EL CUARTO OSCURO DE LA CULTURA


Parece ser que ha nacido un nuevo tipo de hombre, el lisonjero, un ser que se mueve bajo una base muy sólida, el pesebre. El pesebre es el cuarto oscuro de la cultura porque en ese lugar no existe nada claro, todo está recubierto con velos de secreto, con intrigas, con peloteo y a veces con largas filas de trenecito. Antes de nada, es necesario aclarar el significado de trenecito. Se trata del peloteo en grupo, en masa, una bestialidad indecorosa y poco saludable, típica de entidades o grupos de más de dos personas; son las temibles hordas de lisonjeros. He de aclarar que aquí solamente se pondrá de relieve a ciertos tipos de lisonjeros. Sus actos, al ser tan diversos, requerirán de varias sesiones de análisis.

Ya sea a nivel individual o colectivo, el peloteo o trenecito, estos seres se encargan de convertir su pseudocultura en un producto que vender en el ámbito público o privado. La autoridad pública ve en estos seres una forma de acercarse al pueblo, porque todo sea dicho, estos lisonjeros tienen algo especial, algo demagógico y absorbente en sus personalidades reptilianas. Son personas de sonrisa abierta y aparentan una sinceridad diáfana. Al carecer de la dignidad suficiente como para no rebajarse, no dudan en proferir halagosos panegíricos y alegres encomios a los intermediarios que les van a proveer del dinero que necesitan para seguir vendiendo su pseudocultura.

Por supuesto, hasta aquí hemos hablado del que se cree artista, del que se cree dueño de nuevas tradiciones poéticas, líricas o novelescas y que va mendigando a las instituciones. Obviamente, estas mismas características son ampliables al trenecito, es decir, a las hordas de lisonjeros que acuden al mecenas de la pseudocultura con cara de perro en masa o como moscas a los orificios traseros de una vaca.

También existe el lisonjero converso. Este es el más ingenuo y desprotegido, pero al final se convierte en el genuino lisonjero descrito arriba, y es que las propias instituciones son capaces de destruir a la cultura y a los cultos con sus cenas e inyecciones de dinero desproporcionado y mal gestionado otorgadas por doquier sin ningún criterio. Estos seres son aquellos que hacen su verdadera cultura y arte en sus comicios. Luego el Estado o las iniciativas privadas les contratan, digámoslo así, sintiendo estos lisonjeros tal apego por sus padrinos, aquellos que han hecho caso de su producto cultural, que no dudan en declarar su apego, obediencia y lealtad hacia políticos o empresarios, tan deseosos éstos de conquistar huecos dentro de la cultura. Esto no hace más que destruirla y atribuirle un hueco al poder que no le corresponde, pues una tradición cultural auténtica no existe para obedecer y callar, sino para cuestionar sin cadenas y en libertad.

Hoy en día existen muchos lisonjeros consagrados, pseudoartistas que conjugan su vida artística con la política, que ofrecen mítines y que se sientan junto con los líderes políticos de cualquier nivel. Pero esto no es más que un trato de favor, una forma de asegurarse apoyos, de que el poder apoye sus iniciativas, sus novelas… y qué mejor forma para ello que tumbarse en el pesebre, dejarse acariciar y a su vez halagar y acariciar a los padrinos para luego ganar los premios y vender los libros o el producto que sea.

Así que, nos guste o no, estamos ante una mafia, la mafia de la cultura, un coto cerrado donde pocos caben porque ya hay demasiados. Tengan cuidado con los lisonjeros, son astutos, imprevisibles, inteligentes y hacen oro de la paja. Venderían a su madre por conseguir una subvención.■

Enlaces de interés:
-¿QUÉ ES EL PESEBRISMO POLÍTICO-CULTURAL?
-REFLEXIONES ACERCA DEL PESEBRISMO POLÍTICO-CULTURAL
-REFLEXIONES INTRODUCTORIAS PARA UNA PSICOLOGÍA DE LOS LISONJEROS