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La clase trabajadora nativa española es la auténtica víctima de la inmigración

Observamos día a día como el inmigracionismo es una ideología sostenida por diversos actores sociales. No sólo es la filosofía común a todos los partidos sistémicos y a todos los lobbies inmigracionistas, cuyo inmigracionismo y exaltación general del inmigrante es, obviamente, razón sine qua non de su existencia y recurso privilegiado de generosa financiación pública. También es la ideología del poder empresarial.

Existen una serie de razones económicas para que esto sea así. Como es de sobra conocido, en este sistema capitalista, basado en la explotación y en la usura, el beneficio empresarial, la plusvalía, es el vector que explica el comportamiento empresarial. Y la inmigración masiva es un factor que influye directamente en este beneficio empresarial, siempre en sentido favorable. Veamos esto.

En un primer nivel de análisis, en cualquier país europeo que sufra un proceso de inmigración masiva, España por ejemplo, al incrementarse aceleradamente el número total de trabajadores disponibles, los salarios tienden a descender. Es una ley económica sobradamente demostrada (1). Al haber más trabajadores para cada puesto de trabajo, las exigencias salariales (y de otro tipo) de éstos decrecen. En un segundo nivel, tenemos que, dado que los inmigrantes están acostumbrados a un nivel de salarios netamente inferior al existente en nuestro país, aceptarán de buena gana salarios que desde la perspectiva del trabajador nacional son bajos. Estos trabajadores nativos, a su vez, y por esta causa, si quieren trabajar se verán obligados a aceptar unos salarios más bajos de los habituales en el país. También juega en contra del trabajador nativo la habitual ausencia de cultura obrera y organizativa en los trabajadores inmigrantes. De la bajada de salarios sólo se beneficiará el empresariado, con incremento de la rentabilidad de sus empresas y, consiguientemente, de sus beneficios. Los puestos de trabajo que una mayor inversión empresarial, producto de esta mayor rentabilidad, pueda generar, tan sólo alimentarán, presumiblemente, el ciclo descrito. Además, estos puestos de trabajo serán de mala calidad, precarios. Y aquí tenemos una primera y sencilla explicación del inmigracionismo empresarial. Como contrapartida al citado incremento de la inversión y del empleo que los menores salarios pueden producir, hay que tener en cuenta también las cuantiosas remesas que los inmigrantes envían al extranjero y que suponen una pérdida neta de recursos para España, recursos que si se quedaran aquí incrementarían el consumo, la inversión y el empleo.

Un dato de no pequeña importancia en el análisis es el hecho de que la mayoría de inmigrantes que recibe España son trabajadores no cualificados. Luego la más brutal competencia laboral con el trabajador nativo va a tener lugar precisamente en este estrato del mercado de trabajo. Serán los trabajadores nativos menos cualificados los que más sufrirán la inmigración, si bien, a la larga, la competencia y la consiguiente bajada de salarios para los trabajadores nativos tienden a extenderse a todos los niveles de cualificación y salarios. También sufrirá la competitividad, si tenemos en cuenta la escasa cualificación de los inmigrantes respecto a los nativos incluso en relación a puestos de trabajo de poca cualificación per se. Si incorporamos otro elemento al análisis, como es el hecho de que recientemente en España la producción se ha centrado en los sectores de la construcción y la hostelería, muy sometidos a los flujos y ciclos económicos y con una evolución caracterizada por un fuerte carácter coyuntural, tenemos que el proceso de inmigración masiva sólo puede complicar más las cosas y alimentar crisis económicas y sociales y la inestabilidad.

Pero la presencia masiva de inmigrantes supone un grave perjuicio para el trabajador nativo también por razones distintas al desplome de salarios. Es sabido que la clase trabajadora es la que mantiene casi en exclusiva el estado del bienestar, del que se beneficia la sociedad en su conjunto. Triquiñuelas, resquicios y argucias legales deja el legislador por todos los sitios para que el empresario y toda una pléyade de técnicos a su servicio logren burlar a la fiscalidad. El trabajador está pagando en la práctica todas aquellas prestaciones que el estado proporciona al conjunto del país. Ahora le toca, no sólo mantener por partida doble (es decir, vía plusvalías y vía estado del bienestar) al empresariado y afines, sino también a todo un amplio conjunto de inmigrantes que está en la economía sumergida, o incluso al margen de toda actividad económica, no cotizando ni aportando nada al estado, pero beneficiándose grandemente de lo que éste ofrece. De esta manera, muchos inmigrantes no sólo toman de aquello sobre lo que no han cotizado ni aportado nada, sino que privan de estos escasos recursos a los estratos más desfavorecidos de la clase trabajadora nativa española.


(1) A estas alturas es algo aceptado en la ciencia económica que la afluencia de inmigrantes tiene el efecto de abaratar la mano de obra dado el aumento en la oferta del factor fuerza de trabajo y el consiguiente descenso de su precio, el salario. Esta merma salarial afecta especialmente a los trabajadores menos cualificados. Puede consultarse al respecto la obra de los teóricos del Mercado Dual Peter B. Doeringer y Michael J. Piore, Mercados internos de trabajo y análisis laboral. Ministerio de Trabajo y Asuntos Sociales, Madrid, 1985. También para una perspectiva desde las tesis de la teoría del Mercado de Trabajo el estudio de Michael Todaro, El desarrollo económico del Tercer Mundo. Alianza Editorial, Madrid, 1988. Son escasos los materiales publicados que hacen referencia al caso español, lo cual hace más valioso el trabajo de José Vicéns Otero, Impacto económico de la inmigración sobre el mercado laboral. Una revisión. UAM, Madrid, 2003.

"Sobre Epicuro" PARTE (PARTE III/III)

CICLO
"Sobre Epicuro" PARTE (PARTE III/III)
Epicuro, ¿soluciones para cansados?

Que el sistema de Epicuro está destinado a solucionar los problemas existenciales del griego de su tiempo está fuera de toda duda. Todo en él se dirige a este fin. Éste es el motivo del desarrollo de la llamada canónica, una gnoseología o teoría del conocimiento. También de sus exposiciones acerca de física, astronomía y meteorología. El conocimiento del universo en Epicuro queda únicamente justificado por la utilidad que pueda tener en orden a fortalecer al hombre anímicamente (1). Es este objetivo, igualmente, el porqué de la elaboración que hace de ciertas nociones éticas.

Pero ¿cuáles son estos problemas y qué soluciones aporta? El griego de la época de Epicuro vive una forma de vacío existencial que se traduce en una cierta sensación de alejamiento por parte de sus dioses. Igualmente, experimenta una frustración en el desarrollo de su conocida vocación política, ante la decadencia de la ciudad-estado, la polis, y el auge de la monarquía macedónica. En ambos casos, Epicuro propone una especie de abstención humana. En el primero, reafirmando ese alejamiento y enseñando que los dioses viven en un interés ajeno a la realidad humana (2). En el segundo, proponiendo un alejamiento del hombre de la práctica de la política (3).

Y ello, ¿para qué? Para lograr la seguridad, que es el mejor garante de un estado de imperturbabilidad, considerado el medio de lograr la felicidad, objetivo último del hombre según Epicuro (4). El fin de todo conocimiento es, para Epicuro, el medio de conseguir cierto nivel de seguridad y, con ello, la ansiada imperturbabilidad. La consecución de la seguridad es prioritaria para Epicuro (5). Ante los problemas que el griego de su tiempo tiene delante, la opción de Epicuro es un radical alejamiento de estos problemas y del mundo (6). No es, por el contrario, afrontarlos y tratar de conformar una realidad más acorde con la voluntad. La voluntad sólo hace acto de presencia aquí para protagonizar una retirada. Hecho que está en consonancia con la valoración que hace Epicuro de la amistad, valorada ante todo como elemento que proporciona seguridad (7). La búsqueda de la seguridad es la razón principal para no romper pactos suscritos: en caso de faltar al mismo nunca se podría tener certeza de no ser descubierto. El cumplir la palabra dada pasa a un segundo plano comparado con la zozobra que causa el hecho de no estar nunca seguro de que no se descubrirá la falta, descubrimiento que ocasionaría falta de seguridad (8). El pasar o no pasar desapercibido, el provocarse o no provocarse inseguridad, es algo que está por encima de la justicia (9).

Esta ansia de seguridad, de imperturbabilidad, de tranquilidad, este horror a los sobresaltos, esta subordinación de la amistad y de la justicia al logro de la seguridad, la proposición del aislamiento humano y del abandono voluntario de la política, esta retirada de la voluntad, todo, todo esto nos habla de un sistema filosófico y de unas soluciones destinadas a hombres muy cansados. ■


(1) En Epístola a Heródoto, epígrafe 83, se dice: “de manera tal que estas razones (han sido recogidas, en mi opinión, con cuidada precisión) [referidas a las doctrinas explicativas de la naturaleza del universo, a su física] pudieran ser capaces, aunque uno no llegue a todo el conjunto de precisiones pormenorizadas, de que este uno consiga una fortaleza incomparable en relación con las demás personas”. Obras completas. Epicuro. Cátedra, Madrid, 2007, pág. 72.

(2) Esto referido a la realidad puramente física o astronómica, como puede comprobarse en Epístola a Pítocles, epígrafe 97, donde sostiene que “la asignación a cada cuerpo celeste de la órbita correspondiente debe ser interpretada exactamente igual que ocurre en la tierra con cualquier otra cosa. Y los seres divinos no deben ser relacionados en modo alguno con estas funciones, sino que deben ser mantenidos libres de estos menesteres y en toda felicidad”. Epicuro. Op.cit., pág. 78. Pero también aludiendo a los asuntos cotidianos del hombre. Así, en Sentencias Vaticanas, epígrafe 65, puede leerse: “es estúpido pedir a los dioses las cosas que uno no es capaz de procurarse a sí mismo”. Epicuro. Op.cit., pág. 104.

(3) En Sentencias Vaticanas, epígrafe 58, dice significativamente: “hay que liberarse de la cárcel de la rutina y de la política”. Epicuro. Op.cit., pág. 103.

(4) Así, en Epístola de Epicuro a Pítocles, epígrafe 84, sostiene que “hay que pensar que el fin del conocimiento de los cuerpos celestes, explicados bien en conexión con otros cuerpos o bien en sí mismos, no es ningún otro sino la imperturbabilidad y una seguridad firme, justamente como es el fin del conocimiento relativo a las demás cosas”. Epicuro. Op.cit., pág. 73. Este deseo de tranquilidad viene corroborado por la gráfica afirmación, también en el mismo epígrafe de la misma epístola, de que “nuestra vida no tiene necesidad ya de irracionalidad y vana presunción sino de que vivamos sin sobresaltos”. Epicuro. Op.cit., pág. 74.

(5) En Máximas Capitales, epígrafe VI, afirma que “es un bien conforme a la Naturaleza poner todo interés por conseguir seguridad frente a las personas por los medios que uno sea capaz de procurarse ese objetivo”. Epicuro. Op.cit., pág. 93.

(6) En Máximas Capitales, epígrafe XIV, es claro: “la solución más sencilla para lograr la seguridad frente a los hombres, que hasta cierto punto depende de una capacidad eliminatoria, es la seguridad que proporciona la tranquilidad y aislamiento del mundo”. Epicuro. Op.cit., pág. 94.

(7) De esta manera, en Máximas Capitales, epígrafe XXVII, dice que “de todos los medios de los que se arma la sabiduría para alcanzar la dicha en la vida el más importante con mucho es el tesoro de la amistad”. Epicuro. Op.cit., pág. 96. Igualmente, en Sentencias Vaticanas, epígrafe 23: “toda amistad es por sí misma deseable, pero recibe su razón de ser de la necesidad de ayuda”. Epicuro. Op.cit., pág. 100.

(8) En Máximas Capitales, epígrafe XXXV, se afirma: “el que de una manera secreta infringe algo respecto a lo que tomaron el acuerdo entre sí de no perjudicar ni ser perjudicado no es cosa de que crea que pasará desapercibido, ni aunque de momento pase desapercibido diez mil veces. Pues hasta el final no se sabe si logrará pasar desapercibido indefinidamente”. Epicuro. Op.cit., pág. 97. Se insiste en lo mismo en Sentencias Vaticanas, epígrafe 7: “es fácil pasar desapercibido cuando se comete una injusticia, e imposible de conseguir seguridad de pasar desapercibido”. Epicuro. Op.cit., pág. 99.

(9) Nuevamente en Máximas Capitales, epígrafe XXXIV, se dice que “la injusticia no es cosa mala en sí misma sino sólo por el miedo que provoca por la sospecha de si no pasará desapercibida a los jueces encargados de ese cometido”. Epicuro. Op.cit., pág. 97. Igualmente, existe un fragmento cuyo propio lugar se ignora que dice: “el fruto mayor de la justicia es la imperturbabilidad”. Epicuro. Op.cit., pág. 119.

"Sobre Epicuro" PARTE (PARTE II/III)

CICLO
"Sobre Epicuro" PARTE (PARTE II/III)
La hiper-moralización de Epicuro por muchos de sus intérpretes

Vemos como muchos de los intérpretes de Epicuro hiper-moralizan su sistema y sus enseñanzas, centrando la discusión sobre Epicuro en el problema del placer. Durante mucho tiempo ha sido condenado el epicureísmo como supuestamente hedonista. En un momento posterior se ha querido exculparlo, insistiendo en que nuestro autor propone, realmente, una moderación en los placeres, algo que una lectura atenta de las obras que han quedado descubre sin lugar a demasiada discusión.

Pero, ¿por qué centrar el estudio de Epicuro precisamente en sus propuestas sobre el placer? Esto es algo que no tiene justificación si hacemos caso a su obra, tanto a la conservada como a aquella conocida por referencias de los antiguos, especialmente de Diógenes Laercio (1). Respecto a esta última, la obra no conservada, voluminosa hasta alcanzar los 300 libros, se caracteriza ante todo por tratar gran variedad de temas, siendo, al parecer, su principal trabajo el que dedica a la física, que consta de 37 libros. Muchos otros asuntos son estudiados: la justicia, el amor, los dioses, etc. El problema del placer no es algo central en su obra.

Una revisión cuantitativa de la obra conservada tampoco nos explica el porqué de la fijación de muchos de los intérpretes y estudiosos de Epicuro por la cuestión del placer. Por un lado, disponemos de tres epístolas. La Epístola a Heródoto, la más amplia, consta de 24 páginas (2) y está dedicada a la exposición de su teoría del conocimiento (canónica) y de su teoría atómica (tomada de Demócrito). La Epístola a Pítocles consta de 14 páginas en la edición que manejo y trata de astronomía y meteorología. La Epístola a Meneceo, la más breve (consta de 6 páginas) estudia cuestiones éticas. Ahí se desarrolla la teoría del placer de Epicuro, pero no sólo eso, pues también trata del asunto de la justicia. Tenemos, además, las llamadas Máximas Capitales, 6 páginas donde se habla de diversas cuestiones, centradas sobre todo en el plano ético, y las Sentencias Vaticanas, que se extienden durante 7 páginas con una temática, hasta cierto punto, similar a la de las Máximas Capitales.

Cualitativamente, la obra conservada tampoco nos lleva a situar el problema del placer en el centro de la filosofía epicúrea. La preocupación principal de Epicuro es el logro de la felicidad, que considera el fin natural del hombre. Cree que este objetivo se consigue mediante la imperturbabilidad de alma, algo que llega con la seguridad. A partir de estas premisas básicas desarrolla todo su sistema filosófico, en el que el conocimiento tiene sentido como medio de alcanzar la felicidad. La teoría del placer de Epicuro es un elemento más de los analizados en orden a alcanzar esta felicidad. ■

(1) Vidas y opiniones de los filósofos ilustres. Diógenes Laercio. Alianza, Madrid, 2008, págs. 511-571.
(2) En lo referente a la obra conservada utilizo el libro que sigue: Obras completas. Epicuro. Cátedra, Madrid, 2007

"Sobre Epicuro" PARTE (PARTE I/III)

CICLO
"Sobre Epicuro" PARTE (PARTE I/III)
El tiempo de Epicuro y nuestro tiempo

Es interesante advertir los paralelismos existentes entre la época de Epicuro y del desarrollo de su escuela y la época nuestra. Salvando las distancias, que son muchas, Epicuro vive en la llamada época helenística. Se caracteriza este momento por la decadencia de la polis, de la ciudad-estado griega, y por el sometimiento de toda la Hélade a la monarquía macedónica. Es un tiempo de decadencia de la política y del concepto de ciudadanía tal y como lo entendían aquellos griegos. Puede establecerse cierto paralelismo con la situación actual: decadencia del estado-nación, sustituido cada vez más por entidades supra-estatales que sustraen parte de los poderes estatales, a la vez que los alejan de la deliberación y voluntad popular. Tal decadencia del estado-nación y de lo político viene acompañada por una pujanza de lo económico, que ha devenido en instancia decisiva de todo. Obviamente, el concepto de ciudadanía existente en la época actual se ha ido devaluando, hasta quedar en algo casi vacío. Al ciudadano va sustituyéndolo progresivamente el consumidor. Esto por lo que respecta al plano económico y político.

En lo que se refiere al aspecto espiritual y religioso del hombre, la época de Epicuro se caracteriza por un hondo sentimiento humano de haber sido abandonado por parte de los dioses. El optimismo griego ha desaparecido y el hombre siente que sus dioses se han alejado de él. En el momento actual vivimos una época de ateísmo y agnosticismo consecuencia del desarrollo del cristianismo. La religión que, en función de su ontología dualista (separación radical entre el ser increado y el ser creado), desacralizó el mundo, ha generado así la extraña creencia moderna que sostiene que Dios o los dioses no existen. Ya no es sensación de alejamiento, de abandono, como en tiempos de Epicuro, sino algo más radical. La crisis religiosa que vive nuestra civilización no tiene precedentes y el hombre está, como poco y siendo optimistas, desorientado.■

COMENTARIO A LA FUERZA MAYOR, DE CLÉMENT ROSSET

Nadie mejor que un inactual para interpretar a otro inactual. Pero Clément Rosset, aún siendo su filosofía claramente tributaria del pensamiento nietzscheano, es mucho más que un intérprete de Nietzsche. Haciendo una lectura novedosa, poco usual incluso entre los mejores estudiosos del filósofo alemán, sitúa la alegría en el centro del pensamiento de éste último, en menoscabo, explícitamente reconocido por Rosset, de asuntos considerados tradicionalmente centrales en la filosofía nietzscheana: el superhombre, el eterno retorno, la voluntad de poder…Alegría totalitaria, pero tan sólo en el sentido de que o es, o no es. No de ningún otro modo, pues no tiene necesidad alguna de hacer participar al otro de ella para poder ser. Muy diferente, por tanto, de la falsa alegría de la sociedad hedonista actual, que sólo lo es, lo pretende ser, en cuanto creencia y actitud impuesta, signo adicional de su carácter aparente. Alegría inexplicable (inalcanzable a cualquier objeción, irrefutable por la razón, como la feminidad, nos explica el francés, inasequible éste al embuste feminista) que Rosset identifica con el amor fati del Nietzsche de La gaya ciencia, principalmente. Alegría de la que la aceptación del principio del eterno retorno es la prueba más certera de existencia. Alegría paradójica, pues permanece consciente e indiferente a las desdichas de la existencia. Tan importante es la alegría, la beatitud, que es esta cualidad la única que autorizaría el completo saber, dado que le está permitido conocer sin daño alguno. Se erige por tanto en suprema condición epistemológica, más aún gnoseológica. Es interesante recordar que el libro que Nietzsche dedica específicamente al conocimiento y el saber, es el citado, La gaya ciencia.Alegría frente a la cual algunos levantan la esperanza. Pero Nietzsche enseña que el saber esperar en grado sumo es un valor plebeyo por excelencia. ¿Y qué es la esperanza sino esa capacidad para esperar lo improbable, lo inesperado, lo inesperable? Entiendo aquí esperanza también como inacción, como falta de voluntad, como debilidad, para intervenir realmente en la realidad. En esta obra nos encontramos, en definitiva, con una interpretación novedosa de Nietzsche y con unos desarrollos posteriores del concepto de alegría, de beatitud, que a nadie deberían dejar indiferente. ■

La fuerza mayor. Notas sobre Nietzsche y Cioran. Clément Rosset. Acuarela, Madrid, 2000

GEERT WILDERS O UNA FORMA INCORRECTA DE DEFENDER EUROPA

(Comentario a partir del discurso de Geert Wilders, diputado holandés y líder del Partido para la Libertad de los Países Bajos, en Four Seasons, Nueva York, el 25 de septiembre de 2008, y reproducido por el diario Minuto Digital en http://www.minutodigital.com/actualidad2/2008/10/13/geert-wilders-israel-es-nuestra-primera-linea-de-defensa/. Todas las citas corresponden a este discurso).

A Geert Wilders hay que reconocerle la valentía, pero esta gran virtud debe ir acompañada de otras para que los europeos alcancemos la victoria en el desafío que se nos ha planteado por parte de enemigos poderosos y, sobre todo, más conscientes y organizados que nosotros. El discurso de Geert Wilders, que prefigura una estrategia y una táctica, adolece de errores importantes, hasta el punto de llegar a confundir, en ocasiones, las causas de la decadencia europea y de aquello que nos amenaza, con las posibles respuestas ante ella.
El asimilacionismo es una falsa solución para afrontar la inmigración masiva. Y Wilders lo plantea como solución posible, al menos para inmigrantes no musulmanes.

"Un total de cincuenta y cuatro millones de musulmanes viven ahora en Europa. La Universidad de San Diego recientemente calculó que un asombroso 25 por ciento de la población en Europa será musulmana dentro de 12 años a partir de ahora. Bernhard Lewis ha pronosticado una mayoría musulmana a finales de este siglo.
Ahora estos son sólo números. Y los números no serían una amenaza si los inmigrantes musulmanes tuvieran un fuerte deseo de integrarse"
.

Esto es falso. Si se integraran los musulmanes, el problema seguiría ahí, quizás agravado por un mayor mestizaje. La presencia permanente de estas masas inmigrantes en suelo europeo supone una alteración de hecho del sustrato biológico europeo, y este sustrato biológico forma parte de la identidad europea tanto como su cultura y tradiciones. No comprender eso es no comprender nada del problema al que nos enfrentamos. Hay que considerar a la ideología liberal (económica y política), promotora de la falsa solución asimilacionista, parte del problema y no parte de la solución para Europa. El asimilacionismo le vendrá muy bien a la burguesía para obtener mano de obra barata o para incrementar el ejército industrial de reserva y provocar un desplome de los salarios y un empeoramiento de las condiciones laborales, pero no al pueblo europeo, víctima doble en este caso de la inmigración y del asimilacionismo.
Pero la ideología asimilacionista en Wilders es firme.

“París ha sido testigo del levantamiento en los suburbios de bajos ingresos, el banlieus. Algunos prefieren considerar que se tratan de incidentes aislados, pero yo lo llamo una intifada musulmana. Denomino a los autores “colonos”. Porque eso es lo que son. Ellos no vienen a integrarse en nuestras sociedades, sino que vienen a integrar nuestra sociedad en sus Dar-al-Islam. Por lo tanto, son colonos”.

Los musulmanes son colonos se integren o no en nuestras sociedades. Son colonos porque están aquí, porque son distintos y porque han venido para quedarse. Al igual que los colonos no musulmanes. Pero los primeros, precisamente, en tanto en cuanto no se integran y no renuncian a su cultura, son algo más dignos que otros colonizadores venidos de otras partes. Dignos enemigos, que no significa que sean enemigos honorables (en el Islam el honor es un concepto desconocido, por lo tanto no podrían ser enemigos honorables), algo que hay que tener muy presente al plantarles batalla. Antes al contrario, su religión les enseña el disimulo como táctica provisional mientras constituyan una minoría en el territorio a colonizar. Disimulo que les lleva a no plantear claramente sus pretensiones hegemónicas o a presentarse como una comunidad más en la sociedad que pretenden dominar.
Fuera de esto, tampoco tienen sentido las disquisiciones de Wilders acerca de la bondad o la maldad del Islam. A los europeos es algo que, en sí, no les debería importar. El Islam no es una religión europea. Lo que hay que hacer es dejar de entrometerse en las creencias ajenas y resolver el desorden migratorio que se ha instalado en nuestros países gracias a colaboracionistas de todo tipo y a gobiernos de ocupación que se suceden uno tras otro en su alternancia, pero no en una política alternativa. En la resolución del desorden migratorio y en la defensa de las fronteras europeas de toda inmigración y colonización, no sólo de la musulmana, es en donde hay que mostrarse enérgico e inflexible. También en la promoción de un cambio radical en la esencia del hombre europeo actual, sumido en el nihilismo, y que dé lugar, por ejemplo, a superar el actual cataclismo demográfico. La inmigración masiva y la consiguiente colonización es el más urgente de nuestros problemas como europeos, pero ni mucho menos es el único.

Y, ni el judeo-cristianismo, ni la alianza con Israel son parte de la solución para Europa, sino parte del problema.

“Para defender siglos de civilización. Para defender nuestra herencia. Para honrar nuestros eternos valores judeo-cristianos que han hecho de Europa lo que es hoy”.

Europa ya era Europa antes de la irrupción del judeo-cristianismo en nuestro suelo. ¿O donde queda entonces el legado de Grecia y Roma, por ejemplo? El judeo-cristianismo supone, por el contrario, un elemento religioso e ideológico extraño, llegado de Oriente Medio, y que es uno de los responsables de la situación en la que nos encontramos. Una Europa con valores más aristocráticos, de honor y lucha, precisamente los que casi extinguió el judeo-cristianismo, se defendería mejor que la actual Europa de ideología caritativa, “buenista” y “progre”, de amor irrestricto a cualquiera. Por otra parte, los valores judeo-cristianos no son eternos para Europa. Una Europa judeo-cristiana, es decir, débil, no durará ni cincuenta años más.

“Estamos organizando este evento en Israel para hacer hincapié en el hecho que estamos todos juntos en el mismo barco, y que Israel es parte de nuestro patrimonio común”.

Israel es una entidad estatal cuya existencia actual, como es de sobra conocido, depende de lobbies judíos situados muy lejos de su territorio. Estos lobbies son promotores de la globalización y de la inmigración masiva hacia Europa, como modo de debilitarla, al convertir las sociedades de los distintos países europeos en, por definición, poco cohesionadas sociedades multiculturales. Igualmente promueven la entrada de Turquía en la Unión Europea. También se dedican a perseguir y anatematizar a cualquier fuerza europea que trate de hacer frente a la colonización de Europa. ¿Cómo es posible pactar con ellos? Son parte del problema y una parte no menor. Quizás entre los habitantes judíos de Israel, entre sionistas no internacionalistas, haya algunos que quisieran romper con los poderosos lobbies judíos y acceder por primera vez a una soberanía real, y no delegada, sobre el territorio que habitan, conformándose así un estado que se parecería en algo al resto de estados del planeta. De momento, guardan silencio. Pero, ¿sería factible para el estado de Israel mantenerse sin la ayuda de los lobbies judíos en todo el mundo? Tampoco es posible para Europa llegar a algún acuerdo con organizaciones que tratan de debilitarla desde hace mucho tiempo, ni con el estado que mantienen.

LAS FEMINISTAS TRAGARON

Muchas mujeres autodenominadas liberadas fuman, algunas ostentosamente. Creen que eso les hace libres. El feminismo militante nunca ha contradicho esa creencia, sino que la ha alentado. De hecho, durante mucho tiempo, feministas conocidas han fumado y lo han hecho con orgullo, casi como un acto de emancipación. En fin…

Pero hasta 1920 las mujeres no fumaban. ¿Qué ocurrió para que empezasen a hacerlo? La aparición súbita de mujeres fumadoras tiene una explicación. Las mujeres en general y las feministas en particular, esos seres toscos que todo lo creen saber, fueron burdamente manipuladas por un genio de la propaganda como Edward L. Bernays, asesor del gobierno de Estados Unidos durante la Primera Guerra Mundial, pionero de la propaganda comercial y autor del libro que lleva por nombre Propaganda, publicado en 1928. Bernays, que trabajaba para Chesterfield, logró que las mujeres fumasen haciendo uso de dos elementos. En primer lugar, asoció el mito de la modernidad al hecho de fumar, y en público. Aprovechando un desfile del 4 de julio, celebración del Día de la Independencia de Estados Unidos, pagó a modelos que participaban en el mismo para que fumaran durante el recorrido. Se produjeron incidentes a lo largo del desfile por la presencia de increpadores (algunos probablemente pagados por Bernays). El asunto trascendió a la prensa, generándose un debate público a partir del que se alcanzó un consenso social según el cual criticar el consumo de tabaco por parte de las mujeres era poco moderno, incluso antiamericano y contradictorio con el recién logrado derecho al voto por parte de las mujeres. Obsérvese que esta conclusión es también fruto del estado de opinión generado por la propaganda feminista. En segundo lugar, utilizó mujeres conocidas, como actrices hollywoodienses, para introducir el hábito, asociándolo así a una imagen popular y de éxito.

Y las feministas, como es sabido, tragaron.■

TORO SALVAJE


Jake La Motta, el "Toro del Bronx", campeón mundial de los pesos medios en 1949, castigo de los legendarios Sugar Ray Robinson y Marcel Cerdan, orgullo de la comunidad italo-americana, es un buen exponente, casi un arquetipo, de un modo de estar en el mundo y de sus contradicciones. Atrapado en un universo inmigratorio, necesariamente fragmentario, miembro de una singular e idiosincrásica comunidad étnica, atrapada esta, a su vez, en el magma de una sociedad norteamericana de dirección anglosajona. Su figura es símbolo de la reafirmación étnica de su comunidad frente a la realidad de la descomposición cultural y anomia social crecientes que esta misma comunidad sufre. Italo-americanos, que viven su realidad nacional a medias como simulacro, a medias como espectáculo; este es el caldo de cultivo en el que la insultante degradación de la mujer llega a ser elemento de reconocimiento y de autorreconocimiento, realidad muy bien plasmada en esta película, en la que la censura hipócrita de la mentalidad wasp contra los excesos latinos queda perfectamente perfilada. Caldo de cultivo que explica también el papel de la Mafia como elemento organizativo de esta comunidad, en la cual llega a desempeñar hasta funciones judiciales, rompiéndose aquí el monopolio estatal de su impartición. Y es que es el propio desarraigo y caída del protagonista, auténtica trama argumental de la película, el mejor exponente microsocial de la evolución de su comunidad. ■

El lobo estepario como arquetipo

Toda especie humana tiene sus caracteres, sus sellos; cada una tiene sus virtudes y sus vicios, cada una su pecado mortal. A los caracteres del lobo estepario pertenecía el que era un hombre nocturno. La mañana era para él una mala parte del día, que le asustaba y que nunca le trajo nada agradable. Nunca estuvo verdaderamente contento en una mañana cualquiera de su vida, nunca hizo nada bueno en las horas antes del mediodía, nunca tuvo buenas ocurrencias ni pudo proporcionarse a sí mismo ni a los demás alegrías en esas horas. Sólo en el transcurso de la tarde se iba entonando y animando, y únicamente hacia la noche se mostraba, en sus buenos días, fecundo, activo y a veces fogoso y alegre. Nunca ha tenido hombre alguno una necesidad más profunda y apasionada de independencia que él. En su juventud, siendo todavía pobre y costándole trabajo ganarse el pan, prefería pasar hambre y andar con los vestidos rotos, si así salvaba un poco de independencia. No se vendió nunca por dinero ni por comodidades, nunca a mujeres ni a poderosos; más de cien veces tiró y apartó de sí lo que a los ojos de todo el mundo constituía sus excelencias y ventajas, para conservar en cambio su libertad. Ninguna idea le era más odiosa y horrible que la de tener que ejercer un cargo, someterse a una distribución del tiempo, obedecer a otros. Una oficina, una cancillería, un negociado eran cosas para él tan execrables como la muerte, y lo más terrible que pudo vivir en sueños fue la reclusión en un cuartel. A todas estas situaciones supo sustraerse, a veces mediante grandes sacrificios. En esto estaba su fortaleza y su virtud, aquí era inflexible e incorruptible, aquí era su carácter firme y rectilíneo. Pero a esta virtud estaban íntimamente ligados su sufrimiento y su destino.

El lobo estepario. Hermann Hesse. Alianza, Madrid, 2004, págs. 54-55.

Der Untergang (El Hundimiento)

Interesante película sobre los últimos días del III Reich. Muchos son los aspectos tratados aunque, también hay que decirlo, desde un ángulo que siempre se nos antoja previsible. Algo que llama la atención casi desde el principio, posiblemente por su originalidad (sobre todo en este tipo de producciones) y que el filme refleja muy bien, es la situación de encerramiento en sí mismo que el poder parece provocar sobre el que ostenta el mando. Un momento desesperado para Berlín, acosado desde el este y posteriormente también desde el oeste, una caída inminente y visible para casi todos, excepto... para el protagonista de nuestra historia, el propio Hitler. Más allá de razones de tipo psicológico, que seguro que no estuvieron ausentes (en este personaje como en cualquier otro que haya llevado la carga de poder con el que él se invistió), se hace patente la incapacidad del líder para percibir en modo correcto la situación extrema a la que se enfrenta el régimen y la imposibilidad real de inversión eficaz del horizonte.

Hitler decide no huir, y eso le honra, pero a la vez ordena resistir a toda costa a una fuerza netamente superior. Y la resistencia de Berlín es una epopeya que no ha sido lo suficientemente glosada, seguramente por haber sucedido en el lado "equivocado" para glosarla (desgraciadamente en esta película, esta resistencia heroica tampoco recibe un trato justo). El coste de vidas humanas es altísimo, sobre todo teniendo en cuenta que el objetivo de resistir no va a ser posible y en todo caso, no va a llevar a ninguna parte. Eso lo tienen presente casi todos los altos mandos alemanes del momento. No así el líder supremo. Y el tratamiento de este enclaustramiento cognoscitivo que el poder perpetra sobre el poderoso, es, sin duda, el punto fuerte de esta película y la razón principal, en mi opinión, para verla.