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LA ECONOMÍA DE PODER

El control político absoluto 
Ciclo J. T. (III/IV) 

Jean Thiriart, quien desarrolló el Nacional-Comunitarismo
Los cegatos de la izquierda confunden normalmente, y con agrado, capitalismo y libre empresa. La observación comparada de los sistemas soviético (estatal) y americano (libre empresa) establece suficientemente que la empresa libre es diez veces más fecunda.
(…)
En cuanto a los abusos del capitalismo, consisten en la injerencia de poderes económicos privados en la vida política. El capitalismo tiende al monopolio, es decir, a la supresión de una condición esencial de su vitalidad: la competencia. El capitalismo tiende igualmente a la creación de intereses opuestos a los de la Nación. Estimamos que es necesario destruir al capitalismo en la medida en que deviene monopolista por hipertrofia, en la medida en que ingiere en la política por la concentración de medios.
(…)
Comunitarismo tiende a la economía de poder, por oposición al concepto capitalista de economía de beneficio y al concepto marxista de economía de utopía. Dentro del marco de la economía de poder, estimamos que la libre empresa es un factor muy positivo por una parte, y que las oligarquías del dinero deben ser castradas políticamente, por otra parte.

Jean Thiriart. LA REVOLUCIÓN NACIONAL-EUROPEA - Homenaje a Jean Thiriart (1922-1992). Colección Europa Rebelde. Ediciones Nueva República, S.L., págs. 94-95. Traducción de Jordi Garriga.

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(…) La imprudencia del Liberalismo consiste en la plena libertad política dejada a los magnates del acero y del petróleo. El estado comunitario europeo preferirá que haya muchas pequeñas y medianas empresas libres, y una cantidad, indispensable -por razones tecnológicas- de empresas gigantes debidamente controladas.
(…)
El marxismo dogmático lo quiere nacionalizar TODO, el Liberalismo lo quiere dejar hacer todo. El comunitarismo quiere conservar el control político absoluto dejando subsistir lo máximo posible de libertad económica.

Jean Thiriart. LA REVOLUCIÓN NACIONAL-EUROPEA - Homenaje a Jean Thiriart (1922-1992). Colección Europa Rebelde. Ediciones Nueva República, S.L., pág. 97. Traducción de Jordi Garriga.

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El capitalismo esclaviza y te aplasta
Thiriart señala que "los cegatos de la izquierda confunden normalmente, y con agrado, capitalismo y libre empresa". Tiene razón. Y tal como señala igualmente el belga, la libre empresa es mucho más boyante que cualquier otro modelo de empresa. Pero "libre empresa" no debe ser necesariamente algo asociado en exclusiva al liberalismo, siendo aplicable a otras formas. Que los cegatos procapitalistas sinteticen normalmente, y con agrado, capitalismo y libre empresa como una sola cosa no quiere decir que los demás debamos hacer lo mismo, pues una empresa pública puede ser una "libre empresa".

El capitalismo es rígido, porque como bien sabemos pendula desde el liberalismo al marxismo y viceversa, de un punto a otro y nada más. Es por ello que igualar libre empresa con capitalismo es un error. Pues tan contrario es el marxismo a la libre empresa como el liberalismo a la propiedad estatal. Un sistema se basa exclusivamente en "el estado", el otro en "el individuo soberano". Hay que hacer lo posible para que individuo y estado aúnen esfuerzos y que de tal unión resulte "la nación". Y esto es lo que podría denominarse comunitarismo, o al menos, parte de él.

Más arriba he dicho que "libre empresa" no es sólo exclusivo del liberalismo. Creo que ni si quiera debe vincularse solamente a la empresa privada, aunque sé que por inercia mental se llega a tal conclusión. Pienso en las grandes posibilidades de la empresa pública, una empresa pública diferente, es decir, con autonomía, con libertad de acción, autogestionada (sobre todo si la empresa se dedica a algo productivo, que debiera dar beneficios: máxima importancia a las cooperativas para que los trabajadores también sean dueños de la producción) y burocratizada lo necesario, para que dé sus frutos y beneficios para el estado y para los contribuyentes, es decir, para el conjunto de la nación. La empresa pública tiene la obligación de ser eficiente y rentable y no una mera plataforma de vagos derrochadora de recursos públicos. Pienso, por ejemplo, en el transporte público, si éste lo gestiona alguna administración. Pero claro, hay actividades no rentables, no productivas, que por ello no son menos importantes: recogida de basuras, educación pública, sanidad pública… (todas ellas dan unos resultados producto del trabajo, pero no son actividades de beneficio económico, es decir, amortizables, generadoras de plusvalías o rentables en el sentido económico más estricto: el beneficio viene dado de otro modo). Todas esas actividades suponen un gasto lógico. Y además de suponer un gasto lógico se debería gastar con lógica y asegurarse de la máxima eficiencia y los mejores resultados.

Nuestra riqueza debe nacer del trabajo duro y de la tierra fértil,
no del abono del capital, del que sólo surgen arbolitos raquíticos
y postizos.
Es necesaria la convivencia entre empresas públicas y privadas, una convivencia dirigida a la buena gestión de los recursos y a la sana competencia, controlando siempre lo privado para que no interfiera en lo político y en el interés nacional; de esta forma un gobierno responsable deberá garantizar que su labor vaya dirigida al beneficio de la nación, así como garantizar que el control de la libre empresa privada y el beneficio de la misma apunten igualmente a la nación. Así, el estado nacionalista velará por una sociedad con mercado, un mercado lo más libre posible pero controlado (la proclama "No a la libertad de comercio" no entra en contradicción), evitando los desmanes que los intereses privados pueden llegar a causar, sobre todo si hablamos a gran escala; un ejemplo es el monopolio, es decir, la concentración en una única entidad productora los medios para producir determinado elemento u objeto. En definitiva, y como asevera Thiriart, se trataría de "conservar el control político absoluto dejando subsistir lo máximo posible de libertad económica". De esta forma no se cae en el marxismo, es decir, en el capitalismo de estado, ni en el liberalismo, gracias al control y autonomía de lo político sobre lo económico.

Dicha libertad económica (con matices en lo que atañe a la "libertad") reseñada no es prescindible. Está claro que la mayoría de las personas sólo tienen fijación por su propio interés: ser algo mejor no está al alcance de todos; ser algo mejor es no caer en la abnegación absurda, pero tampoco en el egoísmo absoluto. Por ejemplo, ¿qué le importa al estado los asuntos de un bar o de una tienda de lencería? ¿Qué le importa al estado la venta de palomitas, de pasteles o de pollos? De asuntos de este tipo puede ocuparse un mercado sano y controlado, de ello pueden ocuparse personas emprendedoras que sepan autogestionarse, de ello puede ocuparse, según el tamaño, las cooperativas. Es que nacionalizar los bares no sería serio. Lo serio y necesario sería la nacionalización y elitización de la enseñanza (me fastidia mucho que el estado se dedique a subvencionar los colegios privados. ¿Por qué debemos pagar la educación a los ricos o a personas con recursos superiores a la media cuando muchas familias no pueden costearse -o tienen dificultades para ello- los libros de texto?), nacionalizar completamente la sanidad y dotarla de mejores recursos, nacionalizar los recursos estratégicos, nacionalizar, por supuesto, la banca, etc.

«En el plano económico estamos CONTRA el colectivismo estatal como norma general (existen excepciones para las industrias estrategicas) y POR una cierta colectivización para las formas cooperativas. Si una colectividad económica por voluntad propia -y por ello libre- conduce mal sus asuntos, se causa daño a sí misma, si los lleva bien, se recompensará a sí misma. Es necesario entonces responsabilizar a las empresas colectivas. Actualmente todos los desórdenes, todos los despilfarros, están a cubierto por el anonimato de "mayorías no responsables" y pagados por el Estado. El comunitarismo tenderá a fortalecer las administraciones locales, las sociedades cooperativas, pero simultáneamente las considerará como entidades responsables de sí mismas (autogestión). He aquí un aspecto del comunitarismo».

Jean Thiriart. LA REVOLUCIÓN NACIONAL-EUROPEA - Homenaje a Jean Thiriart (1922-1992). Colección Europa Rebelde. Ediciones Nueva República, S.L., págs. 95-96. Traducción de Jordi Garriga.

Los oligarcas del dinero nos devoran
También habría que nacionalizar a las fuerzas armadas, aunque en otro sentido, me parece inaceptable que se permita el alistamiento de extranjeros. Las fuerzas armadas entrarían dentro de lo que se denominarían gastos lógicos. Un estado nacionalista, convencido en el deber de proteger su suelo, sus intereses y a sus gentes debe dotar a sus fuerzas armadas de los mejores materiales e infraestructuras, de más y mejor personal, etc.; todo ello sin la mentalidad de dotar al ejército para la servidumbre y para la defensa de los intereses del capital financiero internacional.

Dicho todo esto e incidiendo en ello nuevamente, se trata de que todos los medios productivos, así como los improductivos, además del interés particular como el colectivo, confluyan en un mismo fin, que no es otro que la nación.


Redundando aún más en lo anterior y con el afán de dejar las cosas claras aún a riesgo de ser repetitivo, señalar que Jean Thiriart nos habla de la "economía de poder". Ésta se distancia de la economía de beneficio y de utopía, es decir, de la liberal y de la marxista respectivamente. No se trata de otra cosa que del control político sobre la economía, favoreciendo a la libre empresa en su forma de empresa privada sin que ésta interfiera en ni decida sobre los intereses de la nación. "Castrar a las oligarquías del dinero políticamente" es una llamada poco pacífica -y por ello me agrada- a expulsar a toda la clase política catapultada por la oligarquía ya indicada. Una nueva clase política deberá liberarnos de esos impostores que no hacen otra cosa que o defender los intereses privados de unos o los propios: pues dentro de la clase política coexisten tanto los políticos bien pagados por las oligarquías como los propios oligarcas, que ocupan sillones en los congresos de muchísimas naciones; es así como el capital internacional convierte estados soberanos en secuestrados y ocupados.■

Textos relacionados:

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          - I. MÁS ALLÁ DE LA DERECHA Y DE LA IZQUIERDA. I. CONTRA EL LIBERALISMO Y EL CAPITALISMO. MÁS ALLÁ DE LAS IZQUIERDAS Y DERECHAS.
          - II. CUESTIONES DE SOCIEDAD. NACIONALISMO, ECOLOGÍA, RELIGIÓN, ÉTICA…
- LA LUCHA OBRERA
- SOBRE LA PROPIEDAD Y OTROS ASUNTOS
- PROCAPITALISTAS DISFRAZADOS DE NACIONALISTAS

WELTANSCHAUUNG

Ciclo J. T. (II/IV)
La polución no existe sólo en el medio ambiente, también en el espíritu
(…) "Weltanschauung", que significa concepción del mundo, descripción de los fines en sí, imagen del mundo proyectada por nuestro espíritu. (…)

En la actualidad, existe una escuela de "el tener más", es la del economicismo, que se divide a sí misma provisionalmente en dos ramas: la pobre, es decir, marxista, y la rica, es decir, la americana.

Para esta escuela de "el tener más", lo económico lo domina todo. En Vietnam, estos niñatos primarios que son los americanos no pueden comprender como el mismo aldeano vietnamita a quien habían ofrecido una caja de leche al mediodía, les apuñalase por la espalda a medianoche.

En cuanto a los marxistas, han descubierto azorados que la sociedad comunista engendraba una delincuencia juvenil, un nihilismo, infinitamente más amplios que aquellos manifestados por los decadentes burgueses. Me era necesario abrir este paréntesis para esbozar las razones que nos hacen decir que lo político debe dominar lo económico. No es por otra cosa que por que la política es, para nosotros, la puesta en marcha de nuestra Weltanschauung, la puesta en marcha de una estética del mundo. Lo económico, lo social, son los medios, jamás fines en sí. Si no, ¡a qué miserable humanidad iríamos a parar!

Jean Thiriart. LA REVOLUCIÓN NACIONAL-EUROPEA - Homenaje a Jean Thiriart (1922-1992). Colección Europa Rebelde. Ediciones Nueva República, S.L., pág. 92. Traducción de Jordi Garriga.
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¡Levántate!
De las múltiples formas en que puede manifestarse la decadencia, posiblemente sea en “la política” donde se evidencie de forma más palpable. Pero no la política en sí es decadente, sino que, como en todo, es el propio hombre quien dedicado a la política manifiesta su decadencia. El hombre, siempre artífice de lo mejor y de lo peor y siempre o casi siempre más partidario de lo segundo. Y es que nuestra clase política son los representantes de la decadencia, es decir, de la sociedad, una decadencia a la vez financiada por la plutocracia -también decadente-, manejando, dirigiendo y dominando a: 1) la política mediante los cheques o consiguiendo asientos en las diferentes cámaras, ya sean locales, provinciales, nacionales...; 2) la sociedad con sus suculentos objetos y su mercado “repleto de felicidad”.

Ya Thiriart lo decía, «existe una escuela de “el tener más”». Yo quizá no habría dicho que existe una escuela, sino que además de existir tiene vida propia. Esa escuela se ha convertido en el Weltanschauung del hombre moderno. Y es posible que esa concepción del mundo del hombre moderno sea la misma que la de un hombre de hace mil años, es posible que, en definitiva, sea la concepción inherente en todo hombre mediocre ya viviera en una época o en otra. El tener encumbrado a las cimas del placer y de la felicidad, como si el placer y la felicidad no tuvieran lugares más bellos y puros. El placer y la felicidad no se buscan, ni siquiera se deben desear, pues ambas vienen de la mano de aquellos hombres que ante todo ponen por delante su esfuerzo y compromiso para ser los más grandes, para elevarse, para acercarse a los dioses. Digamos que el hombre del ser es un hombre elevado y que el hombre del tener es un hombre mediocre, un hombre que tiene vértigo y huye de las alturas. Pero que no parezca que condeno el tener. Que nadie piense que quiero desposeer "a todos" de sus cosas. Digamos que lo que quiero decir es que las cosas no nos posean a nosotros.

Es del ser de donde han surgido los grandes valores, desde donde se han forjado las más formidables batallas, desde donde la voluntad ejerce toda su fuerza. Es desde el ser donde la vida adquiere un poco de sentido, es desde el ser donde el hombre ha pintado las más grandes obras y escrito las más maravillosas historias y versos; es del único lugar –dentro de nosotros- que puede atesorar un mínimo de nobleza, de belleza, de grandeza y de dignidad que nos catapulte a la gloria, a lo sagrado, al superhombre... Al final, tanto tener, tanto materialismo, tanto bienestar y tanta comodidad nos han incapacitado para las grandes proezas, para las grandes gestas, reduciéndonos a víctimas satisfechas del economicismo y educándonos en la filosofía de que todo tiene un valor cuantificable, al pragmatismo y utilitarismo radicales. Hoy no somos “Yo soy”, sino “Yo tengo”.

Un momento abismal
Redundando en el asunto, la sociedad, indiscutiblemente materialista, por descuidar el ser –ya sea por propia voluntad, por educación, por control de los medios de comunicación o por su propia visión del mundo– y favorecer el tener –sin preocuparse en mantener un equilibrio-, ha despojado de espíritu a las personas, ahuecando su interior: nacimiento del nihilismo. Si bien podemos disfrutar del goce de una vida material plena –con esto me refiero a lo básico, lo demás es lujo y prescindible- que nos ayuda, sin duda, a llevar una vida mucho más tolerable y fácil (aunque díganle esto al 20% de la población española que vive con unos ingresos inferiores a la mitad de la renta media), no la aprovechamos como trampolín para satisfacer a nuestro ser, nuestro desarrollo personal en lo intelectual-mental y físico, prefiriendo dejarnos manipular por la publicidad y diversos medios de enajenación. Hoy más que nunca el nihilismo negativo (manifestado en la depresión, en los suicidios…), que no es una puerta hacia un mundo creativo, sino, todo lo contrario, hacia un mundo de destrucción gratuita, decadencia y vacío. La obsesión y el exceso de culto al tener han conseguido desencantar a un gran porcentaje de la población, un porcentaje dispuesto a venderse por un puñado de objetos. La tiranía del dinero, la tiranía del capital, la…

Es por todo esto que la política debe dominar a lo económico, es por ello que el mercado y sus mecanismos para atraer a las personas hacia él deben ser intervenidos. Pero antes lo político debe ser tomado por personas que obliguen a abdicar, ya sea pacíficamente o por la fuerza, a la actual clase política, por personas incorruptibles que se dediquen a la política por vocación personal y no por intereses economicistas: la política como una especie de sacerdocio. Nuevos hombres deben demostrar y mostrar a todos que existe una concepción distinta del mundo, una visión del mundo que sin olvidar las ventajas de una vida material y las facilidades que esta trae consigo, den un mayor valor al espíritu, a la voluntad y a los grandes valores que de él puedan surgir. Ha sido con valores como Europa se convirtió en el gran civilizador del mundo, y es por ello que nosotros debemos recoger el testigo y continuar la labor de nuestros ancestros, aunque… a nuestra manera. ¡Conquistemos nuestra libertad!

Hay que huir de la rutina marcada por la economía, por el capital. El bienestar material es sólo un medio, el mercado es también un medio, la economía es un medio… pero nunca deben ser el fin. Todo ello es el medio para que nosotros seamos cada vez mejores y no un fin que nos envilezca y nos haga esclavos de números, de precios, de rebajas, de descuentos… Y para esto es necesaria una nueva clase política y una sociedad dispuesta a cambiar, a mejorar, dispuesta a ser libre de verdad. «Si no, ¡a qué miserable humanidad iríamos a parar!», como dijo Jean Thiriart.■


Textos relacionados:

- El vulgo y la fe

EL ENVILECIMIENTO DE LOS VALORES EUROPEOS

Ciclo J. T. (I/IV)


Jean Thiriart, LA REVOLUCIÓN NACIONAL-EUROPEA y otros escritos. Homenaje a Jean Thiriart (1922-1992). Colección Europa Rebelde. Ediciones Nueva República, S.L. Traducción: Jordi Garriga. Págs. 38-40

La pintura abstracta se preconiza contra la pintura tradicional de Europa; se pone al servicio de la música y de los bailes negros un gigantesco aparato publicitario: se hace burla de los valores morales tradicionales de Europa para sustituirlos por usos o pseudo-filosofías exóticas primarias; se ridiculiza al heroísmo y al sentido caballeresco en provecho del espíritu mercantil; se apela a los más bajos instintos para saciar la sed de placeres; se embrutece sistemáticamente a las masas con una prensa del corazón y una prensa sensacionalista que son la expresión más estúpida y baja que jamás dio de sí la humanidad. La literatura no es la excepción: se recurre a la publicidad más desenfrenada para lanzar falsos valores para que esos falsarios de la literatura logren rebajar el gusto y, por tanto, la facultad de resistencia de los europeos al embrutecimiento. Así la propia literatura consigue el mismo resultado que la pintura abstracta, la escultura no-figurativa o la música negra: en todas las escalas, intelectual o popular, se esfuerza por mancillar el culto a los héroes de la historia europea y buscar imponer en su lugar el de los "héroes" degenerados ("estrellas" del cine, del deporte, del cotilleo, de la prostitución moral o física).

El procedimiento utilizado es extremadamente simple en todos los campos de lo que antes era, en Europa, una expresión del arte. No se tiene en cuenta el valor del artista; por el contrario, preferentemente se le escoge mediocre y es fabricado tal como se fabrica una estrella de cine: se le publicita a bombo y platillo. El arte se transforma así exclusivamente en comercio, y ya no posee desde ese momento más valor que la moda femenina. Por esa suerte se consigue corromper lo que siempre fue, en el transcurso de los siglos, la toma de conciencia más elevada de los pueblos europeos: la expresión artística. El imperialismo americano (artísticamente, los USA siempre fueron un desierto) espera así poder romper la última línea de la resistencia europea. Esta corrupción en profundidad se efectúa bajo la etiqueta progresista.

Es, sin duda, el crimen más grande del capitalismo internacional y el crimen más grande de los regímenes que se han puesto a su servicio el de intentar matar así al alma europea y robarle de este modo a la juventud de Europa, para pervertirla y envilecerla, los valores que les han legado, siglo tras siglo, los hombres que libraron al mundo de la barbarie. Para el capitalismo internacional, que inspira al imperialismo americano, como para el comunismo, que impulsa al imperialismo ruso, no existen más que valores materiales. Uno y otro no conocen otra verdad más profunda que la productividad y la conquista de bienes materiales. Apuntan hacia la transformación de la humanidad en un hormiguero, es decir, en una gigantesca masa de esclavos encabezada por un gang de privilegiados. Para lograr esta nueva organización de la sociedad, es preciso hurtar a los hombres todo deseo de valores que no sean materiales. Es la razón por el cual el imperialismo americano y el imperialismo ruso han de esterilizar a Europa, cuya vocación es la de hacer de la prosperidad material el trampolín hacia una concepción más alta y más heroica del hombre en el seno del universo. Los nuevos esclavistas a escala planetaria deben, para realizar su proyecto, prohibir a Europa hacer brillar aún en el mundo la luz que salvará al hombre de la condición de robot.

Pero bastará con que una determinada cantidad de europeos continúen siendo conscientes de la misión de su patria europea para que los esclavistas sean, al final, vencidos. Bastará con que se unan para combatir. Vencerán, porque el héroe, conducido por indestructibles valores, triunfará siempre sobre el negociante, que sólo cuenta con sus apetitos materiales.

Estos europeos, a los que se querrá aniquilar por todos los medios pero que, a fin de cuentas, no se les podrá impedir proclamar la verdad y llevarla una vez más por el mundo al construir su patria a la medida de su tiempo.■

(1962)

PROCAPITALISTAS DISFRAZADOS DE NACIONALISTAS


Síntesis de los principios básicos del movimiento «nazi» por lo que se refería a la política interior de Alemania que incluye Salvador Borrego en su obra "Derrota Mundial". Estos puntos podéis leerlos en su totalidad en la página web administrada por Lovecraft, de nombre Disidencia Hostil, que es el espacio del cual yo recojo los siguientes puntos:

(…)
7. El obrero de Alemania debe ser incorporado al seno del pueblo alemán. La misión de nuestro movimiento en este orden consiste en arrancar al obrero alemán de la utopía del internacionalismo, libertarle de su miseria social y redimirle del triste medio cultural en que vive.

El sistema nacionalsocialista practica el socialismo como un instrumento de justicia social, pero no como un instrumento de influencia judía. Al privarlo de esta venenosa característica, automáticamente se convierte en enemigo del falso socialismo internacional.

8. La exaltación de un grupo social no se logra por el descenso del nivel de los superiores, sino por el ascenso de los inferiores. El obrero atenta contra la patria al hacer demandas exageradas; del mismo modo, no atenta menos contra la comunidad el patrón que por medios inhumanos y de explotación egoísta abusa de las fuerzas nacionales de trabajo, llenándose de millones a costa del sudor del obrero.

(…)
17. El Partido permitirá al niño más pobre la pretensión de elevarse a las más altas funciones si tiene talento para ello. Nadie debe tener automáticamente derecho a un ascenso. Nadie debe poder decir: «ahora me toca a mí». Precedencia al talento. No hay otra regla.

(…)
20. Quien ama a su patria prueba ese amor sólo mediante el sacrificio que por ella está dispuesto a hacer. Un patriotismo que no aspira sino al beneficio personal, no es patriotismo. Los hurras nada prueban. Solamente puede uno sentirse orgulloso de su pueblo cuando ya no tenga que avergonzarse de ninguna de las clases sociales que lo forman. Pero cuando una mitad de él vive en condiciones miserables e incluso se ha depravado, el cuadro es tan triste que no hay razón para sentir orgullo. Las fuerzas que crean o que sostienen un Estado son el espíritu y la voluntad de sacrificio del individuo en pro de la colectividad. Que estas virtudes nada tienen de común con la economía, fluye de la sencilla consideración de que el hombre jamás va hasta el sacrificio por esta última, es decir, que no se muere por negocio, pero sí por ideales.

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Una vez presentado todo esto, podemos empezar. Sé que el texto es muy largo, pero ese es mi estilo, ese es el estilo de El Mundo de Daorino. No es un blog para cualquiera, y no quiero decir con esto que cualquiera no pueda venir, pues todos pueden presentarse y todos pueden comentar en él. Decir que no es para cualquiera es asumir que no todo el mundo está al nivel. Y una vez dicho esto…

Parece que he encontrado a un hombre… ¿de mi altura? Lo dejo para la libre interpretación. Lo primero que un hombre debe hacer es respetar a su rival, en este caso al calumniador, reconociendo sus virtudes a pesar de haber perdido la cabeza, pues se ha inventado mucho y deducido cosas que no tenía que haber deducido con su famoso sentido común sobre Alan y yo. Lo que yo traigo aquí son argumentos, mientras que Qbit, en su artículo Comunistas Disfrazados de Nacionalistas lo único que aporta son ocurrencias, ocurrencias más o menos ingeniosas, más o menos ordenadas, más o menos verosímiles, pero poco o nada verídicas y en absoluto fundamentadas. Y ese es Qbit respecto a mí, un divertido ocurrente. Si acaso se ha destapado él, él como una persona incapaz de llevar una relación basada en el respeto mutuo, defendiendo una idea demasiado casposa, defendiendo una jerarquía de valores material, que se aleja del sentir de un verdadero nacionalista, de un verdadero patriota. Qbit es un tonto útil del capital, un reformista si queréis, y podemos encuadrarlo en la estela de otros que viven cual parásitos para ponzoñar el espíritu y carácter nacionalistas de los que con orgullo pensamos en un socialismo nacional, en el nacionalsocialismo, sin perder de vista el librepensamiento, actitud que define el espíritu indómito del europeo respecto a los demás pueblos del desierto, que encadenan al hombre, que encadenan al hombre en la contemplación y en el martirio en este mundo para ganarse un más allá; yo me honro en haber heredado ese espíritu que dice que lo sagrado es el mundo y que mi mundo es este, sólo este. Por ello, para mí lo sagrado es la tierra, la sangre, eso sí que es inalienable, eso sí que es algo irrenunciable. Sin embargo, la propiedad privada no es sagrada, la propiedad privada no emana de lo sagrado, de lo natural.

Me sorprende mucho que mi artículo La Lucha Obrera haya causado tanto revuelo. Pensaba que los que venían a El Mundo de Daorino lo hacían para discutir libremente, a construir, no a descalificar y a actuar luego en su blog con algún artículo lleno de falsedades y calumnias.

Se me acusa de que quiero casa y comida gratis, menuda superchería. Este personaje defiende la propiedad privada como un derecho natural, así que seguramente este tío lo que quiere es que no tengamos ni sanidad ni enseñanza públicas, que la enseñanza y la sanidad sean sólo accesibles a los ricos. Sí, va a resultar que este personaje va a ser un auténtico procapitalista disfrazado de nacionalista, uno de esos que anhelan que llegue el día que se privaticen las pensiones porque es posible que sea lamentable que haya gente que viva sin trabajar e improductiva. Igual en su casa tiene pósters de aseguradoras médicas y del automóvil, siglas de bancos y de sus grandes ídolos capitalistas, que mira cada día con el deseo de que en el futuro esos embajadores del dinero puedan ser libres del yugo estatal; todo esto es una conjetura, pero, tras lo leído en su blog, me es lícito sacar conclusiones de este tipo. Yo quiero bienestar para la gente, que nuestros mayores disfruten del ocaso y los jóvenes y no tan jóvenes crezcan como hombres con la dignificación del trabajo, pero Qbit parece que sólo quiere que trabajemos. Es justo decir eso, justo porque por defender la propiedad pública y delimitar la propiedad privada me ha acusado comunista. Sí, ¡viva!, ¡viva la propiedad privada, es el derecho natural y si no la defiendes eres comunista! ¡Viva la privatización de pensiones, de la sanidad y de todo lo demás! Sí, lo dice el mismo que quiere una sociedad laser, el mismo que llama a la unidad, ¿pero a una unidad dispersa? Eso es un contrasentido. ¿Se referirá a tener a todas las multinacionales apretujadas, cada cual defendiendo su trocito en lugar de defender lo de todos? Defender la propiedad privada como algo sagrado atenta con lo que debe ser una sociedad laser y con lo que debe ser un auténtico nacionalista: o se piensa en uno mismo exclusivamente, en el estado, o en la nación, es decir, o eres liberal o eres comunista (formas del capital y del materialismo), o lo que sería mejor, eres nacionalista: pensar en uno mismo por el bien de los demás y pensar en el bien de los demás por uno mismo, actuar todos unidos, todos como un bloque y, en consecuencia, como una auténtica nación patriota y racial. Una sociedad donde cada cual trabaje para sí mismo, donde cada cual pueda ser dueño de su propio esfuerzo, de su propio trabajo en beneficio de la nación, sin perjudicar a la nación, eso es lo que yo quiero y, paradójicamente, Qbit también -o eso dice. Como dije al final de Sobre la Propiedad y Otros Asuntos: "Hay que garantizar la cohesión social, pero también la vida privada y el desarrollo individual. Yo quiero un pueblo unido que a la vez esté repleto de excepcionales individualidades".

He buscado en todo el artículo La Lucha Obrera dónde he podido decir que quiero las cosas gratis y he encontrado esto, que quizá haya inducido a error: "¿No son el trabajo y la vivienda derechos constitucionales? ¿Por qué me priva el sistema de mis derechos? ¿Por qué tengo que ir a mendigar al banco?". Vaya, parece que querer una vivienda digna y un trabajo es pedir que quiero las cosas gratis, parece que reclamar mi derecho a la propiedad de algo va a ser querer algo gratis: ¿el derecho natural se gana pagando? ¿Acaso he dicho que no quiera pagar mi casa? Seguramente este personaje esté feliz viendo cómo las personas se gastan 1/3 del sueldo o más (he tirado por lo bajo) en su piso, o viendo cómo el español de a pie se sumerge en el paro sin poder encontrar un trabajo y de esta forma no poder acceder a la vivienda, mientras los inmigrantes y los desechos del mundo consiguen todo sin esfuerzo gracias a la estupidez piadosa de los derechos humanos y nuestro gobierno títere. Zanjo pues el asunto, no reclamo nada gratis, sino mi derecho a una vivienda que no me lleve toda la vida pagarla, reclamo mi derecho a la propiedad, ¿no era eso algo natural?

Ser anticapitalista supone combatir el liberalismo económico y el marxismo económico a partes iguales, por ello aclamé de esta forma: "(…) donde la propiedad privada sea abolida –o al menos controlada, pues ésta debería tener una orientación social y nacional… ¡el capital tendrá patria!-; pero eso sí, los bienes serán dirigidos por los ciudadanos en usufructo, por los individuos, no por el estado, ¡no al capitalismo de estado!, ¡no al marxismo! ¡Fuera la usura! ¡La propiedad privada no es sagrada! Los recursos son de todos los individuos de la nación". Para este señor no debe ser la nación la que trabaje su tierra, sino la nación la que trabaje para los liberales que él defiende, para los señoritos, como se decía en los campos andaluces. Preconiza que mi idea es esclavitud y piensa que trabajar para otro no lo es. Yo quiero que mis compatriotas puedan trabajar para sí mismos y su país, por su pueblo, sin que nadie les mangonee ni saque de ellos plusvalías enormes. Hay más dignidad en trabajar por tu país que por una empresa privada. Una empresa puede irse a otro sitio, tu nación siempre estará ahí. He de reconocer que dije "abolir la propiedad privada" sin matizar nada. No pensaba en quitarle nada a nadie. Por ello me vi en la obligación de escribir Sobre la Propiedad y Otros Asuntos, para corregir mi error de no matizar, habiéndome dejado llevar por un exceso de hibris. En el texto dije lo siguiente:

"El objetivo de abolir la propiedad privada es eliminar el interés particular y egoísta y educar en “trabajar por el interés de la nación” y en el fomento de grandes valores de naturaleza aristocrática, así como dirigir el rumbo de la economía de un país: NO A LA LIBERTAD DE COMERCIO. Por supuesto, no me molesta el pequeño comercio –que cuidado con éste– y la propiedad de una vivienda, pero sí controlaría los precios y la venta inmobiliaria, prohibiendo la segunda vivienda, por ejemplo. Pensar que la propiedad privada es "libertad" es participar de la mentalidad capitalista. La propiedad privada debe circunscribirse a un mínimo que garantice un comercio sano que potencie una sociedad CON mercado y donde la figura del trabajador de su propio negocio juegue un papel vital en el país, proveyendo a la sociedad de todo lo que necesita: principalmente alimento, pero también libros, una copa... Cuando hablé de abolir la propiedad privada lo hice pensando en nacionalizar la banca y recursos estratégicos, destruir los grandes imperios empresariales, destruir el capital financiero, prescindir del patrón oro (en sustitución por el patrón trabajo, como hizo la NSDAP, medida anticapitalista por excelencia), etc. Mi "abolición de la propiedad privada" está, como veis, repleta de matices, por lo cual no es una literal abolición; es como cuando se dice que "estás en contra del aborto" y sin embargo consentirías un aborto si el embarazo supusiera un peligro para la vida de la madre o fuera por un bien eugenésico."

Como podéis observar, mi labor como nacionalista y anticapitalista feroz es hundir las dos formas de capitalismo perverso que nos acechan, el liberalismo y el marxismo, y crear una sociedad libre de la tiranía del mercado y del marxismo en su opresiva voluntad de reducir a todos a lo mismo y circunscribir el capital, los recursos de la nación, al exclusivo dominio del estado. El país será soberano si lo conduce la nación, si los recursos pertenecen a la nación, alejándose del egoísmo y construyendo juntos (sociedad láser) el futuro, lo cual debe garantizar un verdadero estado nacionalsocialista.

Qbit dice, refiriéndose al comunismo: "Una ideología para gente mezquina y ruin, que quiere aprovecharse del trabajo de los demás, pues en eso consiste el querer que el Estado les dé comida y alojamiento gratis". Y yo le digo a Qbit que tiene razón, pero: "una ideología para gente mezquina y ruin, que quiere aprovecharse del trabajo de los demás, pues en eso consiste el liberalismo económico, en esperar que lo privado te dé de todo, además de alojamiento pagándole al banco 1/3 de tu sueldo durante cuarenta años y no pudiéndote permitir tener una familia". ¿Y qué le ocurre a don polifacético, acaso su sentido común no le hace ver que el liberalismo económico SI quiere aprovecharse de los demás tal como hace el comunismo? Si atacas una forma de capital inevitablemente atacas a la otra, una porque es la base, la otra porque es la reacción, pero las dos son formas materialistas. Qbit quiere que trabajemos para el capital, quiere que la casa se la dé el capital; y luego dice de vivir del trabajo de uno mismo cuando el trabajo de uno mismo no es suyo, sino de aquel para quien trabaja en esta sociedad marchita llena de pro-capitalistas como Qbit, defensores de la propiedad privada como algo natural (y por lo tanto sagrada) y desechando por completo la posibilidad de la propiedad pública y los grandes beneficios que ésta pudiera dar a la nación si los recursos fueran bien gestionados. Pero ya dejé bien claro que en mi caso no quiero nada gratis, yo me lo quiero ganar todo, yo quiero sudar y ganarme las cosas con mi esfuerzo, ni siquiera quiero que trabajen para mí si no es indirectamente por la nación. Se trata de trabajar para uno mismo y por la nación, no para uno mismo y propiedades particulares, o para Florentino Pérez o Emilio Botín. ¿Por quién preferís trabajar, por vosotros mismos y por la nación o por el supra-capitalista Botín, a quien le da igual este país, sólo le importa su beneficio y que se paguen las hipotecas? Es posible que Qbit quiera que trabajéis para él, exprimiendo vuestra fuerza de trabajo y luego os despida por cuatro duros y una palmadita en la espalda.

La propiedad privada no es un derecho natural. En la naturaleza no existe la propiedad, sólo es una idea. La propiedad privada es la ambición que el hombre tiene por dominar a la naturaleza, por dominar las cosas y hacerlas suyas. Eso puede ser natural en el sentido de que el hombre se inclina a ello, pero no es un derecho: es el hombre que pretende justificar su dominio sobre las cosas y sobre las personas con el derecho o con la ley. Criticar la propiedad privada no es criticar a alguien que tiene una casa o un piso, sino a aquel que no trabaja su propiedad y la explota y se lucra con el trabajo de otros. ¿Ese derecho natural lo tienen solamente unos elegidos? Si es natural será un derecho que todo el mundo debe tener, y como es natural será un derecho para todos por igual… Igual que respirar es algo que hacemos de forma natural todos los hombres (y por igual), ¿es por ello respirar un derecho? No creo que la propiedad sea por tanto natural porque ningún derecho lo es. Si fuera natural sería porque la naturaleza te da ese derecho y la naturaleza no te da derecho a, sino capacidad de. Es el hombre con su voluntad el que se ha forjado un derecho para ganarse el derecho; el derecho para convertir la sociedad en la ley del más avieso, en la ley del más avaricioso, en la ley del menos ingenuo y menos noble, derecho a proclamar que la naturaleza humana es egoísta y malvada como si el hombre no pudiera ser otra cosa mejor. En definitiva, derecho a la propiedad, sí, pero a costa del trabajo de uno mismo y sobre uno mismo, no a costa del egoísmo generalizado, no a costa de nuestra cultura por beneficios particulares, no por un mundo sin valores.

Pero lo más rastrero que ha escrito Qbit es aludir a una situación personal que para mí supone toda una tragedia y un gran dolor, y esto no es victimismo, sino mi realidad, una realidad a la que me enfrento sin vergüenza cada día. Me refiero a ser un parado, a no poder hacer uso de mi derecho a trabajar, un derecho que yo me doy y que además es una obligación, ya que es con el trabajo con lo que se construye el futuro. Esta realidad también atosiga a mi amigo Alan, a quien también, infundadamente, ha acusado de comunista. Qbit dice, en relación a Alan y a mí: "Ante una crisis económica, los materialistas se vuelven comunistas bien deprisita. Parece que basta con quedarse sin trabajo para salir reclamando abolir la propiedad privada y que papá Estado les dé comida y piso gratis. Eso sí, sin abandonar el discurso nacionalista para seguir quedando bien." Y yo le respondo que parece que tener un trabajo es suficiente como para no estar en desacuerdo con el sistema capitalista liberal mientras el jefe te pague bien. Mientras tanto también seguirá con un discurso nacionalista para engañar a todo el mundo. Un nacionalista no usa la desgracia de un compatriota para denigrarlo. ¿Es este el tipo de camaradas que queremos? ¿Es este el tipo de camaradas que hipócritamente van demandando grandes valores?

Luego dice, aludiendo a mi concepto de libertad, una serie de incongruencias. La libertad es un problema filosófico, como la nada. La libertad no es algo que uno tenga, es algo que uno se da, pues no es un impulso, sino un acto de voluntad, algo que requiere responsabilidad y control. Sin embargo, Qbit dice: "Desde luego, en quien menos confiaría yo y de quien más me esperaría una traición, es de este tipo de gente tan deseosa de vender libertad por una supuesta seguridad, y en cambio, me fiaría de alguien que fuera lo contrario, de alguien que ha demostrado fortaleza, de alguien con los “huevos pelaos” (y mira que no me gusta esa expresión tan vulgar, pero no me ha quedado más remedio que usarla)". Pongo lo que está entre paréntesis para que no penséis que Qbit es una persona pedestre. Qbit demuestra que no ha entendido nada de mi concepto de libertad, y que es un ser con poca profundidad o empaque intelectual en un terreno que requiere algo más que sentido común. Por ello pondré una parrafada donde explico perfectamente qué significa la libertad para mí. En el artículo El Colmo del Igualitarismo, dije:

"Lo que no saben los legisladores y “utópicos” políticos que nos gobiernan es que la discriminación se manifiesta en el simple hecho de elegir, que la libertad misma es un acto de discriminación; y es algo tan natural que se da hasta en la propia naturaleza. Discriminar es renunciar a lo discriminado a cambio de lo mejor, lo mismo que elegir es libertad en cuanto se opta por algo por voluntad propia, pero a la vez se renuncia a la libertad pues no se podrá optar a lo renunciado, no se podrá dar marchar atrás: somos esclavos de nuestros actos, el tiempo hace imposible la libertad, la libertad hace imposible la propia libertad".

Así que no niego el concepto de libertad, en ningún momento lo he hecho, simplemente reformulo la libertad, la redefino, la contemplo como una contradicción en sí misma. Hablar de libertad es como hablar de la nada. ¿Existe la nada por hablar de ella? Nada es nada, y te lo dice uno que cree que la nada es la esencia de las cosas: detrás de la cosa hay nada, sólo más de la cosa (creo que esto es fenomenología). No está y sin embargo la definimos, nos planteamos el problema de la nada, le damos un lugar. Para mí la libertad es algo parecido, un problema filosófico.

La gente suele estar tirada en el sofá, viendo la tele o bebiendo en el bar, son actividades que no exigen ningún esfuerzo; con ese tipo de actividades la voluntad se relaja. ¿Es eso la libertad? Un acto de voluntad es coger tu bicicleta e irte a la cuesta más pronunciada y obligarte a subirla. Eso es un acto de voluntad y un acto, bajo mi propia concepción (que no es tanto mía, sino de Nietzsche, cuando dice, en Más Allá del Bien y del Mal: Toda volición consiste sencillamente en mandar y obedecer) de libertad: debemos ser esclavos de nosotros mismos, no debemos dejar que la pesada carga del cuerpo y de las comodidades nos supere. No creo en la libertad sin el sacrificio, no creo en una libertad que no sea una renuncia, lo demás es ser esclavo. Cuando alguien se deja llevar no es libre, sino esclavo, cuando alguien se manda y obedece su voluntad, es libre. ¿Queréis una libertad de esclavos o de señores? Así que no niego la libertad, la reformulo, le doy un sentido que creo es más real.

Y mucho pensarán que todo esto puede entrar en contradicción con la idea de librepensador, y mi concepto de dicha idea no entra en contradicción, sino que adquiere un sentido mucho mayor, pues yo definí librepensador como: “Ser librepensador es pensar sin miedo con toda la libertad que sólo uno es capaz de darse.” La libertad que “sólo uno” puede darse, es decir, la libertad que uno a voluntad sea capaz de darse, y ya he dicho lo que es la libertad, un mandar(se) y obedecer(se), es decir, voluntad.

Así que en quien menos confiaría yo sería en alguien que ve la libertad como algo tan pueril que no requiere de ninguna reflexión profunda, de gente que se vendería por un poco de libertad, renunciando al sacrificio y al compromiso con su nación por un goce personal. Al contrario, me aliaría con alguien que supiera que la libertad es su voluntad, lo que él se mande y se obedezca -es más, a lo que él se obligue, pues no debemos ser buenos con nosotros mismos, ya que si no se cae en la desidia-, aquel que es señor y no esclavo y no piensa en redentores que le manden (el empresario) para obedecer (el empleado). Un nacionalista ya sabe cuál es su mandar: defender la nación. Y un nacionalista de verdad, obedece, pues su compromiso está por encima de la libertad: su compromiso es la libertad. Y eso no es trabajar gratis, sino luchar por algo noble. No hay que esperar beneficio económico de todo, pues el beneficio y la rentabilidad también pueden "medirse" con otro tipo de valoraciones no materialistas. Parece ser que Qbit quiere que le paguen por todo, hasta por respirar. ¿Si no consigo un beneficio económico no defiendo la nación? Se ve claro quién quiere y quién no quiere lucrarse abanderándose de ideales nobles para no parecer un aprovechado. Qbit es como los comunistas, que justifican todo con la libertad, pero él lo hace con el nacionalismo, y con la libertad también.

Y sí, Qbit, el nacionalismo es una cosa muy seria. Es para gente que no sólo debe tener un mínimo de seriedad y de madurez y de bla bla bla, también es para gente que valora el respeto, el honor, la nobleza… Porque se puede ser muy inteligente, pero primero se es persona. Y tú sólo eres, en todo caso, inteligente, además de un liberal disfrazado de nacionalista.■

SOBRE LA PROPIEDAD Y OTROS ASUNTOS


Nota: He utilizado como base algunos comentarios míos publicados en el artículo LA LUCHA OBRERA.

"Mis amigos, entramos en unos tiempos terribles, una época que Alemania jamás ha conocido en su larga historia. Cada uno de nosotros debe esperar persecuciones, todo tipo de calumnias, se nos llamará traidores, y se nos intentará matar. No sabréis más de nosotros y es entonces cuando deberéis permanecer fieles a la Idea, combatir sin ceder donde os encontréis y obedecer lo mejor posible a vuestra conciencia".

Otto Strasser

Los capitalismos

Hay muchas formas de entender el capital. Por un lado tenemos el capitalismo liberal y por otro el comunismo, que es más capitalismo, sólo que de estado. Las dos participan de una misma finalidad material. Ninguna de ellas representa, a mi parecer, formas adecuadas para manejar la economía. Luego también existen diversas formas de socialismo, incluso sistemas mixtos que conjugan socialismo y capitalismo (muy dado en algunas sociedades occidentales en mayor o menor medida, aunque sólo por el intervencionismo estatal, pues en realidad el estado participa del sistema capitalista: intervención estatal no es socialismo, sino a veces -como hizo el PSOE dándoles todo nuestro dinero a los bancos- más sistema capitalista). Estas formas del capital también influyen sobremanera en el sistema de valores, así como en los hábitos y en la propia ética.

El capitalismo liberal, que ha cuajado excelentemente en el llamado mundo occidental, ha corrompido la sociedad con la imposición del nefasto estilo de vida a la que dicho sistema nos obliga, como el consumismo compulsivo. Tener más, y cada vez más, es necesario para una realización personal, te dice el capitalismo liberal: en esta sociedad todo es mercancía, incluso los seres humanos (convertidos en mercaderes de su fuerza de trabajo al mejor postor, trabajando para otro, no para sí mismos), y todo tiene un precio. Con estos hábitos el hombre sólo persigue su propio interés, se desvincula de la sociedad y su compromiso se circunscribe a él mismo (incluso en aquellos que trabajan para otro, que se sienten ilusamente libres porque luego pueden comprar con su dinero lo que quieran): la libertad individual absoluta, la atomización de la sociedad y el dinero parecen más importantes que el sentimiento de patria, que no es otra cosa -por encima de banderas y patrioterismo- que saberse integrado en y comprometido con un grupo étnico, además de unido a una tierra, y los valores aristocráticos. Yo defiendo la cohesión social y no una sociedad dispersa.

El capitalismo de estado no es menos perverso. En una sociedad comunista los ciudadanos no trabajan por su nación, sino por el sistema comunista, es decir, por el estado y no por la nación. En un sistema comunista no son los trabajadores y ciudadanos los que administran los medios de producción, sino ellos mismos son el medio por el cual el estado produce: el hombre reducido a una mera "tuerca" o "tornillo" de la trituradora comunista, atomizando también como en el capitalismo liberal, aunque no en miles de partes individuales, sino reduciendo todo a lo mismo: no existe el individuo, sino la masa.

En el capitalismo liberal tu posición social lo marca tu nivel económico, en el capitalismo de estado no existen clases sociales, pues son todos iguales, una masa. En el primero hay una sociedad de niveles adquisitivos y en la segunda la lucha de clases parece superada. Y debe ser superada, pero no de esa forma, una sociedad debe regirse por un principio aristocrático como el de la jerarquía, una jerarquía instituida en los valores y no en principios materialistas: la lucha de clases debe superarse en el sentido de que tu posición no la va a regir tu posición económica ni nadie será más que nadie por poseer más cosas: la dignidad se mide de otra forma. Combatiendo el liberalismo combatimos igualmente el problema que de él se deriva, "la lucha de clases" (hoy no sería de clases, sino de niveles económicos). Así, luchar contra el capital es luchar contra el liberalismo y contra el comunismo a partes iguales.

En el liberalismo la propiedad privada aspira a conseguir el poder, en el segundo la propiedad privada se circunscribe al estado: todo es propiedad del estado, incluso las personas. Sin embargo hablamos de que las posesiones del estado son "públicas", cuando nada es público en realidad, nadie tiene nada propio, todo lo tiene el estado. En el primero el sistema de valores propugna la libertad individual como máximo exponente e ideal, que no es otra cosa que promover el egoísmo y la destrucción del grupo, de la sociedad cohesionada. En el segundo no existe libertad individual, eres propiedad del estado y el totalitarismo se muestra de forma evidente, no como en el liberalismo, sibilino y disimulado.

Sin embargo podemos hablar de que en Occidente, a pesar de prevalecer una mentalidad liberal, y de hecho así es, pueda llevarnos a confusión las empresas públicas. Esas empresas son simplemente eso, públicas porque se nutren del dinero procedente de impuestos y los beneficios van al estado si los hubiera, pero participan de la misma mentalidad liberal: el estado es una empresa, el ciudadano un cliente timado por todos los lados. En el mundo del libre mercado, el estado es simplemente una empresa más en competencia con las demás y que a su vez, desde el ejecutivo, suele propugnar medidas para favorecer al capital y el libre comercio: abaratamiento de despidos, entrada masiva de inmigrantes, etc. Mientras tanto, el contribuyente español no participa de los beneficios de la empresa pública, empresas que suelen ser generalmente deficitarias.

Así que como veis la propiedad pública no existe en sí misma, sino solamente la privada. En el liberalismo las personas pueden tener acceso a la propiedad, y a eso le llamamos respeto por la propiedad privada, y en el capitalismo de estado el propietario de todo es el estado y nadie tiene propiedad, ese todo es su propiedad privada, propiedad a la cual el súbdito o ciudadano podrá acceder si el estado quiere. En el primero, en definitiva, la propiedad puede estar en manos de mucha gente, en la otra en manos de una única entidad. El capitalismo de estado es el monopolio total, la propiedad en manos de una sola entidad, y para el estado eso es su propiedad privada.

LA PROPIEDAD DE LA TIERRRA (TANTO EN SU SUPERFICIO COMO EN EL SUBSUELO) Y DE LOS MEDIOS DE PRODUCCIÓN DEBEN PERTENECER A LA NACIÓN Y NO A PARTICULARES QUE ANTEPONEN SU INTERÉS A LA PATRIA. SON FARSANTES AQUELLOS QUE DEFIENDEN LA SOCIEDAD COHESIONADA Y A SU VEZ LA PROPIEDAD PRIVADA COMO ALGO SAGRADO E INALIENABLE.


La esclavitud y el nacionalismo

Gregor Strasser
En las dos formas de capitalismo señaladas la esclavitud está presente. En el liberalismo te esclaviza el contrato y el propio mercado con su constante llamamiento a la compra mediante los eficaces mecanismo de propaganda y enajenación que utiliza (la publicidad); en el capitalismo de estado es el propio estado quien te esclaviza, quitándote toda tu libertad y obligándote a trabajar por y para el estado y no por la nación, tu patria, tu pueblo y por ti mismo. En ambas está presente el totalitarismo. En el liberalismo el capital y el dinero se persiguen como el máximo objetivo y te ocupan la mente y el cuerpo en dicho objetivo constantemente, privándote de la realización y cultivo personales y sometiéndote mediante la deuda y una falsa realización de la felicidad, una felicidad material. Mientras, en el capitalismo de estado tu mente y tu cuerpo no pertenecen a uno mismo, debes pensar lo que piensa el estado (control mental) y tienes que hacer lo que el estado te dice (control del cuerpo). En el liberalismo hay tanta libertad que se piensa cualquier cosa y nadie tiene nada claro, ni siquiera se sabe qué elegir (la libertad te incapacita para la libertad); en el capitalismo de estado está claro lo que se debe pensar, porque te "lo dictan", te dan lo "ya pensado", lo que piensas no lo has pensado tú, no existe el criterio propio. ¿Dónde está entonces la libertad en ambas? En una de tanta luz te ciegas y en la otra de no haber luz ves nada, y se trata de ver, ¿no?

Hay argumentos en la defensa de la propiedad privada que sostienen que ésta es primordial para la libertad. Al parecer, propugnar la propiedad pública es obligar a todos trabajar gratis, esclavizarla. Parece ser que trabajar, por ejemplo, para un empresario no sería esclavitud, pero hacerlo por tu nación si lo sería. ¿El empresario por encima de la patria? Eso suena a internacionalismo, a liberalismo, a que el capital no tiene patria. Vamos a ver aquí quiénes son los traidores y los no nacionalistas, hablemos de capitalistas disfrazados de nacionalistas. De todas formas, yo nunca he hablado de trabajar gratis, eso es un auténtico disparate y una idiotez "zapateril". Uno debe recibir una remuneración justa por su trabajo. Si algún día tengo que pelear en una guerra, que sea por mí país, por mí y mis compatriotas, por mi tierra y mi sangre, y no para que un empresario español esclaviza-negros o un agente de Wall Street consigan su máximo beneficio mientras sus hijos estudian en Harvard.


Ser nacionalista es defender tu patria, tu pueblo, tu grupo étnico (raza más cultura). En esta defensa no interviene lo económico, o sí, si se habla de nacional-capitalismo, pero yo entiendo, de todas formas, que predominantemente el nacionalismo encierra en sí un complejo entramado de ideales arraigados a la tierra y a la sangre. Por ello, sé que se puede ser comunista (no marxista), socialista (no marxista) o capitalista y a la vez nacionalista, que se puede defender la propiedad privada o pública y ser nacionalista y que por defender la propiedad pública no eres comunista. Por supuesto no hablo de eurabianos o eurosionistas, éstos han traicionado a su país y son los verdaderamente antipatriotas porque se han vendido al extranjero y a valores universales que promueven la bastardización de nuestra patria.


La lucha de clases

En cuanto a lo de lucha de clases y lo que presupone, la sociedad de clases, por supuesto que debe ser superada, pues nuestra lucha es NACIONAL -una lucha de todos unidos y no una lucha entre nosotros. Queremos cohesión social y no una sociedad dispersa, ¿verdad?

Si te ponen esta señal, di que eres librepensador: eso es disidencia.
Pero esto no quiere decir que cada cual no tenga conciencia de su posición social, que ojo, posición, no clase: un español que trabaja en un laboratorio no es menos español que un obrero de la construcción, ambos trabajan por su país. La sociedad debe partir de los méritos y construir la sociedad a partir de esos méritos, además de por los valores, y construir también esa sociedad a partir de esos valores: cada cual en su puesto laboral adecuado cobrando una remuneración afín a su puesto (ya sea por méritos académicos, laborales, capacidades…), y cada cual a su altura en una sociedad a su vez aristocrática (valores). Al final da igual si eres obrero, un delegado de empresa nacional o quien dirige su pequeño negocio, lo que determinará tu posición son tus valores, tu compromiso y tu sacrificio por la nación. Lo que importa es el grupo, el compromiso social se hace necesario: una sociedad cohesionada, que no atomizada o masificada, es lo que debe defender un verdadero nacionalista por encima de egoísmos llevados al extremo (lo que fomenta el capitalismo liberal) y de abnegaciones absurdas llevadas a lo indigesto (lo que promueve el capitalismo de estado y el monoteísmo). Libertad sin renunciar al compromiso, compromiso sin renunciar a la libertad. Que nuestra libertad sea un compromiso y nuestro compromiso sea la libertad.


La abolición de la propiedad privada, las posesiones de las personas y la sociedad con mercado

La mundialización a la que asistimos hoy no es el «Estado universal» que Ernst Jünger creyó vislumbrar y que se constituiría a partir de la fusión progresiva de la «estrella roja» y la «estrella blanca», es decir, del este y el oeste. Con la mundialización, la Tierra tiende a unificarse bajo la forma del mercado, bajo el horizonte de la lógica de la mercancía y de la búsqueda del incremento permanente de beneficios. La transformación de las mentalidades acompaña al advenimiento de un mercado mundial. La interiorización del modelo de mercado consagra la primacía de los valores mercantiles tano en las mentes como en los comportamientos. El modelo antropológico dominante hoy es el modelo utilitarista: el hombre se define como un individuo esencialmente interesado en producir y (sobre todo) en consumir, como un agente económico que busca permanentemente maximizar su mejor interés. Así pasamos de una sociedad con mercado a una sociedad de mercado. Pero es obvio que con el desarrollo de los cambios no desaparecen ni la alienación ni el perjuicio.

Debemos señalar que no sido la izquierda «cosmopolita» sino la derecha liberal la que ha realizado o permitido la globalización. Ésta se corresponde con la tendencia secular del capitalismo: el mercado no tiene, por definición, más límites que los propios. La constatación de que el capitalismo ha sido más eficaz que el comunismo para la realización del «ideal internacionalista» no es paradójica más que en apariencia. Históricamente ha sido sobre todo la izquierda la que se ha referido al «cosmopolitismo», pero hoy no son los partidos de izquierda sino, por el contrario, los partidos de derecha, los que favorecen con más ahínco la mundialización. Quien critica la mundialización sin decir nada sobre la forma capital, haría mejor en callarse.

ALAIN DE BENOIST (Antología a cago de Javier Ruiz Portella). MÁS ALLÁ DE LA DERECHA Y DE LA IZQUIERDA, "El pensamiento político que rompe esquemas". Editorial Áltera. Primera edición: febrero de 2010. La traducción: María Graíño. Pág. 133-134

El objetivo de abolir la propiedad privada es eliminar el interés particular y egoísta y educar en “trabajar por el interés de la nación” y en el fomento de grandes valores de naturaleza aristocrática, así como dirigir el rumbo de la economía de un país: NO A LA LIBERTAD DE COMERCIO. Por supuesto, no me molesta el pequeño comercio –que cuidado con éstos– y la propiedad de una vivienda, pero sí controlaría los precios y la venta inmobiliaria, prohibiendo la segunda vivienda, por ejemplo. Pensar que la propiedad privada es "libertad" es participar de la mentalidad capitalista. La propiedad privada debe circunscribirse a un mínimo que garantice un comercio sano que potencie una sociedad CON mercado y donde la figura del trabajador de su propio negocio juegue un papel vital en el país, proveyendo a la sociedad de todo lo que necesita: principalmente alimento, pero también libros, una copa... Cuando hablé de abolir la propiedad privada lo hice pensando en nacionalizar la banca y recursos estratégicos, destruir los grandes imperios empresariales, destruir el capital financiero, prescindir del patrón oro (en sustitución por el patrón trabajo, como hizo la NSDAP, medida anticapitalista por excelencia), etc. Mi "abolición de la propiedad privada" está, como veis, repleta de matices, por lo cual no es una literal abolición; es como cuando se dice que "estás en contra del aborto" y sin embargo consentirías un aborto si el embarazo supusiera un peligro para la vida de la madre o fuera por un bien eugenésico.

Las personas deben trabajar por su nación, por su gente, no por su propio interés egoísta: los recursos de la nación serían cedidos a los miembros de la nación en usufructo, de esta forma la nación nace del pueblo y no del estado, pues serían los propios ciudadanos quienes trabajarían para sí mismos y su grupo étnico. Eso no restaría a que cada cual potenciara sus habilidades en muchos aspectos, como en el arte o en la ciencia, en el ingenio y en el deporte, que cada cual siga su propio capricho e interés en muchos aspectos, como en la literatura, en la filosofía… pero eso ya es otra cosa, forma parte de la educación y de la cultura: la nación debe potenciar “el genio” de nuestra raza. ¡LA REVOLUCIÓN DEBE SER TAMBIÉN CULTURAL Y ELLO EMPIEZA POR RETOMARLA, PUES EN CIERTO MODO HEMOS SIDO DESPOSEÍDOS DE ELLA!

No obstante contemplo el egoísmo como una de las actitudes que constituyen la naturaleza humana (pero no la única, no creo eso de que el hombre sea por naturaleza exclusivamente egoísta, como si el hombre no pudiera ser otra cosa: el hombre, cuando se conoce, es lo que quiere ser y se comporta como él decide: dominio de sí -no somos sólo impulsos, también control) y por lo tanto no debe despreciarse pues es evidente que habrá que dejar que ese egoísmo o interés personal se desarrolle por el bien del individuo. Despreciarlo sería negar parte de la realidad humana. Cuando hablo de interés egoísta me refiero a la avaricia, a esa mentalidad que piensa en quitarle al otro lo que tiene, que es la mentalidad empresarial: el banco te quiere quitar el dinero, el estado también te lo quiere quitar, la telefonía lo mismo… Educar en la eliminación de ese interés egoísta es esencial para fomentar una sociedad cohesionada y no dispersa, dejando lugar a ese egoísmo sano que va dirigido a la auto-superación y a la propia realización personal sin fastidiar a nadie.

Hay que garantizar la cohesión social, pero también la vida privada y el desarrollo individual. Yo quiero un pueblo unido que a la vez esté repleto de excepcionales individualidades.■

MI LUCHA


NOTA: El autor de este blog, de ser cierto, condena el Holocausto, además de todo tipo de genocidio; pero defiende, en la misma proporción que condena lo anterior (y son proporciones inabarcables), el derecho a todas las razas y pueblos a existir y a defenderse ante las agresiones externas. Por otro lado, condeno la censura que imprimen siempre los vencedores en la historia y la falsificación que de ella hacen, así como la moralización de ésta y la pérdida de toda objetividad y rigurosidad.

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Por fin me he leído el Mein Kampf, escrito por Adolf Hitler Pöltz. Sin duda me he leído una edición mediocre, con faltas de ortografía y errores de expresión incluso, no sé si por incompetencia de los editores o de forma premeditada. He aquí los datos de la edición.
Adolf Hitler, MI LUCHA (Mein Kampf: discurso desde el delirio). Colección «Ave Fénix Histórica» nº16, Barcelona, año 2003. Traducción de Sandra Schenker.
Me he tenido que conformar con lo que hay al haberme sido imposible hacerme con una edición como mínimo correcta. Pero a pesar de ser una edición mediocre me ha hecho pasar buenos ratos y ver la visión del demonizado fuhrer alemán: chivo expiatorio por excelencia de (casi) todo. No obstante, sería una ingenuidad pensar que la traducción está hecha con buena conciencia y no con la intencionalidad de falsificar párrafos, cambiar alguna palabra por otra o sesgar la obra.

Como bien es sabido Mi Lucha fue escrito en la prisión de Landsberg tras haber sido encarcelado por una intentona de golpe, inmortalizado en la historia como putsch de Bürgerbräu. En la prisión escribió el libro del que voy a hablar, espero que con la máxima imparcialidad y profundidad. Así que sigamos desmontando la edición y a Sandra Schenker, mujer a la que no he podido poner una cara, traductora de la edición que tengo entre manos y autora, igualmente, de la pequeña introducción; o así creo, pues no viene firmada.

Para empezar, Mi Lucha viene subtitulada de la siguiente forma: "Mein Kampf: discurso desde el delirio". Una vez acabada la lectura, para no precipitarme en juicios, me dije a mí mismo que discursos delirantes hay muchos pero no precisamente el del líder nacionalsocialista. Al contrario, veo un discurso sensato, acorde a su época -donde el antisemitismo no era propiedad de las NSDAP, sino de multitud de personajes y fuerzas políticas de diversa ideología (muchos de esos personajes y fuerzas políticas han sido exonerados y salvados en el presente, ya sea por omisión o mediante buena propaganda)-, además de colmado de amor y sinceridad hacia su pueblo, cultura y raza, es decir, hacia su grupo étnico.

En la introducción se dice lo que sigue en uno de sus apartados (Págs. 7, 8). 

-Entre líneas aportaré reflexiones propias-

DE LA OMISIÓN DE LA HISTORIA A LA CORRIENTE REVISIONISTA
Algunos libros como Mi Lucha han sido prohibidos o no recomendados con la intención de dejar constancia patente del rechazo a las tesis defendidas en ellos. Pero esconder datos sobre la historia no hace más que crear mitos, falsos mitos.
- Estoy deacuerdo. Una de las pocas cosas sensatas dichas. En cuanto a tesis rechazadas se referirá en concreto al racismo exacerbado, cosa cierta en el nazismo; racismo no menos cierto, aunque bajo otros presupuestos, que en el progresismo o en el cristianismo o... ideologías o doctrinas que rechazan igualmente lo diferente para reducirlo a un "igual", a una inmensa masa de individuos indiferenciables a escala global.
Y en este ambiente mítico ha surgido la corriente revisionista.
La corriente revisionista pretende que el holocausto nazi no existió o por lo menos que no alcanzó tan desorbitadas dimensiones. Pretende que «la fantasía del holocausto» no fue más que una trama de los judíos para lograr establecer el Estado de Israel.
- La corriente revisionista ha aportado datos objetivos que ponen en duda la realidad que nos venden los vencedores de la guerra. Si tan convencidos están de los crímenes del nazismo ¿por qué no dejan que se estudie libremente?, ¿por qué hay tanto interés por parte de los propios judíos en ser víctimas de todo? Si escribís "negacionismo" o "revisionismo" en cualquier buscador podréis encontrar muchas lecturas y videos para leer y ver siempre de forma crítica.
Esta corriente: reduce el número de víctimas de seis millones a medio millón; niega la existencia de los campos de exterminio y, así, afirma que Auschwitz no fue más que un campo de trabajo y que los hornos crematorios, que todavía hoy se pueden visitar, fueron construidos después del fin de la Segunda Guerra Mundial para desprestigiar a los nazis…
- Se niega precisamente por el oscurantismo que se mueve en torno a todo el asunto. Hoy se estima que hay entre 12 y 15 millones de judíos en todo el mundo. En 1933, según datos del enlace que podréis leer a continuación, la población judía en Europa era poco mayor de 9 millones.
De ahí que yo vea, como muchos, exagerada la cifra de 6 millones de judíos muertos a manos de los nazis en sus campos. O es exagerada o los nazis fueron muy pero que muy eficaces. En todo caso da igual que murieran seis millones o dos judíos, el matar por motivos de raza o cultura es despreciable y lo condenaré siempre. Aún así, en muchas informaciones se duda de los hornos crematorios y cámaras de gas… y por eso te meten en la cárcel. Los afirmacionistas deben tener algo escondido para querer evitar a toda costa que se investigue El Holocausto.
La prohibición directa o indirecta de ir a las fuentes del nazismo impide comprender su tono, impide enfrentarse a la corriente revisionista con el conocimiento necesario para la crítica.
- Este párrafo es muy ingenioso. Precisamente son los que no niegan el holocausto, los que hacen caso de todo lo que se dice, quienes son víctimas de los reproches de los revisionistas y negacionistas. No hay ningún investigador afirmacionista que haya estado en la cárcel o sufrido persecución mediática y difamación. De hecho, está tipificado como delito negar el holocausto en diversos tribunales de todo el mundo. Ejemplo:
Condenan a cinco años de prisión a negacionista austríaco detenido en España

Una vez más la libertad de opinión queda desacreditada. ¿Cómo es posible que pase esto en un Occidente que se vanagloria de sus logros en el terreno de la libertad? Está claro que te dejan departir hasta que no eres incómodo. A mi parecer, si querían castigar o desacreditar a los negacionistas, no lo hacen precisamente mandándoles a la cárcel o multándoles, eso, si acaso, da alas a los negacionistas y hace sospechar que la verdad no es como nos la detallan.
Las pruebas de la gravedad del holocausto pueden manipularse, pero no el exaltado tono de los discursos del nacionalsocialismo.
- El mismo tono exaltado de Hitler y sus discursos era algo tan común en la época en tantos otros líderes que no lo veo como argumento contra los nazis.
Ahora parece que incluso Hitler era políticamente correcto. Ahí van dos de sus frases que demuestran su racismo y su obsesión por el mejoramiento de la raza:
«El Estado declarará impropio para la reproducción a todo aquel que se halle evidentemente enfermo o padezca de incapacidad hereditaria, respaldando su actitud con la acción». (Hitler, Mi lucha, «El Estado»)
«Considérese cuán funestas son las consecuencias que a diario trae consigo la bastardización judaica de nuestro pueblo y reflexiónese también que este envenenamiento de nuestra sangre, sólo al cabo de los siglos -o tal vez jamás- podrá ser eliminado del organismo nacional. Millares de nuestros conciudadanos pasan como ciegos ante el hecho del emponzoñamiento de nuestra raza, sistemáticamente practicado por el judío». (Hitler, Mi lucha, «La farsa del federalismo»)
- ¿Qué Hitler parece ahora políticamente correcto? Ya vemos quién desvaría y a qué se refería lo de "discurso desde el delirio", a casi toda la introducción.

El enfoque de Hitler en su libro es claramente racista y xenófobo. Para Hitler, la raza y la nación van unidas, odia tanto al no ario como al extranjero de cualquier nacionalidad que no sea la alemana o de la órbita germana; con ese enfoque "racio-nacionalista" no solamente adquiere la raza un componente nacional sino que la propia nacionalidad encierra en sí lo que es la raza (se habla de raza alemana, raza checa, raza rutena…). Pero eso se destila en el discurso, un discurso para exaltar a las masas y favorecer un espíritu de orgullo nacional y de amor a la patria, algo de lo que carecen hoy desgraciadamente los españoles. En la práctica bien sabemos que Hitler no escatimó esfuerzos en crear alianzas tanto en el mundo musulmán como en Oriente. Pero ante todo era antisemita, y a pesar de ello en el libro no se desprende ninguna muestra o prueba que dé verosimilitud a La Solución Final. En la contraportada se dice: "El argumento más efectivo contra las corrientes revisionistas que niegan el holocausto es el mismo Mein Kampf". Pues no, este libro no me parece un argumento válido para los vencedores de la guerra. En Mi Lucha solamente leo la voz de un hombre embargado por el amor a su patria y a la historia que le antecede, un hombre concienciado en la importancia de la sangre, del pueblo y del trabajo. Por otro lado, se pueden entrever los deseos de venganza de muchos alemanes tras la derrota en la Primera Guerra Mundial y el mal llamado Tratado de Paz de Versalles, tratado abusivo e injusto con el que los vencedores se cebaron contra Alemania.
«Estaba convencido de que el Estado se había impuesto la misión de contener y obstruir la acción de todo alemán realmente grande, apoyando, por el contrario, todo aquello que fuese antialemán. Yo detestaba la mezcla de razas que se exhibía en la capital (se refiere a Viena), odiaba aquella abigarrada colección de checos, polacos, húngaros, rutenos, serbios, croatas, etc., y, por encima de todo odiaba a los judíos, ese fangoso producto presente en todas partes: judíos y siempre judíos». (Pág. 51)
Cuando digo que el libro está escrito sensatamente tengo mis motivos: Hitler argumenta sus postulados, no parecen dictados precisamente por un lunático o un enfermo mental. Incluso justifica su antisemitismo y explica cómo llego a tal extremo. Llegó a tal extremo al darse cuenta de que los judíos no eran alemanes, sino extranjeros que mediante el sionismo pretendían un Estado propio. Los judíos, pues, no lucharían por Alemania y ningún estado que no fuera el propio, sino por el interés de su raza, de su cultura y nada más: o Israel o el dominio mundial (hoy sabemos que las dos cosas). Los judíos son el pueblo más resistente sobre la faz de la tierra, de eso no cabe duda y hasta el propio Hitler lo destaca. Cabe enfatizar en que casi existen tantos judíos en Estados Unidos como en Israel… y bien es conocida la orientación política internacional que tiene el gobierno norteamericano. Por otro lado, en aquella Alemania pre-nacionalsocialista (anterior al triunfo de las elecciones de 1933) era más que evidente el control que los judíos tenían sobre la economía y los medios de comunicación, lo que contribuía a la desconfianza de los gentiles: ¿por qué una raza extranjera quiere hacerse con todo el control de las finanzas y de los medios de comunicación? Además, el bolchevismo estaba a la vuelta de la esquina y bien es sabida las connotaciones judías que tiene dicha ideología, a pesar del antisemitismo de muchos de sus dirigentes. Si el cristianismo es la religión judía para los gentiles (es decir, para no judíos), el marxismo es ideología judía para los dichosos gentiles. Una relación muy imprecisa pero que puede servir para ilustrar toda la influencia judía tanto en lo ideológico como en lo religioso ya actúe o no la raza judía directamente.
«(…) Las oficinas estaban llenas de judíos. Casi todos los empleados eran judíos y casi todos los judíos eran empleados. Sorprendíame aquella muchedumbre de combatientes de la raza escogida y no podía menos que comparar su elevado número con la escasez con que esta raza estaba representada en los campos de batalla.
En el mundo de los negocios era todavía peor. La nacionalidad judía se había tornado allí verdaderamente "indispensable"». (Pág. 75)
En nuestro país, sin conciencia de Estado ni siquiera en nuestros gobernantes (que parecen más administradores de una ONG), donde la nacionalidad se le da a cualquiera, se está dando un grave caso de "bastardización", tal como lo consideraría Hitler. El Universalismo, que está aglutinando y destruyendo todas las identidades culturales y raciales, contribuye a que cualquier persona pueda ser de donde sea sin importar quién es él y de dónde viene. La humanidad no es una nacionalidad, sino un concepto zoológico y antropológico que define la diversidad cultural y racial del planeta. El Universalismo es el etnocentrismo globalizado: una cultura y una raza para todos. Y Hitler se planteaba, ¿quién puede ser alemán?:
«Apenas si es posible figurarse que exista alguien capaz de suponer que un negro o un chino, por ejemplo, puedan convertirse en alemanes porque hayan aprendido esta lengua y estén dispuestos a hablarla por el resto de sus días y a votar por algún partido político alemán. Semejante proceso equivaldría a un principio de bastardización de nuestra raza y no sería en este caso germanización, sino por el contrario la destrucción del elemento alemán.
Desde el momento en que la nacionalidad, o mejor dicho la raza, no es una cuestión de idioma sino de sangre, sólo sería posible hablar de germanización si el proceso pudiese alterar la naturaleza de la sangre de la persona a él sometida. Esto no obstante, es imposible. Por consiguiente, para que tuviese lugar la germanización, sería indispensable la mezcla de la sangre, la cual equivaldría a rebajar el nivel de la raza superior». (Pág. 134)
Para Hitler era de especial interés educar a su pueblo en el deporte. El deporte despierta el espíritu de lucha y de sacrificio. En la actualidad observamos cómo mediante los entretenimientos, la comida basura y el adocenamiento de la sociedad, componentes nefastos de la vida sedentaria moderna, la ciudadanía se inmola. Hitler demostró que la inculcación de grandes valores hacía a un pueblo fuerte, que despertaba de él una voluntad capaz de todo. Hoy en día, lo único capaz de levantar esa voluntad es el dinero, y no por su patria, sino por sí mismo y los plutócratas: todos los días pensamos en lo dinerario, más que en sexo incluso, lo que es lamentable y rúbrica de una vida ruinosa y decadente. En la época del nacionalsocialismo tengo entendido que sólo el 7% del salario era lo que todo alemán invertía en una vivienda. Hoy supone una barbaridad que me da vergüenza poner. Volviendo a lo primero, cabe destacar como curiosidad cómo Hitler gustaba del pugilismo como deporte:
«En las escuelas de un Estado nacional habrá de dedicarse más tiempo al ejercicio corporal. No deberá transcurrir un solo día sin que un muchacho no consagre al menos una hora al adiestramiento físico, así de mañana como de tarde, en forma de juegos y de gimnasia. Hay un deporte en particular que no se ha de excluir de ninguna manera: el boxeo. Apenas si es posible creer lo falsas que son las ideas imperantes sobre éste entre las personas «educadas». Suponen tales personas que es natural y honroso para un joven aprender esgrima y batirse en duelo, pero mirar como una grosería el boxeo. ¿Por qué? No existe deporte alguno que estimule tanto como éste el espíritu de ataque; requiere una decisión rápida como el relámpago y templa y agiliza el cuerpo. Y el hecho de que dos jóvenes resuelvan sus disputas trenzándose a puñetazos, no es en modo alguno más grosero que sí lo hicieran empleando al efecto una pulida hoja de acero». (Pág. 142)

Para el tercer Reich era muy importante la propaganda. En el propio libro, en la introducción, se le echa en cara al movimiento nacionalsocialista el hecho de que toma a la ciudadanía, es decir, a la masa popular, como a un conjunto manipulable y estúpido. ¿Acaso no es así? Pero es que esa perspectiva existe en cualquier ideología realista, y más en aquella época, cuando no habían tantos cortapisas a la hora de expresarse: antes había mayor claridad en los mensajes. Hoy en día es más que latente el borreguismo, y ese borreguismo es una demostración objetiva de esa estupidez y maleabilidad de la masa. Por otro lado, construir una propaganda que llegue al menos inteligente de los individuos es una muestra del talante popular y proletario del movimiento nacionalsocialista y que éste no excluía a ningún alemán fuera cuáles fueran sus capacidades.

Se habla de demagogia, de manipulación… La manipulación existe allí donde no se reflexiona sobre la información recibida o cuando uno se deja llevar por las emociones. En todo caso, no entiendo por qué se condena el ejercicio de la demagogia cuando es algo inherente en la política actual y de siempre. No hay política sin demagogia. La política discursiva que ha conocido el hombre siempre ha consistido en desparramar halagos, en la esperanza… todo político es un demagogo. Pero hay dos tipo de demagogia (en el plano emocional), una que miente y otra que dice la verdad, una que lucha por los verdaderos sentimientos que transmite y habla con el corazón y otra que lo hace de forma ladina, engañando y aprovechándose de la masa estúpida que conforma la sociedad. Nadie podrá negar que el tercer Reich no fue una época de prosperidad para Alemania y sus ciudadanos, lo mismo que el fascismo para Italia. ¡Oh, pobres borregos! Es verdad que Hitler utilizó a su pueblo pero todo pueblo elige a su gobernante para ser utilizado por el bien de sus propios intereses, ¿acaso no ocurre eso en nuestra democracia? Una política no demagógica, es decir, una política basada en argumentaciones, en la crítica constructiva y en lo intelectual donde se cultivara la razón (de la sensata, de la que está en el mundo, no la de "ideas universales" -los universalistas son platónicos modernos), una forma de ser político que en definitiva abogara a la inteligencia en lugar de a las emociones, sólo sería posible en sociedades donde la masa social fuera lo suficientemente educada y responsable, además de comprensiva, inteligente e intuitiva. Sin embargo, la sociedad que existe en la realidad es muy diferente de lo que muchos fantaseadores idealistas creen, la sociedad es maleable e ingenua, además de muy estúpida (no es un insulto, sino una palabra descriptiva de la sociedad). Queda mucho para que se alcance la mayoría de edad.
«Toda propaganda debe ser popular, adoptando su nivel intelectual a la capacidad respectiva del menos inteligente de los individuos a quienes se desee que vaya dirigida. De esta suerte, es menester que la elevación mental sea tanto menor cuanto más grande sea la masa que deba conquistar. Si se tratara, como acontece con la propaganda destinada a llevar adelante una guerra, de reunir a toda una nación en torno a determinado círculo de influencia, jamás se podría poner suficiente cuidado en evitar un nivel excesivamente alto de intelectualidad.
La capacidad receptiva de las multitudes es sumamente limitada y su comprensión escasa; por otra parte, tienen una gran facilidad para el olvido. De modo que toda propaganda, para que sea eficaz, se debe limitar a muy pocos puntos, presentándolos en forma de gritos de combate repetidos hasta que el último hombre haya interpretado el significado de cada uno. Si se sacrificara este principio al deseo de presentar la propaganda bajo múltiples aspectos, ésta perdería su efecto, ya que la muchedumbre resulta impotente para dirigir y asumir el material que se le ofrece; además se debilitaría, acabaría perdiendo su eficacia». (Pág. 70)
Para concluir, decir que evidentemente el movimiento nacionalsocialista no era democrático, por lo que rechazaba el parlamentarismo, el sufragio universal y la pluralidad política, siendo éstos los pilares fundamentales para comprender el componente totalitario del nacionalsocialismo. El parlamentarismo y la vida democrática suponen un derroche de recursos y de dinero público demasiado elevado, además de que no beneficia en absoluto a la premura de decisiones y a la efectividad que un Estado requiere. Por el contrario, se defiende la figura del líder, quien no debe estar supeditado a opiniones o mandatos ajenos. Y cómo no, el NS fue un movimiento que ofrecía una nueva visión del mundo con una idiosincrasia anticapitalista, poniendo en jaque la actividad preferida por la judería: la usura.

«8. El joven movimiento es en esencia y organización antiparlamentario; rechaza, tanto en su principio como en su composición, cualquier teoría basada en el sufragio de las mayorías, que implique el hecho de que el jefe se vea rebajado a no tener otra misión que la de poner en práctica órdenes y opiniones ajenas. El movimiento sustenta, así en las cuestiones pequeñas como en las grandes, el principio de la autoridad incuestionable del jefe, combinada con su más absoluta responsabilidad. Uno de los deberes principales del movimiento consiste en lograr que este principio rija, no sólo en lo que respecta a sus propias filas, sino también, y en forma decisiva, para toda la nación». (Pág. 122)



Fragmentos de Mi Lucha que me han llamado la atención:

«(…) El 27 de marzo de 1919, muy de madrugada, se intentó detenerme, pero cuando mostré mi fusil a los tres jóvenes que venían a arrestarme, éstos perdieron los bríos y se marcharon por donde habían venido. (…)» (Pág. 81) 

«(…) Nadie tiene derecho a pecar a expensas de la posteridad, es decir, de la raza». (Pág. 98) 

«Cuando los nacionalistas celebramos una asamblea, éramos nosotros mismos y no otros los soberanos. Más de una vez ocurrió que un puñado de nuestros camaradas se impuso heroicamente sobre una masa furiosa de elementos rojos. Seguramente que a la postre habría podido ser dominado aquel puñado de quince o veinte hombres, pero bien sabían los otros que antes se les hundiría el cráneo al doble o al triple número de ellos. Y a esto no querían exponerse. (…) Como un enjambre de avispas caían sobre los perturbadores de nuestras asambleas, fuese cual fuere la proporción numérica de éstos, sin temor a ser heridos, dispuestos a todo sacrificio y plenos siempre de la gran idea de abrir paso a la sagrada misión de nuestro movimiento». (Pág. 177) 

«(…) ¡No se libertan los pueblos por la inacción, sino mediante sacrificios!». (Pág. 263)

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