CICLO "UNA TORMENTA DE LUCIDEZ" (PARTE III/VI): DIMISIÓN



Fotografía de Sergio Macías Gil
Fue en la sala de espera de un hospital; una vieja me contaba sus males… Las controversias de los hombres, los huracanes de la historia, naderías a sus ojos: sólo su mal reinaba en el espacio y en la duración. «No puedo comer, no puedo dormir, tengo miedo, debe haber pus», peroraba, acariciándose la mandíbula con más interés que si la suerte del mundo dependiese de ello. Este exceso de atención a sí misma por parte de una comadre decrépita me dejó en primer término indeciso entre el espanto y el desánimo; después, abandoné el hospital antes de que llegase mi vez, decidido a renunciar para siempre a mis dolores…

«Cincuenta y nueve segundos de cada uno de mis minutos, rumiaba a través de las calles, fueron dedicados al sufrimiento o a… la idea de sufrimiento. ¡Que no haya tenido una vocación de piedra! El corazón: origen de todos los suplicios… Aspiro a ser objeto… a la bendición de la materia y la opacidad. El ir y venir de un moscardón me parece una empresa apocalíptica. Es un pecado salir de sí mismo… ¡El viento, locura del aire! ¡La música, locura del silencio! Capitulando ante la vida, este mundo ha delinquido contra la nada… Dimito del movimiento y de mis sueños; ¡Ausencias! Tú serás mi única gloria… ¡Que el “deseo” sea por siempre tachado de los diccionarios y de las almas! Retrocedo ante la farsa vertiginosa de los mañanas que se suceden. Y aun guardando todavía algunas esperanzas, he perdido para siempre la facultad de esperar.»


Texto titulado Dimisión, extraído de Breviario de Podredumbre (Una Tormenta de Lucidez), de E. M. Cioran. Suma de letras, S.L., enero de 2001, págs. 68-69. Traducción de Fernando Savater.

¡El viento, locura del aire! ¡La música, locura del silencio!, nos dice Cioran; entonces la vida es locura de la Nada y el Hombre locura de la Vida... ¿Quién no ha querido ser un ente totalmente ausente alguna vez, un ser que nunca haya existido, que vague como mucho como una sombría imaginación en cualquier cerebro embuchado de materia gris?. No hay mayor sosiego que la Ausencia, acto supremo de vacuidad, exhortación irrevocable a la nada para que nos acoja... Los Orientales nos llevan cientos de años de ventaja en la consecución de la Ausencia, mientras ellos pensaban y meditaban los Occidentales aún intentaban darle utilidad a la rueda… ¡ja!... y que la exageración sirva como insulto a nuestra civilización, experta en la creación de paraísos artificiales y de pretextos para la vida que no llevan a ninguna parte. Visto lo presente, analizando el sistema y siendo consciente de las miles de fuerzas que ejercen su poder sobre nuestras cabezas y que no podemos controlar… ¡lo mejor es quedarse quieto! ¡La Vida contemplativa es mucho más honorable que levantar moles de cemento!

Pues somos locura de la Vida. Visto así, creo que la locura va a dejar de ser para mí pequeños arrebatos de genialidad… O tal vez Cioran se refiera a lo Demencial (y se trate por lo tanto de un fallo de traducción, jeje), catalogando nuestra existencia de Locura por un mero arrebato de amabilidad… Pero no creo que sea así, Cioran no era de los que se censuraban. Pero que nuestra naturaleza fuera de origen demencial explicaría sobreexplícitamente nuestro Hacer y nuestra aptitud.

El Hombre, animal bípedo o mono evolucionado de las cavernas, muestra siempre su desprecio por el sufrimiento, pero vuelve a su seno de forma casi programática; es como si estuviéramos avocados a hacerle culto. ¡Que no haya tenido una vocación de piedra! , dice Cioran… y me imagino a todos con esa vocación, a todos inmóviles, inoperantes, mudos, sordos, insensibles… ¡qué gran favor a la Vida! ¡Qué cimientos más sólidos para la construcción de una Ausencia Eterna! ¡No más daño, no más sufrimiento, no más absurdo!. Y es que si no os convencéis de que somos partidarios del sufrimiento, podéis ver grandes ejemplos en el cristianismo, haciendo culto al mártir, bebiendo su sangre y su cuerpo, haciendo apología de su sufrimiento y de su Pasión. Vivimos, en definitiva, del sufrimiento ajeno, de la sangre que emana a borbotones de millones de conflictos diarios. Somos la Humanidad del Martirio, un ejército de almas que gritan no a las Ausencias, NO DIMISIÓN. ■