Hace ya bastante tiempo que llevaba pensando hablar sobre la película DOGVILLE, dirigida por Lars von Trier, primera película de la trilogía Estados Unidos: tierra de oportunidades, seguida por Manderlay (2005) y Wasington (2007). No se trata de una película corriente, es original, atrevida y con un mensaje claro que profundiza sobre la naturaleza humana y que no solamente es extensible a la sociedad norteamericana. Podemos decir que es un mensaje generalizado a la humanidad, un mensaje universal sobre la maldad y el egoísmo.
La puesta en escena resulta de lo más sencilla, casi podría decirse que se rodó con una tiza y una cámara; aunque eso si, llenada, por supuesto, con las interpretaciones de los diferentes personajes. En definitiva, la puesta en escena puede considerarse teatral, aunque el transcurso de la película es cinematográfico. Aún así, esa sensación de teatralidad no solamente se intuye en la puesta en escena, sino igualmente en la estructuración de la película.
Como conclusión tras lo dicho, hemos de tener claro ciertas cosas, la primera: no se trata de una película convencional; la segunda: el atrevimiento y la originalidad son su punto fuerte; y la tercera: estamos ante una película con un mensaje que va directamente hacia nosotros, como si Lars Von Trier nos dijera "mírate en el espejo, hombre, a ver si te ves a ti mismo sin carne ni huesos, sino como realmente eres: un perro".

Podría decirse muchas cosas más sobre la película, pero creo que con estas parrafadas condenso un poco todo lo que vi en DOGVILLE. Para terminar, y como conclusión, decir sin tapujos que vivimos en una mentira donde la verdad se oculta en un sin fin de coartadas, en una sociedad en la que deberíamos mirar con otros ojos a los perros y darnos cuenta de que no somos mejores que ellos, sino más perros si cabe. ■