CRÍTICA A Y AFIRMACIÓN DE LO REAL: Conociendo a Nietzsche


(…) si Nietzsche es, en primera instancia, afirmador y, en segunda, crítico, ¿cómo armoniza lo segundo con lo primero? ¿En qué medida la empresa crítica llevada a cabo por Nietzsche es compatible con el principio nietzscheano de aprobación incondicional de lo real, con la confesión muchas veces repetida de no acusar jamás ni a nada ni a nadie, ni siquiera a los acusadores, como dice en concreto el aforismo 276 de La Gaya Ciencia? La solución de esta aparente paradoja reside en una distinción entre dos sentidos cercanos pero diferentes de la noción de “crítica”. Criticar significa hoy ante todo poner en duda, contestar, atacar, acusar; en este sentido, Nietzsche no es crítico en absoluto. Pero criticar significa también, y en primer lugar, según la etimología griega y latina del término (Krinô, krittikos, cernere), observar, discernir, distinguir. En este primer sentido, que excluye toda idea de lucha y de combate (“demasiado bien educado para luchar”, decía Nietzsche de sí mismo), Nietzsche es crítico: observador despiadado, pero sin ninguna mala intención, o sea, sin otra intención que la que consiste en ver y en comprender, y de manera accesoria en hacer ver y hacer comprender. (…)

Clément Rosset. La Fuerza Mayor, Notas sobre Nietzsche y Cioran. Acuarela Editorial, año 2000, pág. 95. Traducción de Rafael del Hierro.


La afirmación de lo real en sentido nietzscheano es asumir todo lo que ocurre y todo lo que vemos, todo lo que constituye toda materia (viva o inerte), como expresión propia e inevitable de la vida. Parece un conformismo, pero no lo es: es como asimilar que nos llamamos de tal manera o que somos bajos o altos; no es un conformismo con lo que acontece (pues todo acontecimiento está sujeto a una valoración moral y ética), sino de un asimilacionismo de la realidad para bien o para mal, una realidad que es así porque sí. La vida es irreductiblemente de una forma y cuanto antes asumamos tal situación nos hallaremos en la vida con la cabeza más alta y con una mayor consciencia percibiremos la realidad, de forma que nos podremos defender mejor: es como prepararse para la guerra, la Gran Batalla de la Vida. Y de toda esta percepción de lo real podemos deducir el objetivo mismo de toda la crítica de Nietzsche, que descarta todo tipo de pugilato o de careo, pues todo combate o confrontación constituyen una negación de lo real; así que toda acción activa debería consistir en “observar”, en “discernir” y en “distinguir” con la idea de conocer la realidad en lugar de negarla. Así, toda la crítica de Nietzsche se presenta como una gran labor detectivesca cuyo objetivo es “hacer comprender”, “hacer más consciente o visible lo verdadero”: las cosas pueden cambiarse en medida en que se conocen. En definitiva, Nietzsche no “duda” porque ve la vida con claridad y no “contesta” porque la vida habla por sí sola: él solo mira, observa y escribe, es el auténtico terror de lo aparente.

Si se vislumbra conformismo es por pura incomprensión o por un simple malentendido semántico o contextual. Todo espíritu de crítica, sea de la calaña que sea, es de por sí una postura inconformista y transformadora. Toda la labor de Nietzsche ha radicado en la consecución de la verdad y en el esclarecimiento de las concepciones de la vida para desvelar toda la falsedad en la que hemos vivido y en la que aún vivimos. Y aún así Nietzsche no niega toda voluntad negadora, ni lo falso ni la mentira, pues forman parte de lo real, pero de la misma forma que la alegría yace como superación de la desdicha, lo real y lo verdadero son superación de lo falso y de la mentira. Definitivamente, la labor de Nietzsche supone un camino hacia la verdad, una verdad que aspira a ser absoluta en lo real: el espíritu de Nietzsche no deja de ser en todo momento Voluntad de Poder, una Voluntad transformadora.

Quisiera hacer cierta matización sobre la antítesis conformismo-asimilacionismo que he dado a entender y que creo existe. El conformismo consiste en dejarse llevar por y adaptarse a la realidad tal como se presenta, por lo que si se muestra verdadera o falsa da igual, el individuo la acatará sin contestación. Sin embargo, el asimilacionismo es comprender la realidad, tanto en lo falso como en lo verdadero. Y esto último tiene mucho de transformación, pues a mayor asimilación mayor espíritu de crítica podrá tenerse; ¡y qué gran arma transformadora y de transvaloración!, ¡qué gran arma frente a los censuradores y eliminadores de toda crítica feroz, siempre empeñados en que no pensemos, en que no veamos, en que no les veamos a ellos!

Para concluir, hacer especial hincapié en que la crítica de Nietzsche no es apta para el combate ni para la lucha, su forma de crítica es demasiado sutil, demasiado peligrosa como para constituir un arma idóneo para una guerra convencional. La violencia es producto de pasiones cegadoras que enturbian la razón, por lo que debe eliminarse para que toda crítica sea veraz e imparcial. Alguien con una pistola podrá matarnos de un tiro pero qué vergüenza pasará después cuando se vea desnudo (y quién sabe si opta por la bala por haber sido desnudado antes), esclarecido, desenmascarado por una crítica feroz, cuando escuche los resoplidos y las rugientes onomatopeyas de un león, dentro de las fauces de la verdad.■

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de lo «VERDADERO», lo «APARENTE» y lo «REAL»