EVOLA SOBRE NIETZSCHE Y LO PAGANO

La experiencia nietzscheana aun no se encuentra agotada, en la medida en que ni siquiera ha comenzado todavía. Se encontrará ya seguramente agotada la caricatura estético-literaria de Nietzsche, condicionada por el tiempo, lo estará también la reducción biológico-naturalista de algunas partes de su enseñanza. Pero el valor que Nietzsche ha llevado heroicamente y con el precio de un sufrimiento sin nombre, a pesar de todo su ser que se sublevaba y cedía hasta que, sin un lamento, luego de haber dado todo, se derrumbó. Este valor que se encuentra más allá de su "filosofía", más allá de su humanidad, más allá de él mismo, idéntico a un significado cósmico, reflejo de una fuerza eónica —el hvarenô y el fuego terrible de las iniciaciones solares— este valor espera todavía ser comprendido y asumido por los contemporáneos. Ya en el mismo se encuentra la alarma, la apelación al disgusto, al despertar y a la gran lucha: aquella en la cual —tal como dijéramos— se decidirá el destino de Occidente: el de caer en un crepúsculo o el de encaminarse hacia una nueva aurora.

Liberando la doctrina de Nietzsche de su parte naturalista, reconociendo que el "superhombre" y la "voluntad de poder" sólo son verdaderas en tanto se las comprenda como valores suprabiológicos y, querríamos decir, sobrenaturales, entonces esta doctrina para muchos puede ser una vía a través de la cual se puede arribar al gran océano, al mundo de la universalidad solar de las grandes tradiciones nórdico-arias, desde cuya cumbre se impone el sentido de toda la miseria, de toda la irrelevancia y de toda la insignificancia de este mundo de encadenados y de poseídos.

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Los valores nórdico-paganos son valores trascendentes, que reciben su verdadero sentido sólo desde lo interno de aquella concepción completa antimoderna y antieuropea que, en sus rasgos esenciales, ya hemos delineado. Pero los mismos también podrían constituir unos principios éticos, aptos mientras tanto para formar una base para una nueva educación y para un nuevo estilo de vida, libres de la hipocresía, de la vida y de las alucinaciones de las generaciones últimas.

La experiencia pagana no es para nada una experiencia imposible y anacrónica desde cualquier punto de vista. ¿No sentimos acaso casi todos los días cómo el "paganismo" del mundo moderno es constatado y deplorado por los representantes de las religiones europeas? Este paganismo es en gran medida, es verdad, un paganismo imaginario: se trata de un mal en cuya raíz quien nos ha seguido hasta aquí sin dificultad puede reconocer a las fuerzas y a las condiciones que en su origen han alterado el mundo antiguo precristiano.

Julius EVOLA, Imperialismo Pagano. Ediciones Heracles, año 2001. Págs. 117-118. Traducción del italiano y estudio preliminar a cargo de Marcos Ghio.■