CARTAS DESDE IWO JIMA


Ya era hora de que llegara a mis manos esta gran película de Clint Eastwood. Después de ver Banderas de nuestros padres, la cara de la batalla de Iwo Jima, sentía cierta impaciencia por ver la cruz de dicha batalla, retratada en una película titulada Cartas desde Iwo Jima.

La comparación entre ambas películas se hace inevitable. Si bien el trasfondo humano cala hondo en Banderas de Nuestros Padres, no lo hace menos en Cartas desde Iwo Jima. Personalmente, la segunda me gusto más, porque posee un espíritu más fuerte. La película trasmite más, es mucho más dura, la insignificancia de cada hombre-soldado se hace más patente y cualquier gesto, por lo tanto, se eleva con mayor intensidad.

Los soldados japoneses se retratan como lo que fueron, hombres de honor, hombres capaces de hazañas heroicas, seres convencidos de llegar hasta las últimas consecuencias y de defender con su propia vida cada metro del campo de batalla. En ellos aún pervivía un espíritu de guerrero, cierta ley arcana de honor que hoy no entendemos, pero que llegó hasta los samurái y hasta los soldados japoneses del s.XX. El suicidio no es solamente una acción admirable entre ellos, sino una forma de morir por honor y por su propia libertad.

Pero también hay espacio para la piedad, incluso en algunos soldados se entrevé cierto gesto de animadversión por lo que hacen, cierto desagrado por lo que debiera ser su destino en el campo de batalla: LA VICTORIA O LA MUERTE.

No sé si se hace necesario comentar más sobre la película, creo que es mejor que la vean. El trasfondo humano es bello y grandilocuente, cada fotograma de la película una obra maestra. ■

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