DEBATES SOBRE EL UTILITARISMO CELEBRADOS POR LA ASOCIACIÓN FORO IDENTIDAD (RESÚMENES)


Como bien sabréis, el blog El Mundo de Daorino es un espacio vinculado a la Asociación Foro Identidad. Es por ello que creo mi deber hacer hincapié en la asociación y en su blog-web, http://www.foro-identidad.blogspot.com/. En fin, espero que os gusten estos resúmenes. Se tratan de dos debates del mes de abril que dieron muchos frutos y muchas respuestas, aunque también, como es natural, dio lugar a nuevas preguntas y a nuevas dudas.

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MIÉRCOLES 21 DE ABRIL DE 2007
El Utilitarismo. ¿La conducta correcta es aquella que produce nuestro propio bienestar y felicidad?

El utilitarismo no tiene su origen en la Edad Moderna, hemos de profundizar en sus raíces y llegar hasta lo más hondo, donde existe su sabia más antigua. Es así cómo nos encontramos con el hedonismo antiguo, aquel que se dividía entre Epicúreos y Cirenaicos. Los primeros eran llamados Hedonistas racionales pues contemplaban el placer en un equilibrio, aceptando, además, sólo los placeres naturales y necesarios y nunca aquellos que, aparte de no ser necesarios para la vida, exigen ser perseguidos activamente. Todo esto tiene mucho de sacrificio, pues la mesura sin caer en el vicio es una tarea muy complicada, y más para el hombre, un ser tan proclive a las adicciones. Sin embargo, los segundos, los cirenaicos, son llamados Hedonistas egoístas por el hecho de que “no importa el otro mientras se sacie el placer de uno mismo”. Por lo tanto, las escuelas creadas por Epicuro y Aristipo podrían ser los precursores del utilitarismo.

El utilitarismo es en sí mismo una filosofía pragmática donde lo útil es lo más importante y cuya moral puede sintetizarse en la siguiente frase: “la felicidad para el mayor número de personas”. De todo esto puede entreverse cómo ésta es una doctrina que ha hecho grandes aportes tanto al liberalismo económico, base filosófica del capitalismo, como a la propia democracia.

Según esta filosofía, la felicidad de las mayorías prevalece sobre las minorías. Es curioso cómo se hace hincapié en la felicidad y cómo diversos autores han defendido y establecido diferentes cánones o rangos de felicidad según la intensidad del placer, o por la utilidad, etc.

Después de esta introducción se habla de diversos temas relacionados con lo anterior; como de las contribuciones del utilitarismo en el plano de la justicia o en el plano científico, de cómo el suponer el medio como un fin puede ser desencadenante del absurdo o que todos los –ismos llevados a cabo siempre te llevan a posturas radicales. Pero lo realmente interesante se plantea con el siguiente tono: «Útil… ¿sinónimo de necesario? El hombre no puede renunciar a lo útil». No renunciar a lo útil es en este caso sinónimo de no renunciar a la materia y al tener, de ser prácticos y de conseguir que la vida sea más sencilla. El hombre, en definitiva, no puede renunciar al pragmatismo, porque, por ejemplo, siempre será mejor el camino recto que dar un rodeo: siempre se elegirá lo más fácil y cómodo. ¿Estamos entonces destinados a ser prácticos, es decir, podemos ser prácticos sin ser pragmáticos? Porque si basamos la vida en lo útil podemos desdeñar igualmente cosas no fructíferas, es decir, cosas que no producen beneficio, que no generan una plusvalía y que pueden ser muy importantes, más que ello, esenciales.

Kant llamaba a las doctrinas que buscaban la felicidad éticas materiales. Según este autor deberíamos centrarnos en el deber en lugar de en la felicidad como persecución de un objetivo, actuar por mor del deber sin dejarnos vencer por ninguna inclinación de las que afectan al cuerpo: comodidad, placeres, miedos, lujo, beneficios, etc. Lo cual expresaba Kant con la siguiente máxima (en una de sus tres formulaciones): “Actúa de tal manera que la norma de tu actuación pudiera convertirse en norma universal válida”. Por lo que el deber no es la felicidad sino que el deber es un deber en sí mismo. Esta idea de Kant choca drásticamente con las doctrinas hedonistas o el utilitarismo, tan tajantes en que la persecución de la felicidad y el rechazo a todo dolor y sacrificio son el fin.

Durante el debate se habla de que el bien justifica los medios, de maniqueísmo (puesto que el pragmatismo como moral puede no distinguir el bien del mal: lo que importa es el resultado), de que si todos fuéramos eruditos existiría una hipertrofia de los eruditos (lo cual no sería práctico: ¿se justificaría así cierto analfabetismo o incultura?).

Continuando el debate en la línea de que la felicidad de muchos frente a los menos es lo más importante, se plantea una pregunta muy seria: ¿qué es la felicidad?, la cual no encuentra respuesta y sí muchos titubeos. Posteriormente, uno de los contertulios interviene de forma tajante: LA FELICIDAD DE MUCHOS PUEDE SER LA RUINA DE TODOS. Un ejemplo: una situación ecológica como la actual en el mundo desarrollado (configurada en un contexto de cambio climático, que a su vez es provocado por el consumo desproporcionado y por una sociedad que basa su felicidad en el tener) llevada a un alcance mundial podría suponer un desastre sin precedentes, nuestra autodestrucción. ¿Y dónde está la solución? ¿En basar la felicidad en la idea epicúrea de la mesura o en la idea cirenaica del egoísmo, con lo que se justificaría por sí mismo tanto hambre y tanta guerra consentida y mantenida a conciencia y por intereses de los pocos que gobiernan a muchos? ¿Qué es lo más práctico?

¿Es útil satisfacer la felicidad de los muchos? Esa felicidad puede ser inducida por ciertos pocos mediante numerosas estrategias de persuasión y seducción, como la publicidad, de modo que la felicidad de los muchos se construiría según el criterio de estos pocos. «Si se piensa que a través de la supuesta felicidad de los muchos se va a conseguir la felicidad estamos en una tremenda equivocación».

Para terminar y siguiendo un poco la línea de lo que fueron los debates anteriores dedicados a Eric Fromm, se reitera que lo útil puede ser bueno para el ser: tener más conocimientos, etc. «Ser feliz sería, en consecuencia –dice uno de los contertulios-, ser conscientes, tener pretensiones equilibradas. En el epicureísmo se habla de felicidades naturales (alimentación sana y moderada, la amistad, la charla, el conocimiento…), las cuales pueden constituir una felicidad plena y que hoy en día, tal y como se mueve el mundo, podría ser la moral y la forma de actuar más práctica».■


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MIÉRCOLES 28 DE ABRIL DE 2007
El Utilitarismo. ¿La conducta correcta es aquella que produce nuestro propio bienestar y felicidad? (II)

En este nuevo debate sobre el utilitarismo hay que destacar que las miras se centran en la psicología del que podríamos denominar «Hombre Utilitario» o «El Hombre de la Utilidad». Creando un perfil y, en cierto modo, arquetipizando, estamos hablando de un ser-tipo que siente cierta superioridad y egocentrismo, ante un ser que cree fuertemente en su grado de desarrollo y que ve con claridad que el progreso reside en lo práctico, es decir, que se asienta en la base de lo útil y lo que no le da un beneficio es inútil. Es un ser que huye de la metafísica y que en cierto modo ve a nuestro ancestros y antepasados como seres ridículos; sin embargo, se siente orgulloso de su condición humana y se vanagloria de los grandes logros de su civilización. Denosta lo no-demostrable, es más empírico que racionalista y la razón es solamente una mecanismo cerrado de números y de reglas que se abarcan dentro de la economía y el derecho.

Englobando el mundo del pensamiento, nos acercamos a la filosofía de Hume. Siendo empirista, el filósofo, historiador y economista escocés rechaza toda metafísica por no ser demostrable sensitivamente. El empirismo, junto con el Hedonismo, puede que fueran dos fuentes de inspiración que darían lugar al pragmatismo utilitarista. Si bien ya abarcamos en el anterior resumen un amplio mosaico de ideas sobre el hedonismo, no llegamos a alcanzar cierta profundidad en la filosofía empírica, que resulta ser igual de importante o más. Mientras que en lo material o sensitivo (esta es la influencia del empirismo) existe la base de lo real para los utilitaristas, el hedonismo constituye la fracción moral del utilitarismo, cuya finalidad es la felicidad mediante el placer que proporcionan los objetos.

Abarcando otros pensadores, nos encontramos con Kant: «Actúa de tal manera que tu norma de actuación pueda convertirse en norma universal válida para todos» (no son palabras textuales de Kant aunque sí expresa la idea kantiana) ¿Convierte esa idea a Kant en un utilitarista? Ciertamente, parte de la base ideológica del utilitarismo se basa en “la felicidad para la mayoría”. Una idea individual convertida en Universal y ver los resultados para luego cotejarlos, viendo así a qué mayor número de personas satisface positivamente, podría sostener esa idea kantiana y derivarla hacia cierto utilitarismo. Aunque bien se sabe que un filósofo difícilmente puede ser sistemático cien por cien y catalogar a Kant como un pensador utilitarista no resultaría del todo acertado.

Se plantea el utilitarismo como un problema específicamente anglosajón por la importancia que estos países le han dado a lo útil, tal vez por la fuerte tradición industrializadora, siendo pioneros. «Hoy en día -se plantea en el debate- existe un imperialismo filosófico de la línea utilitarista que reduce al hombre a “cosa”». Esta tajante afirmación prosigue con un análisis psicológico consecuencial del propio espíritu utilitarista: «al conseguir que el hombre se sienta objeto estamos igualmente convirtiendo al ser humano en moda y en estética, lo que empuja a muchos a complejos y a depresiones, todo por culpa de no verse satisfechos con su propia imagen, no afín a los objetivos de esta sociedad utilitarista en la que vivimos. ¡Esta tendencia ha conseguido que el ser humano se odie a sí mismo!»

Como es habitual, siempre hay una parte del debate donde alguien rompe con una pregunta: ¿Qué es lo útil para cada persona? Con esta cuestión se piensa que el utilitarismo cae por su propia base pues nadie puede pensar por la mayoría, nadie puede saber qué es bueno para todos: es tremendamente difícil establecer cosas sin equivocarse.

Para finalizar, se hace cierta distinción entre pragmatismo y utilitarismo. Es difícil establecer qué es o no pragmático. Sin duda alguna, la filosofía utilitarista es pragmática, lo que no significa que todo pragmatismo sea utilitarismo. Cada cual establece lo que es útil para sí mismo. Es más, yéndonos a conjuntos de personas o a pueblos enteros, vemos cómo muchos de ellos, por no decir todos, eran pragmáticos: ¿no lo era Roma o Grecia... civilizaciones que daban tanta importancia a la metafísica como pensamiento como a sus conquistas, puesto que el pensamiento suponía igualmente grandeza para su Historia y sus vidas?.■