Fahrenheit 451: Control Mental y eliminación del espíritu crítico (II)

Resumen del debate celebrado por la Asociación Foro Identidad el 7/02/2009
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Una semana más nos proponemos abordar el mismo tema debido a la gran expectación que ha suscitado y al gran interés dado por los propios miembros de la asociación.

Uno de los contertulios comienza el debate hablando de Rosset, haciendo alusiones a un fragmento de su obra La Fuerza Mayor donde habla sobre la esperanza. “La esperanza”, dice, “es pasiva y amuerma”. Sostiene que de alguna forma los medios de comunicación, los políticos, incluso el propio arte, nos llenan de ideas de esperanza, para que esperemos a nuestros “héroes” a que solucionen los problemas. Este asunto, sin duda, está derivado del bienestar social (condicionado) que vivimos, un bienestar con el que nos chantajean constantemente ante la idea de su pérdida. Esto provoca miedo, y desde el miedo es como pretenden controlarnos, o así se desprende del argumento expuesto por este contertulio. Así pues, miedo es la clave, un miedo que puede derivar al trauma, y que va encaminado a la manipulación y a la parálisis del individuo.

Cómo no, hablamos del Instituto Tavistock, del cual el mismísimo Freud fue mentor. Ellos, se piensa, son los progenitores del control mental moderno.

En el libro Fahrenheit 451 se desarrollaba y se anticipaba la dictadura de la televisión que hoy se sufre, de televisión como antónimo de libros y cultura dada la televisión realmente existente (no la que podría ser). De todas formas, el medio, la televisión, tiene algunas características técnicas que le hacen aparecer como totalitario, independientemente de los contenidos, pues quiere abarcar todo, toda la realidad de las personas. Además, como medio de entretenimiento, nos quiere hacer sentir cómodos ante la perspectiva de ser vigilados, ante la perspectiva de que controlan lo que vemos. Y no olvidemos que la televisión tiene la principal característica de relajar la mente, de anestesiarla: te ayuda a no pensar, te ayuda a ser lo que ellos quieran. La televisión, pues, como el más pernicioso de los inventos modernos, como la gran máquina de propaganda, como la gran dinamitadora de una sociedad sana y fuerte.

En el libro también se habla de unos automóviles que circulan a gran velocidad por la ciudad. Sin llegar a tanto, en las actuales ciudades sufrimos un tráfico y, sobre todo, una planificación para el tráfico automovilístico, que subordina la circulación de las personas a la circulación de vehículos, fraccionando la ciudad y debilitando las relaciones sociales. Y es que más que nunca hoy vemos cómo la individualización ha sido masificada. Las formas de relacionarse son distantes y sobre todo mercantiles. Posiblemente nos relacionemos más con el jefe de algún supermercado o de una joyería que con un familiar o un amigo. Tal vez sea exagerado, pues aún pueden verse cafeterías llenas, así como restaurantes, donde la gente se relacionan amistosamente, aunque quede bajo fondo el lujoso hecho de consumir. Además, esos coches rápidos simbolizan nuestra prisa constante, esa voluntad de inmediatez, de tenerlo todo al ya. Esa individualización está siendo agravada igualmente por un uso irresponsable de internet, que deja más que patente una nueva forma de relacionares, alejada del contacto cercano y amistoso.

Para concluir, uno de los contertulios citó los tres puntos para hacer posible la libertad, puntos expuestos en Fahrenheit 451:

- Calidad de información.
- Ocio para asimilar la información.
- Derecho a aprender.

Como veréis, de esos tres puntos rara vez se cumplen alguno, por mucho que nos vendan ciertos medios de comunicación que dan calidad de información.■