EL VIEJO ESPÍRITU Y LA BATALLA DE FARSALIA (9 de agosto de 48 adC)


¿Qué era Roma? ¿Alguien lo sabe con una verdad certera? Todo lo que se habla del pasado son conjeturas e interpretaciones de eruditos, la verdad histórica siempre se escapa en la fugacidad del tiempo presente donde el acontecimiento tuvo lugar. Partiendo de estas palabras, igualmente digo que si generalizo en mis expresiones es para engrandecer una idea, eco me hago de las excepciones.

Entonces Roma no había llegado a su mayor esplendor, pero brillaba en el derroche de verborreas, traiciones y lujurias y en la agoniosa aptitud por el poder por parte de muchos. Así mismo, nos encontramos con un senado lleno de charlatanes que conspiran desde sus asientos, que tienen un poder de convocatoria terrible, capaces de reunir ejércitos. La lealtad entre políticos se compraba, ya fueran optimates o populares. La sociedad se dividía entre ciudadanos y esclavos, entre grupos sociales separados por la riqueza, los derechos y el prestigio; su economía era la guerra, las exportaciones e importaciones (como en toda economía), la cerámica, la metalurgia, etc., donde la imagen del mercader tenía gran peso, llegando a inmensas cotas de poder.

Pero ante todo en Roma pesaba el nombre, el mito, la casta, la leyenda forjada en cada hombre y en la heroicidad mucho más que ahora. Aún así, en un contexto donde la vida de unos parecía tener más valor que la de otros, que eran llamados escoria, pobres esclavos o plebeyos hechos a la tierra yerma, al polvo y la mendicidad, supongo que sus vidas eran más honorables que las nuestras por el hecho de que hoy en día no se protegen ciertos valores cívicos de respeto y honor, de lealtad y de amistad, que antes tenían un precio impagable y un castigo firme por incumplimiento. Antes, ser alguien tenía un valor, pero hoy en día no significamos nada porque carecemos de ciertos valores, de identidad, de un carácter y una ética propias. Digamos que la diferencia entre los hombres de ahora y de antes es la misma que existe entre dos vasos iguales, distintos por el hecho de que una contiene agua.

Pero si bien nuestra sociedad estúpidamente nihilista, centrada en una nada de ideas, en un vacío aviciado, que a mí me aperpleja, la sociedad romana poseía un vació menos hondo, más arraigado a deseos de querer ser libre, de querer servir, de querer ser feliz e incluso de hacer algo grande. En nuestra sociedad actual ni los dioses son respetables, todos viven en una modorra invencible. Antes podías enfrentarte a ellos y aún así había respeto entre rivales. Y eso es lo que debe honrar a griegos y a romanos y a cualquier otra cultura que compartiera ese principio de respeto, de respeto por el otro, hasta del enemigo. Eso dignificaba cualquier escenario, ya fuera en la batalla o en el senado, pues debajo del respeto se esconde cierta amistad, y entre romanos significaba desearle lo mejor al otro. ¿Acaso no era amistad que Marco Antonio honrara a su enemigo caído Bruto (el mismo que conspiró contra César junto con otros), declarándole el romano más noble por el hecho de que actuaba pensando que hacía lo mejor para Roma, y no por envidia?. Lo que vengo a valorar es ese espíritu romántico, esa tragedia que hacía de la historia casi una mitología paralela a la los dioses mismos, que se quedarían sorprendidos. Por eso digo que la vida de aquellos hombres significaba algo más que la de los hombres de ahora, a pesar de que la vida ha sido miserable en muchos aspectos en todas las épocas.

Pero vayamos a Farsalia, mucho ha llovido desde entonces pero allí se hizo historia, dando un giro total al destino de Roma, que de la República pasó al Imperio. Mucho miedo debían tener a Julio César para que Pompeyo, anteriormente amigo de César y amante de una de las mujeres de la familia Julia, huyera a Grecia para reunir a sus tropas, una vez que cruzaron las legiones cesarianas el Rubicón, llegadas de las Galias, victoriosas, convertidas en héroes por sus proezas en el campo de batalla y por su generosidad hacia el pueblo, que los aclamaban como salvadores.

La vida entre César y Pompeyo es un culebrón irresistible, junto con Craso formaron el primer triunvirato y los dos primeros eran grandes amigos. Pero el senado corrompió la mentalidad del magno Pompeyo, el mismo que acabó con la piratería en el Mediterráneo y que triunfó en las campañas de Hispania. Fue gracias al senado, con Cicerón, Catón y otros al frente, quienes convencieron a Pompeyo de la traición de César y del peligro que éste suponía para la República; pues César quería el poder, quería el liderazgo mundial para Roma, crear los cimientos de uno de los Imperios más grandes, gloriosos y trabajados de la historia. Tres años duró la Guerra Civil entre Pompeyo y Julio César. El primero abandonó Roma sin luchar, siendo perseguido por César, luego Pompeyo ganaba en número de hombres y el ratón perseguía al gato, hasta que llegaron a Farsalia, escenario final de la guerra y gloriosa batalla donde el nombre de César brilló como mil soles, cegando a Pompeyo y a la República.

César contaba con un número inferior de hombres y sin embargo venció a un ejército que les doblaba en número. Esa victoria en Farsalia, esa gloria de unos romanos contra otros romanos, supuso el fin de la República, la instauración de un nuevo orden y un alimento demasiado jugoso para el orgullo de un César que se pretendía un Dios.

En definitiva, Julio César es uno de los más grandes militares de la historia, tan inteligente en la batalla como en la política, aunque también demasiado confiado (por su endiosamiento), siendo negligente y poniendo su piel demasiado cerca de los traidores. Por otro lado, creo que la Historia ha sido injusta con Pompeyo. La deslegitimación de la República de Roma es de la misma índole que el fin de la Segunda República Española y el posterior reconocimiento mundial del caudillaje de Francisco Franco. Me parece un hombre sabio que se rodeo desgraciadamente de charlatanes, noviles con delirios de grandeza, más curtidos en la palabra que en la espada. Si Pompeyo hubiera vencido el genio habría sido él o hubieran mitificado la hipotética resistencia gloriosa de Julio César ante un ejército el doble de grande (como si fuera una especie de Leónidas menos glorioso). Lo que es cierto es que Pompeyo llevaba alejado de los campos de batalla mucho tiempo y que Julio César venía con la reciente victoria de las Galias y con ideas nuevas. Además, Julio César era el líder indiscutible y Pompeyo no, pues tenía que escuchar a esos hombres senatoriales que se creían demasiado listos, y cómo no, se fíaban más del número que de la calidad.■
Enlaces de interés:
http://www.historialago.com/leg_01250_tactica_farsalia_01.htm
http://es.wikipedia.org/wiki/Populares
http://es.wikipedia.org/wiki/Optimates
http://es.wikipedia.org/wiki/Marco_Junio_Bruto