1984 (PARTE IV)

Llegamos a la cuarta y definitiva parte de este análisis sobre la novela 1984. Mucho se puede hablar sobre las palabras de Orwell y poco se ha dicho en El Mundo de Daorino. Lo que he intentado construir es simplemente un análisis lo bastante decente para que el mensaje de Orwell llegue un poco más a la sociedad actual, y espero haberlo conseguido. Sin más, seguiremos ahondando en el miedo y en el odio, hasta encerrarnos en la habitación 101, donde diremos adiós a la claustrofóbica y asfixiante sociedad de 1984.■


VIII
1984, STALIN Y EL IMPERIALISMO

«La Historia empezó en el sesenta y tantos, en el período de las grandes purgas, en el cual los primitivos jefes de la Revolución fueron suprimidos de una sola vez. Hacia 1970 no quedaba ninguno de ellos, excepto el Gran Hermano. Todos los demás habían sido acusados de traidores y contrarrevolucionarios. Goldstein huyó y se escondió nadie sabe dónde» (1984. George Orwell. Ediciones Destino, Segunda Edición de Julio de 2001, pág.81)

Inevitablemente, este fragmento de la novela me sugiere la traición de Stalin a la simiente primogénita de la Revolución Rusa y del bolchevismo; primero a Marx como ideólogo del comunismo y a Lenin como camarada y como uno de los padres de la Revolución, aportando sus tesis a los postulados marxistas y ampliando su riqueza conceptual. Esta traición se expande a otros muchos, como a Trotsky.

Lenin desarrolló su idea de Imperialismo intentando explicar las causas de la Primera Guerra Mundial. Según éste, el Imperialismo es el paso siguiente del capitalismo, su evolución natural. Hoy en día se convierte más que en un presagio o interpretación a priori de la historia, es una realidad total que llamamos Globalización y que no es otra cosa que el Imperialismo económico, tutelado por los países occidentales y subvencionado con la guerra.

En 1984 uno de los objetivos de los tres bloques en contienda era la conquista del mundo, el control total y absoluto de cada gramo de tierra, agua y aire, así como la dominación de todo ser viviente. Por lo tanto, en 1984 el Imperialismo es un objetivo que se muestra sin tapujos y que a su vez va en contra de sus intereses, pues la total dominación conllevaría el final de toda beligerancia, lo que provocaría la sobreproducción y la puesta en peligro de la continuidad de la Jerarquía Social, la desigualdad, el miedo y el control absoluto. Hoy en día, la metáfora de Orwell también tiene sus ecos. El Imperio nos quiere infestar de odio y miedo, nos quiere dominar mediante suculentos productos, a la vez que nos agobia con supuestas crisis y con desinformaciones premeditadas. A su vez, vivimos en una sociedad cada vez más controlada, donde la violencia generada supone una excusa para el control social, lo que genera a su vez más inquietud, más miedo y más odio y menos libertades.■


IX
EL ODIO Y LA TORTURA Y
LA LIBERTAD ES LA ESCLAVITUD


Como ya hemos citado con anterioridad hasta la saciedad, la base de la sociedad de 1984 es el odio, lo que se atestigua con la siguientes palabras de la novela de Orwell:

«Las antiguas civilizaciones sostenían basarse en el amor o en la justicia. La nuestra se funda en el odio. En nuestro mundo no habrá más emociones que el miedo, la rabia, el triunfo y el autorebajamiento» (1984. George Orwell. Ediciones Destino, Segunda Edición de Julio de 2001, pág.261)

Por lo tanto, 1984 es una sociedad cruel, donde la humillación a uno mismo y la obediencia sin fisuras funcionan como las dos grandes virtudes que debe cultivar cada ciudadano. El odio hacia lo ajeno y a la vez el autoflagelamiento recuerdan a las fauces más negras de la Historia, donde el Hombre se sumergía en la miseria y en la humillación, a veces casi voluntaria, pues era la única forma de seguir viviendo o de vivir bien consigo mismo. Es terrorífica la visión que nos abre la novela, pues no solamente se coarta la libertad humana, sino su propia capacidad de ser un ser humano, arrancando de raíz las emociones más dignas y puras, más gratificantes y bellas que esconde el hombre.

Pero la crueldad de 1984 va más allá. A los que sufren un chispazo, un despertar, les espera un futuro mucho más humillante que la propia sumisión al Partido. Da igual por donde te muevas, por dónde y cómo te escondas o lo bien que finjas, pues la Policía del Pensamiento acabaría cogiendo a cualquier rebelde. A los que son hechos presa, a esos seres que se han rebelado con cualquier gesto de libertad, les espera una tortura que va más allá de lo desmedido. Es más que psicológica, va más allá de toda palabra. Resúmase así el suplicio al que son sometidos los herejes:

«-Dime –murmuró Winston-, ¿cuándo me matarán?
-A lo mejor tardan aún mucho tiempo- respondió O´Brien-. Eres un caso difícil. Pero no pierdas la esperanza. Todos se curan antes o después. Al final te mataremos»
(1984. George Orwell. Ediciones Destino, Segunda Edición de Julio de 2001, pág.267)

Primero te curan, luego te matan; de esa forma se resume la mayor de las crueldades. Si el sistema descubre que no comulgas con sus principios, que eres una ovejita descarriada, el Partido te humillará hasta llevarte por el buen carril. Imagínense a un dictador fascista torturado por un policía marxista y que el segundo acabara convenciendo al primero de que es comunista. Pero no es solamente convencerle de que lo diga, sino de que lo diga con fe de que lo es realmente. Eso va más allá de un rebajamiento, es la mayor de las torturas psicológicas, con lo que se demuestra que el odio y el miedo funcionan y que gobiernan más que las personas; es más, gobiernan a las personas, hacen que hinques la rodilla. Por ello, la única libertad es la esclavitud, es decir, es como ser libre para ser pobre, pues es lo único permitido, lo único que vale: la sumisión total.■


X
CONCLUSIÓN: LA HABITACIÓN 101



Orwell apela constantemente a la igualdad como única forma para mantener unas relaciones sociales estables y fructíferas, sin peleas ni disputas tediosas e innecesarias: «Donde hay libertad puede haber sensatez» (1984. George Orwell. Ediciones Destino, Segunda Edición de Julio de 2001, pág.214), nos dice; apela, igualmente, al sentido común. El sentido común es seguir la lógica de no hacer daño a tu semejante, de saberte igual que los demás (pues todos tenemos las mismas necesidades) y de convivir con armonía para llegar a una felicidad duradera y estable. «La mayor de las herejías era el sentido común» (1984. George Orwell. Ediciones Destino, Segunda Edición de Julio de 2001, pág.86), diría Orwell. Resulta increíble que una sociedad como 1984 pueda vivir ajeno al sentido común. El sentido común es la base Natural y primordial de la Ley, de toda Ley establecida por el hombre para hacer la sociedad más estable y que todo acto delictivo sea punible. Extrapolado todo esto al plano de nuestra realidad, nos damos cuenta de que el sentido común está encadenado, existe pero no reina, no es el motor de la Historia. El sentido común es la sensatez, y nos encontramos ante un mundo desigual, donde la felicidad se contabiliza en la cantidad de cosas inútiles acumuladas por cada uno. Parece, pues, que en la sociedad de 1984 todo va dirigido en contra del sentido común, desde la neolengua al doblepensar pasando por la guerra y...

Nuestra sociedad actual es una Habitación 101 de dimensiones globales, ¡¡nuestro planeta es la habitación 101!!. Allí te infligen el mayor de tus temores para dominarte, para que te arrodilles y pidas auxilio. Sientes tanto miedo que te aferras a tu peor enemigo para que te salve. Ese es el poder del miedo y ese es el secreto de Ingsoc. Al partido le da igual que le odies, lo que le importa realmente es tenerte atado, saberte desprotegido para que bebas de su mano. En nuestra realidad es lo mismo. El miedo al que nos someten es bestial, uno a veces piensa si es buena idea salir a la calle, pues parece que está llena de asesinos, de ladrones y de proxenetas. Pero el mayor de los miedos en la sociedad actual es la incertidumbre a la que nos someten, pues la estabilidad social no existe realmente, vivimos en un bienestar débil que parece poder derrumbarse en cualquier momento. Nuestra vida es la misma que la de un trapecista sobre su fina cuerda.

Al final de la lectura de 1984, me dije, un tanto frustrado y desalentado, pensando en la época que me ha tocado vivir: «¿Para qué sirve el poder?, ¿para qué tanto poder? En definitiva, ¿por qué el poder mismo de las cosas y sobre las cosas?, ¿por qué el afán de unos hombre por dominar a otros? Respuesta: porque así lo deciden tanto los que dominan como los que se dejan dominar y porque el instinto humano es cruel, territorial, celoso y destructor»

Y para concluir, que sirvan estas palabras de la novela 1984 para mayor desasosiego e incertidumbre, pues parece que al final el porqué de la obra de Ingsoc queda entre interrogantes, adornando una incógnita entre paréntesis que no puede despejarse:

«Pero hay una cuestión que hasta ahora hemos dejado a un lado. A saber: ¿por qué ha de ser evitada la igualdad humana? Suponiendo que la mecánica de este proceso haya quedado aquí claramente descrita, debemos preguntarnos: ¿cuál es el motivo de este enorme y minucioso esfuerzo planeado para congelar la historia de un determinado momento?

»Llegamos con esto al secreto central. Como hemos visto, la mística del Partido, y sobre todo del Partido Interior, depende del doblepensar. Pero a más profundidad aún, se halla el motivo original, el instinto nunca puesto en duda, el instinto que los llevó por primera vez a apoderarse de los mandos y que produjo el doblepensar, la Policía del Pensamiento, la guerra continua y todos los demás elementos que se han hecho necesarios para el sostenimiento del Poder. Este motivo consiste realmente en…»
(1984. George Orwell. Ediciones Destino, Segunda Edición de Julio de 2001, pág.210)■

Enlaces de interés:
-
1984 (PARTE I)
-
1984 (PARTE II)
-
1984 (PARTE III)