobre y miserable por no hacer lo que realmente me gusta.

A veces desearía escapar, dejar este pútrido mundo e irme a otro, a un paraíso natural, sin preocupaciones ni estrés, sin cosas materiales a las que se hacen culto en nuestra cultura. Esta sociedad es como una inmensa cárcel, pero una invencible, o casi, que no te permite huir. Solamente encuentro superficialidad entre los seres, seres que se fijan constantemente en las imperfecciones físicas: vales menos que nada si no eres hermoso, estético, simétrico...
La valoración de un ser humano se tasa de la misma forma que cualquier mercancía, por eso ya velemos menos que cualquier objeto. El Ser Hombre ha triunfado, es una vasija vacía, ha capitalizado su espíritu, es como si el Hombre se hubiera vendido al diablo. Los pocos Seres Humanos que quedan abanderan la civilización como consigna sin hacer nada, encerrándose en sí mismos en su propia espiritualidad, marginados como bichos exóticos en un pequeño recipiente de plástico. ■